Este 28 de julio celebraremos el 198 aniversario de la independencia. Faltan sólo dos años para el bicentenario y en mi opinión creo que hay muy poco que celebrar. Me explico. En el año 2010 vino a la Conferencia Anual de Ejecutivos, CADE, el prestigioso economista Michael Porter, gurú de la economía mundial y profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard.
Porter habló claro y directo y dijo que en la economía peruana subsisten grandes desigualdades que no permiten que la riqueza se distribuya con equidad. Advirtió que el crecimiento económico que vivíamos en ese tiempo – y que Alan García proclamaba a los cuatro vientos- no era real porque era resultado del incremento del precio de los minerales en el mercado internacional y no de un verdadero plan para tener un crecimiento sostenido.
A García no le gustó el discurso porque era la verdad.
En esa CADE Porter puso las cosas en su sitio y nos lanzó un interesante desafío. Hizo una lista de cuatro cosas que el Perú debería conseguir antes de celebrar el bicentenario.
– Primero: mejorar la educación pública y subir al menos tres puestos en el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes conocido como el examen PISA.
–Segundo: reducir la pobreza, que en ese entonces andaba por el 34%., al menos a 20% para el 2021.
– Tercero: aumentar el ingreso per cápita de los peruanos a US$10,000 dólares.
– Cuarto: mejorar la infraestructura del país, respetar la ley y erradicar la corrupción.
Esas eran las metas. Estamos promediando el 2019 y ninguno de esos objetivos se ha cumplido. Al asumir el poder Martín Vizcarra dijo que la pobreza había aumentado “en forma inadmisible” y que yo sepa hasta ahora no ha hecho nada efectivo para reducirla. No hay ninguna mejora significativa de nuestros estudiantes en las pruebas PISA, por supuesto que no ha aumentado el ingreso per cápita y no sabemos cuánto más nos seguirá avergonzando ante el mundo la deshonestidad de nuestros gobernantes.
Qué vamos a celebrar el 2021 si cada día se descubre una nueva red de corrupción mientras los poderes del estado se enfrentan en una lucha interminable y estéril para ver quién es el más fuerte. La pobreza urbana crece en forma alarmante y lo único que podemos esperar en educación es otra huelga de profesores.
El ciudadano de a pie, trabajador y honesto, que cada día se levanta para hacer patria es tal vez el único que tiene derecho a celebrar calladamente otro año de esfuerzo, pero los desfiles y marchas y celebraciones oficiales deberían postergarse hasta que podamos sentirnos un poco más orgullosos del país que construimos.
Alejandro Guerrero.
Periodista.
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