Hanna Houdali Opinión

Debates a la española: algunas lecciones

Estar en España y presenciar los 15 días que dura la campaña electoral para las elecciones generales tiene algo de suerte y mucho de aprendizaje. Mas aún si se viven estando expuesto al sentir de la calle, a la conversación en el metro, a la queja del taxista, a la prensa nacional y regional, y viendo los dos debates que marcaron la jornada electoral.

Son solo quince días oficiales de campaña, pero el trabajo empieza desde mucho antes y culmina con una jornada de reflexión el día anterior a las elecciones (aunque en realidad las campañas acaban tal vez justo después de la misma noche electoral con ganadores y perdedores). Pero son quince y son tal vez suficientes para exigir a los partidos y sus plataformas concentrar todas sus energías para convencer a los más de 36 millones de españoles con derecho a voto. En ese contexto, dos debates con 24 horas de diferencia a escasos cinco días de la votación resultaban clave.

Los debates mostraron en algo más de dos horas a candidatos tratando de reflejar su mejor postura, las ideas clave de sus propuestas, pero también los ataques planificados entre frentes, las tensiones ideológicas,  los enredos en discursos y ademanes, los histrionismos mostrando papeles (reales o falsos), fotos comprometedoras o la mismísima Constitución, las indirectas y las muy directas, las acusaciones de corrupción, y las frases armadas que reflejan que en tiempos de elección todo resulta ser más similar de lo que pensamos entre España y América Latina a pesar de las distancias y fronteras. 

El proceso de negociación para que se realizaran los debates televisivos, que incluyeron acusaciones de presión del candidato del partido de gobierno a la televisora estatal, RTVE, para modificar la fecha de emisión del debate electoral buscando supuestamente que solo se realice un debate, dejó un sabor inicial a uso político del canal de todos los españoles, y abona a una sensación de informalidad electoral. Pero al final, se acomodaron los tiempos, las fichas y expectativas, y se llevaron a cabo dos debates. Uno organizado por los medios públicos bajo el paraguas de RTVE y otro por la plataforma de medios privada Atresmedia.

Los encuentros entre candidatos se dieron con cuatro postulantes (del PSOE, Partido Popular, Ciudadanos y Unidas Podemos) y con formatos un tanto diferentes en estructura pero que permitieron al electorado hacerse una idea de lo bien o mal que se desempeñan los candidatos a la presidencia de gobierno. Un show puesto al servicio del ciudadano y visto por más de nueve millones de espectadores cada uno. Pero no todos estaban invitados. El primer gran ausente de ambos debates fue el partido Vox al no tener representación electoral que le asegure un atril, cosa que cambiaría a futuro tras los resultados obtenidos.

El primer debate fue un tanto acartonado, preguntas y respuestas, y de confrontación de ideas limitada. En el segundo se mostró una mayor dinámica, y fluyó de manera un tanto caótica en muchos pasajes, lleno de interrupciones por el formato establecido – la interrupción entre candidatos era más que bienvenida.

Los temas cubiertos fueron muy amplios, desde impuestos y empleo hasta separatismo en Cataluña y aborto, pasando por corrupción, servicios públicos y alianzas de gobernabilidad. El segundo gran ausente de ambas jornadas fue la política internacional. El mundo no existió, solo España.

En todo debate se esperan tanto propuestas como acusaciones. Allí no hay novedad. Pareciera que los políticos no pudiesen ofrecer más. El reto era grande para cada candidato pues al momento de realizarse el primer debate se especulaba que aproximadamente el 40% de los votantes estaban indecisos. ¿Habrán servido esos debates en Madrid? Y cabe preguntarse, ¿Servirán los debates electorales? ¿Servirán en Perú? Los resultados recientes en las elecciones españolas podrían decir que sí: vistos como un espacio para afianzar posiciones y que cada candidato de “derechas e izquierdas” se diferencien entre sí. Los resultados de la reciente elección a la alcaldía de Lima podrían decir “también”, encontrando en los debates un espacio para despuntar entre una infinidad de alternativas.

En épocas en las que estamos tan expuestos a información constante, que no podemos digerir a veces con facilidad la avalancha informativa, centrarse por un par de horas frente a una pantalla -la que sea- y ver a los candidatos exponer debe ser de interés público. Algunos de los propios candidatos españoles han señalado que debe exigirse por Ley a los postulantes a gobernar el país participar en estos debates para que no sea algo voluntario, y verse como un requisito de un proceso electoral relámpago como el que vivió España. Pero también debería asegurarse como algo mandatorio en el propio proceso electoral peruano por el bien de los votantes y del país. Atriles vacíos o minutos de silencio no ayudan al elector a decidir ni colaboran en construir democracia.      

Sea en Lima o Madrid, una vez más queda confirmado que todo comunica, más aún en debates electorales en donde se despliega en pantalla todo el qué y el cómo que un candidato puede ofrecer. Literalmente, estamos frente a un espectáculo. 

Hanna Houdali

Comunicador Empresarial

1 comment on “Debates a la española: algunas lecciones

  1. Hugo Mejía Medina

    Estimado Hanna, considero necesario los debates bajo ciertas reglas de juego establecidas por los partidos políticos y criterios adicionales que se pueda proponer desde los votantes. Esperemos que la Hoja de Vida de los candidatos sea su mejor carta de presentación frente a los votantes. Hoja de Vida que muestre a lo largo de su vida, qué contribuciones y aportes a la comunidad ha realizado; cómo espera cumplir sus propuestas; quiénes conformarán su equipo de trabajo. Considero válida la reflexión a la luz de los hechos recientes en nuestro país.

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