José Alfredo Pérez Opinión

¿Y si vemos el vaso medio lleno?

Hace cuatro años organizamos un evento con un grupo de nuevos líderes y lideresas, y para la inauguración invitamos a la ex presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla. Ella había ostentado varios importantes cargos públicos en su país antes de ser presidenta así que representaba una voz más que autorizada. Al final de su charla magistral uno de los participantes levantó la mano y le preguntó:

“Doctora, he escuchado y leído que la década de los noventa fue una etapa de las más corruptas en el Perú, sin embargo, he buscado información sobre esa época y no he encontrado mucho (…), en cambio ahora todos los días revisamos noticias con grandes escándalos de corrupción. ¿Cómo explica eso?”.

La doctora Chinchilla le respondió con una frase que recuerdo hasta hoy: “porque vives en democracia”.

Haciendo memoria en aquella época la mayoría de medios de comunicación estaban captados por Vladimiro Montesinos por lo que comúnmente solo veíamos una parte de la realidad, la que nos querían contar. En cambio, hoy en día existe plena libertad de expresión y una gran variedad de fuentes de información para todos los gustos con las cuales los peruanos nos podemos informar. Es común además encontrar críticas a los gobernantes de turno.

Y no solamente es eso. De un tiempo a esta parte hemos sido testigos de sucesos trágicos e impactantes vinculados a ex presidentes del Perú y sus nexos con la corrupción, fundamentalmente relacionados con el caso Lavajato. No obstante, si bien es cierto que los ciudadanos hemos experimentado distintos tipos de sentimientos: frustración, enojo, decepción, indignación, impotencia, sorpresa, ira, por nombrar solo algunos, el Perú no se ha paralizado como país. Instituciones y autoridades han seguido trabajando. Por ejemplo, la crisis de hace un año que terminó con la renuncia de Pedro Pablo Kuckynski de la presidencia tuvo una salida democrática, respetando principios constitucionales, que nos llevaron a colocar como nuestra más alta autoridad al primer Vicepresidente de la República. Todos o una importante mayoría respetamos esa decisión.

Podemos pensar que es una vergüenza nacional que nuestros últimos cinco expresidentes atraviesen graves problemas con la justicia, pero también podemos reflexionar en que todos ellos vienen siendo investigados y/o juzgados. Ni lo primero ni lo segundo constituyen algo común en ninguna parte del mundo.

Soy un convencido que debemos mirar las cosas en perspectiva histórica y en su total dimensión. Actualmente trabajo con chicos y chicas que, a diferencia de mi generación (acostumbrada al desarraigo familiar, los toques de queda, la escasez de productos, los bombazos, la hiperinflación, los fracasos deportivos, etc.), han nacido en democracia, pueden expresarse como quieren y donde quieren, únicamente han vivido en la estabilidad económica. Son la generación de Machu Picchu como una de las maravillas universales, de una gastronomía peruana reconocida en todas partes, de una selección de futbol de mayores que va a un mundial, que tiene la mejor hinchada del mundo. Que orgullo, son unos privilegiados les digo.

La preocupación viene en que justamente sólo han vivido en democracia, no conocen otro sistema de gobierno y, como observan que muchas cosas no funcionan en el país, conviven día a día con la corrupción, con la inseguridad, con el tráfico. Muchos de ellos se preguntan si es que existe otra forma de hacer las cosas, de gobernar, si el Perú se podría parecer a Singapur por ejemplo, o si podríamos tener autoridades más firmes y castigos más drásticos para muchos temas. Ese es el peligro y ahí justamente está el gran reto que tenemos como país. A las generaciones mayores nos toca contar como fue la historia, sin apasionamientos, siendo lo más objetivo posible, y valorar y defender lo que hemos conseguido. ¿Podríamos estar mejor? Por supuesto que sí, pero también podríamos haber estado mucho peor (basta con mirar a algún país vecino). Con nuestras virtudes y defectos busquemos avanzar y alcanzar un mayor desarrollo siempre en democracia, sin dejar que excesos de autoridad nos seduzcan con sus falsas promesas y espejismos. De esos, ya tuvimos bastante.

José Alfredo Pérez Duharte.
Doctor en Gobierno y Administración Pública por la Universidad Complutense. Institucionalista, académico y experto en temas electorales y de gobernabilidad. Asesor académico de GOBERNA Perú. En la actualidad me desempeño como Director de la Escuela Registral.

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