La noche que regresaba de dar el último adiós a AGP, en la histórica Aula Magna del Partido Aprista, y luego de haberme encontrado con rostros de amigos conmovidos y unidos en el dolor, me preguntaba -cuál “Zavalita”- ¿cuándo se jodió la política en el Perú?
Y se me vinieron cúmulos de ideas, como por ejemplo que quizá nuestra Independencia no nos costó sangre, sudor y lágrimas; nos liberaron San Martín y Bolívar, que con ideas de monarquía uno y gran república el otro, no eran precisamente peruanos.
¿Acaso la revolución e independencia no debieron liderarlas algún grupo de criollos peruanos encojonados y ganarla a pulso y unidos como un puño?
¿Acaso mestizos e indios, negros y mulatos de todo el Perú no debieron integrarse y ellos independizarnos y fundar la República del Perú?
Creo que siempre la vimos fácil, facilita, pasando piola, de medio pelo, de medio lado y es así como probablemente fuimos creciendo como clase política y desarrollando un país desintegrado.
Durante el virreinato, nuestras clases alta y media no querían la Independencia, pues había alta cantidad de aristocracia y nobles con cierto grado de independencia de la corona española.
Mientras, a los independentistas del Virreinato de la Plata o la Capitanía de Santiago de Chile, así como los independentistas de Venezuela y Colombia les interesaba que desaparezca ese “núcleo duro” de mestizos peruanos que vivían en Lima.
Los peruanos hemos estado acostumbrados al vasallaje y a ser cortesanos. Y es así que luego de la independencia se desatan los “demonios de la República”.
Años después viene una severa crisis después de la guerra con Chile, con barones del guano y el azúcar, con decenas de presidentes mediocres y militares haciendo de políticos.
Con una oligarquía racista y un campesinado que se resentía de la postergación, hasta que una parte de ellos, al encenderse la chispa, se volvió en Sendero Luminoso.
Somos una república malagua que nunca se llegó a consolidar, donde la mezcla de modelos constitucionales disímiles juntan papas con camotes.
Quienes nos independizaron no se dieron cuenta que nos independizaban en parte contra nuestra voluntad, observen que a pesar de que vamos a cumplir 200 años solo nos sentimos nación unificada cuando la selección de fútbol clasifica a un mundial o sufrimos alguna catástrofe.
Solo allí los peruanos tenemos sensación de arraigo.
Definitivamente -y algunos amigos se molestarán-, creo que nunca llegamos a tener una clase política, ni siquiera mediocre, simplemente no la tenemos, y no me excluyo.
Yo nací en una familia altamente politizada, mi abuelo paterno fue el primer secretario general del APRA en Cajamarca, fue perseguido y murió a causa de ello. El guerrillero Luis de la Puente Uceda, mi tío. Dos hermanos de mi madre: uno Senador, Pancho, y el otro, Roger Guerra-García, Congresista. Hombres de Bien. Mi padre Diego, dos veces alcalde de Cajamarca y luego encarnizado velasquista. Ergo, alguna relación cercana tengo con la política y yo mismo estoy en ella hace cuarenta años, por lo cual no me eximo de responsabilidad. Empero, si he mamado política y no he hecho nada relevante, y convivo con mis colegas de la política de todos los partidos, la pregunta es, ¿qué pasó?. Eso es algo que costará mucho analizar y será materia de estudio.
Creo que lo que viene pasando hoy en el Perú es un drama. Los últimos hechos sucedidos, signifiquen un antes y un después. Hay que marcar un hito ahora mismo o todo se va a ir al tacho. Un ejemplo que me da envidia sana es que nuestros vecinos del sur, Chile, cuando cumplieron su bicentenario, nombraron una comisión formada por sus últimos cinco presidentes, algo obviamente imposible para nosotros, o acaso no sabemos dónde y cómo andan Fujimori, Toledo, Ollanta, PPK y el ahora ausente Alan García, ¿que horror no?
Pienso amigos lectores que debemos, los políticos reflexionar más que nunca y concertar, dialogar, dejar los odios y enconos, que los últimos dramas, injusticias y demás, son producto de nosotros mismos y nuestros propios errores, hay que renovar la política y hacer que los jóvenes crean en un país mejor.
Por último, creo que para terminar este texto cabe recordarles una frase que recogió el maestro Víctor Raúl Haya de la Torre: “Mortal, no hagas de tu odio, inmortal”.
He dicho.
Diego Uceda
Consultor Senior.
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