En febrero regresé a trabajar en el Centro Histórico y no sé por qué el hecho de hacerlo de forma regular se me hacía difícil: el tránsito, el humo, la bulla y el tiempo de transporte eran temas que debían ponerse en la balanza, porque sentía que perdía calidad de vida.

El trabajo que se me ofrecía era interesante y constituía un reto irresistible para mí.  Entusiasta como soy, casi sin darme cuenta, estaba trasladándome a mi nuevo trabajo.  Pero, no es hacia eso que quiero dedicar estas líneas, ya habrá tiempo para que soñemos los sueños, primero se deben trabajar las ideas para que tengan un sustento y, luego de eso…

La materia de esta nota está dedicada a los cambios que se han venido sucediendo en el centro de Lima, es algo casi mágico, todo empezó con el anuncio del alcalde de peatonalizar una porción del damero y debo reconocer que al principio estuve muy fastidiada ya que voy en mi auto.  Al principio me molestó no poder usar la ruta usual, tuve que variarla; al mismo tiempo, se limitó el espacio para los vehículos en las pistas; de la misma manera, se bajó el límite de velocidad para los autos.  Renegué una semana entera hasta que encontré el camino, me acostumbré a las reglas, bajé la velocidad, arreglé mi horario para entrar y salir en las mejores horas, dándome el tiempo para adaptarme a los cambios.

Ese es el tema, los cambios y, ¡como cuestan!  A todos, recuerdo que en el estacionamiento donde dejo mi auto los porteros se quejaban como si el alcalde se hubiera vuelto loco, macetas achicando la calzada, conos impidiendo el ingreso al centro, creando un desconcierto general.

Han pasado algunos meses desde que se inició este experimento, que finalmente, no es tal, es una decisión que ha llegado para quedarse, veo que estamos mejor adaptados y comenzamos a apreciar los resultados de una visión que se ha trabajado con seriedad para poner en valor nuestro patrimonio histórico, pero más importante que eso para poner en valor la calidad de vida de todos los ciudadanos que circulan por sus calles.

Casi sin darme cuenta me estoy volviendo una fanática caminante que recorre con placer el centro, descubro cafés y lugares donde almorzar, voy de oficina en oficina a reuniones con compañeros de trabajo, marchando en grupo y descubro con sorpresa que hay un número creciente de personas que hacen lo mismo que yo: caminan!  Ayer, saliendo de almorzar, entré por Carabaya y se veía un mar de peatones, igualmente se apreciaba lo mismo en la Plaza de Armas, ¿de dónde salen todas estas personas que antes no se veían? 

Es como si nos hubieran cursado una invitación a todos, vengan al centro de Lima, vengan a caminar, gocen de su ciudad, ya no hay humo, ya no hay autos, hay un mágico silencio donde solo se oye el sonido de murmullos que se pierden entre las antiguas paredes de nuestra ciudad.

Diana Álvarez-Calderón.
Abogada y ex ministra de Cultura

2 comments on “El silencio

  1. Que bueno lo que cuenta.
    También el pico y la laca es un acierto. Después de muchos años, se puede transitar por la Javier Prado de forma fluida.
    Ahora debe seguir ordenar el transporte pesado, no sólo su circulación sino especialmente donde se estacionan; esto aliviaría de forma considerable el acceso a los Conos de la ciudad.

  2. Diana es una mujer inteligente, competente y capaz. Es un acierto su designación en la gestión del Alcalde Muñoz.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: