En unas reuniones de tutoría, que acompañé a manera de conversaciones grupales, como tutor, entre marzo y junio último, varios estudiantes universitarios comentaron aspectos relacionados a su vida universitaria, que quisiera hacer notar, porque considero que son voces del mundo universitario que pocas veces se visibilizan.
Me reservo los nombres de los estudiantes, y de la universidad, para mantener a buen recaudo datos que pertenecen a la esfera privada.
Sin embargo, quisiera hacer notar la diversidad de los puntos de vista. Ellos y ellas son estudiantes de las carreras de psicología, ingeniería industrial, administración, derecho y de Beca 18.
Los estudiantes universitarios mencionaron que se sentían conformes con los cursos que les permiten “pensar” y, que no son solamente técnicos. Por lo general son “asignaturas y actividades que los ayuden a desarrollarse como personas” y “a saber qué se puede hacer frente a los problemas de todos los días”.
Una de las tutorandas dijo que luego de haber ingresado a una universidad pública, y empezar sus estudios, se desmotivó por ver el mobiliario deteriorado en las aulas y la falta de limpieza de los servicios higiénicos, por ello optó por seguir estudios en una universidad privada.
Otros comentaron que las recomendaciones de persona a persona fueron de mucha ayuda para elegir el lugar de estudio. Amigos, amigas, parientes cercanos influyeron con sus consejos para elegir la carrera. A toda esta información, según los tutorandos, se sumó la información de las universidades revisaron en las redes sociales y páginas de internet.
Se podría decir que la familia y los amigos son ‘influencer’, en algunos casos determinantes para decidir la carrera y el futuro profesional. A primera vista se podría decir, también, que, lo que se dice y piensa en la familia en relación a la universidad contrasta con los test de orientación vocacional.
Estas experiencias hacen pensar en cómo las vivencias determinan opiniones y decisiones en las personas, en cómo la reflexión sobre temas de coyuntura, permiten elaborar y pensar en la relación con los otros.
También, está el hecho de relacionar los servicios que ofrecen las instituciones, en este caso, universitarias, que se consideran como parte de la comunicación (de intangibles) a sus públicos, y que se evidencia en la atención al usuario, el servicio de cafetería, la limpieza de los servicios higiénicos, la disponibilidad de áreas de estudio y recreación para los estudiantes, el servicio de wifi, la seguridad de los locales.
Los estudiantes ponderan aspectos relevantes relacionados a lo ciudadano, lo técnico, y la calidad del servicio; que a su vez asocian con “estudiar” y “estar” en la universidad.
Estos casos específicos, podrían generalizarse, sin embargo no reflejan la complejidad y heterogeneidad de la diversidad y problemática de la universidad. Tienen relevancia, si estos datos se relacionan, con los pedidos de educación de calidad, solicitado por la Sunedu, a través de los licenciamiento de las universidades públicas y privadas.
El servicio que ofrece la universidad a sus estudiantes, requiere mayor feedback entre autoridades y comunidad estudiantil, una forma de dicho contacto son las tutorías, al igual que las defensorías universitarias, las oficinas de bolsa de trabajo, las oficinas de proyección social o las oficinas de relaciones internacionales. También las actividades culturales.
Mientras escuchaba a los nuevos universitarios, jóvenes que han salido del colegio hace 2 o 3 años en promedio, y comentaban sus formas de ver la universidad, la ciudad, el país. Proyectaban su futuro. Cuestionaban la corrupción. Valoraban el hecho de recibir un trato justo y digno, con servicios de calidad. En cómo se las ingenian creativamente para hacer grupos de estudios, “siempre hay uno que falta”, o en como “estiran” la plata para llegar a fin de mes; y se organizan para estudiar y trabajar a la vez; me pareció justo decirles que sigan siendo estudiantes cuestionadores y creativos.
El mundo de hoy felizmente tiene jóvenes que cuestionan (que se preguntan ¿cómo?, ¿por qué?) suceden las manipulaciones y abusos; que saben que, están obligados, a ser creativos, e imaginativos, para afrontar la incertidumbre. Y los momentos en los que parece que todo se viene abajo.
Allí en el hecho de tratar de comprender, las historias de la vida cotidiana, y en situarse en su propia historia personal, hay potencialidades y capacidades que se aprenden en la socialización universitaria, en la conversación cordial, en la escucha atenta.
Franklin Cornejo Urbina.
Doctor en comunicación por la Pontificia Universidad Gregoriana de Italia. Con estudios de Maestría en Desarrollo humano en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Licenciado en periodismo por la Universidad Bausate y Meza. Ha seguido estudios de Educación multidisciplinaria para el desarrollo en la Universidad La Sapienza de Roma y Educación para los medios en el Programa del Fondo Social Europeo de Milán. Se ha desempeñado como periodista en la Agencia de noticias France Presse.
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