Si decimos, hablaremos sobre depresión, la imagen mental que aparece, se asocia con una persona que ha perdido el interés por todo, que manifiesta profunda tristeza, que es poco comunicativa y prefiere aislarse de los demás, mostrándose irritable, con una baja autoestima, y, físicamente, con sobrepeso o muy delgada.
Todos estos síntomas resultan, más o menos, fáciles de identificar. Sin embargo, existe una forma de depresión conocida como “Depresión Sonriente” (término no psicológico, que se vincula con la Depresión Atípica), que suele pasar desapercibida al ser vivida de manera interna, está enmascarada y la persona se esfuerza por aparentar felicidad.
Lo veremos mejor a través de este ejemplo:
Carlos (nombre ficticio), tiene 35 años, casado, profesional y trabajando en una empresa. Se relaciona bien con todos, pero, le resulta difícil aceptar la crítica y teme el rechazo (siempre ha sido una persona con temor al fracaso); en la oficina lo conocen como una persona muy activa, siempre está sonriente y haciendo cosas.
Aunque se siente triste y desmotivado, ha aprendido a ocultar sus sentimientos, para evitar que su familia se preocupe y por temor a ver perjudicada su imagen en el trabajo y socialmente. En ocasiones, ante una situación inesperadamente buena y positiva, su ánimo mejora; aunque luego vuelve a sentirse mal.
Los fines de semana, preferiría dormir más de lo acostumbrado, pues le agobia la sensación de pesadez de brazos y piernas, pero se esfuerza por continuar y compartir con la familia o amigos.
Carlos, no reconoce la importancia de su estado emocional y piensa que desaparecerá con el tiempo, por lo que sigue su vida. Se avergüenza por lo que siente y sufre culpa, considerando que no tiene motivos para sentirse triste.
Existen muchos casos de “depresión sonriente” no diagnosticada, como el descrito, y no es sencillo identificarla debido a la actitud de enmascaramiento de la persona misma, estamos hablando de personas con un temperamento particular, tendientes al pesimismo, negatividad y con dificultad para manejar situaciones complejas.
Actualmente, está demostrado que, para el tratamiento, previa aceptación de ayuda y reconocimiento del problema por parte de la persona, la terapia Cognitivo-conductual ofrece buenos resultados. Asimismo, la meditación y la actividad física, pueden contribuir al manejo de la ansiedad, a través del aprendizaje de técnicas de relajación. En algunos casos de depresión, la terapia farmacológica, conjuntamente con la psicológica, serán lo más indicado.
Como podemos observar, a veces, una persona, posee, aparentemente, todo lo necesario para sentirse bien y feliz (un buen trabajo, vida social plena y familia), no obstante, desarrolla un sentimiento de vacío interior, que le genera ansiedad y tristeza, pero que intenta disimular para poder continuar con la vida que “debe vivir” racionalizando la situación.
Os invito a revisar vuestro día a día y descubrir el propósito que tiene, para cada uno de vosotros, aquello que hacéis en ese diario circular por la vida.
Coincidimos con el neuropsiquiatra Viktor Frankl, en la trascendencia de la búsqueda de “sentido” de nuestra vida, del binomio salud mental-propósito vital , que nos permitirá ser capaces de tener la suficiente fortaleza para aceptar lo que ocurre en ella y disfrutar de una existencia con “vida”.
Nadie llega a ningún lado, si no sabe dónde ir
Jacqueline Alejandra Dolores Dagnino.
Licenciada en Psicología, Universidad Femenina del “Sagrado Corazón”. Directora de la Escuela Profesional de Psicología de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (2016 -Febrero 2018)
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