Cuando hablamos de relaciones interpersonales, estamos hablando de la vida misma, de una interacción recíproca entre dos o más personas: una relación de pareja, relación entre padres e hijos, entre hermanos, entre amigos, etc., una dinámica plena y maravillosa en la medida en que nuestra actitud hacia ello nos lleve.
Con el ritmo agitado de la sociedad actual, tendemos a llevar una vida monótona, en especial, porque nos sentimos cómodos así, y por ello, suele pasar desapercibido muchos detalles de nuestro día a día.
En tal sentido, hoy quiero hacer referencia a la actitud que asumimos en esa interacción con el mundo que nos rodea. Hablaremos de ser “dador” y ser “tomador”.
Un “dador”, como la palabra misma indica, es aquella persona acostumbrada a dar, a ofrecer, porque su principal interés es el bienestar del (o los) que es (son) objeto de su afecto; es solidario, humanitario, siente amor y su interés es compartirlo. El dador es una persona que disfruta compartiendo e impulsando a los demás a mejorar, porque es así como concibe vivir la vida, construyendo con amor.
Por otro lado, un “tomador”, es aquella persona que busca ser el centro en la relación, sin llegar a comprometerse sinceramente, demanda más afecto y atención que el que brinda. Suele sentirse superior, con derechos por sobre los demás, en el ámbito social, laboral, familiar, etc. y siempre viven insatisfechos con lo que reciben, tienden a ser manipuladores y egoístas.
Detectar a un “tomador” desde el inicio no es sencillo, pues un dador siempre ve a los demás como dadores. Cuando la persona lleva tiempo en una relación de estas características, su organismo empieza a “enviar señales” de cierto malestar, por ejemplo, cansancio físico, apatía, sin aparente causa. No obstante, como dador, intenta justificar la perturbación que pueda estar causando la actitud tomadora del otro, afirmando que se puede deber a estrés, al proceso de adaptación a la convivencia (si es la pareja) y que luego se disculpará.
La relación con un tomador desgasta y consume mucha energía, lo más conveniente sería alejarse pero, ya es decisión del dador, si continúa en ese círculo improductivo o se libera de él.
Una buena opción es aprender un comportamiento asertivo, es decir, aprender a expresar directamente, lo propios sentimientos, necesidades, derechos u opiniones, sin amenazar o castigar al otro y sin violar sus derechos.
Tomar en cuenta que, para que exista un “tomador” debe haber un “dador” que permita ese intercambio poco equilibrado entre ambos, donde prevalecen las necesidades e intereses del tomador.
Finalmente, a modo de reflexión: ¿Cuál es tu realidad? Estás siendo, “dador” o “tomador”?
Recordemos que la vida de cada persona está en sus propias manos, y ella misma elige cómo desea vivirla, cada uno es el Pintor del cuadro de su vida y tiene a su alcance los pinceles (actitud) y colores (mente) que desee utilizar… no dejes que otro pinte tu cuadro a su gusto, atrévete a hacerlo tú mismo(a).
Tu vida será de los colores con los que tú elijas pintarla
Jacqueline Alejandra Dolores Dagnino.
Licenciada en Psicología, Universidad Femenina del “Sagrado Corazón”. Directora de la Escuela Profesional de Psicología de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (2016 -Febrero 2018)
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