Muchas veces nos quejamos, comentamos y nos indignamos, con respecto a cómo en países más desarrollados de Europa, Norteamérica, Asia, Nueva Zelanda, etcétera, los trámites resultan más sencillos, la palabra vale, la firma de la persona y la declaración por escrito solo basta. Esto, se gana con el tiempo y con la historia, con sociedades donde se ha enseñado, formado e instaurado el respeto a la norma social, y donde la palabra Juez, es la de un honorable magistrado en su mayoría, por encima de la sanción, de la vigilancia policial o fiscal. En nuestros países latinoamericanos, sucede con frecuencia, el solicitar mayor control, sea la firma notarial, la huella, el sello, que sea rectificado por no sé quién y no sé cuántos, hecho innegable y que a todas luces responde a esa cultura desadaptada, del criollazo, la mano de Dios, la cultura del vivo, la cultura del “como es” “la Mordida”, “ya tú sabes cómo es” es decir la sacada de vuelta a la ley. Pues bien, si desde hoy en adelante, nos preocupamos más por dejar de mirar el pasado y por formar ciudadanos cuyo principal valor sea la honestidad, la decencia y no transgredir las normas, no por el policía o fiscal de turno, simplemente, porque te respetas como persona, respetas a tus conciudadanos y al país. Tal vez y solo así, podamos lograr en un tiempo, que los engorrosos trámites, permisos, pagos y otros, para solucionar cualquier asunto legal sean más simple, directo y práctico. Por tanto aprovechando la coyuntura de “cuestión de confianza”, debiéramos los peruanos preocuparnos más por mirarnos a la cara y por ser cada día mejores individuos, sólo así habremos hecho que como país la “cuestión de confianza” realmente se dé y no está “desconfianza” y sobresalto a cada paso en que solemos vivir. Esta labor, no es sólo la del colegio al que llevas a tus hijos por 6 horas diarias, de lunes a viernes, es una labor que tienes que construir en la sobremesa con tus hijos, con diálogo, con ejemplo, acordar una cultura del respeto a la norma, yo no me pasó la luz roja, no insulto porque si, no me adueñó de lo que no me pertenece, reconozco el derecho del otro, así me perjudique, a pedir por derecho, no por usurpación.
Podríamos enumerar muchísimas formas en las cuales contribuir a que la confianza entre los peruanos y los ciudadanos se dé. Pero, esto en mi concepto es a partir de hechos fundamentales como conocer tus derechos y obligaciones, siiii, esos que están en la Constitución Política del País, la que tanto hoy se enarbola en distintas instituciones entidades y canales de televisión, esa que nadie lee, pero qué creen saber. Propongo que la enseñanza en los colegios en los últimos tres años de bachillerato o secundaria, se instaure la lectura y comprensión de los primeros libros de derecho civil y derecho penal, para que crezcan sabiendo sus derechos, obligaciones y sanciones, por tanto aprender antes de la mayoría de edad, a ser un ciudadano social y legal. No tengo nada contra nuestro pasado histórico, por el contrario lo respeto y valoro. Pero antes de aprenderse de memoria, que hicieron los 14 incas y qué hizo Pizarro, Bolívar y demás personajes y otras materias, deseo que nuestros hijos y los que vienen, tengan las herramientas para defenderse en una sociedad actual, donde la palabra ya no vale, donde la esencia del recto proceder, se perdió cada día, más peruanos nos miramos con desconfianza, y eso tiene que terminar, desaparecer con el tiempo, difícil más no imposible, yo apuesto por ello y la tarea más grande que tenemos como nación es reactivar los criterios de confianza y credibilidad entre uno y el otro, sin eso, créanme que no hemos avanzado ni logrado nada como nación.
Javier Delgiudice.
Actor internacional de teatro, cine y televisión, en Perú y latino-américa. Trabaja con las más importantes cadenas y plataformas de contenido como son Telemundo, Fox, Netflix, Univisión, RCN TV, Caracol TV, Sony, Vista Producciones, Tele-futura, América tv, entre otras cadenas. Diplomado en administración de pequeña empresa, con estudios de derecho en universidades privadas del Perú. Su actividad profesional la realiza en ambos campos el artístico y el empresarial como asesor y directivo de su propia empresa.
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