No, no estoy hablando de política, sino del capital humano que forma parte de las empresas e instituciones, sobre todo en los mandos medios, frente a la cuarta revolución industrial y el cambio tecnológico.
Las instituciones no están explotando el gran capital de la variedad, el volumen, la velocidad con la que se genera y acumula la información relacionada a cambios constantes de los datos resultante de sus operaciones, retos de la propia información (big data) que requieren revisar procesos y hacer labores distintas a las acostumbradas. El personal requerirá de nuevas competencias, actitudes y habilidades socioemocionales ante estos cambios para, por ejemplo, realizar un análisis y perfilamiento de la información, y crear nuevos roles, funciones, procesos para agregar valor al usuario final y, porque no, a la ciudadanía en general.
Los cambios, de alguna u otra manera, tienden a inquietarnos, ya sea porque necesitamos de conocimientos que no tenemos o nos sentimos inseguros por el miedo a no dar la talla ante los nuevos retos. Algunos pensarán, sobre todo en el sector público, donde los nombrados ya gozan de seguridad laboral de por vida, que no requieren cambiar o adquirir nuevas habilidades. El miedo a ser reemplazados por la nueva generación o seguir con lo mismo de siempre, harán muchas veces que la necesidad de ir con la ola de cambios digitales sea demorada, porque de todas maneras llegará, y lo que deberíamos hacer es prepararnos para el cambio.
Por otro lado, la empresa también debe tener las condiciones para llevarnos al cambio, con una visión, misión y una dirección estratégica bien definida, donde la alta dirección lidere el cambio y se comprometa con todos y cada uno de sus colaboradores para prepararlos y guiarlos en esta nueva faceta, cambio de cultura, procesos, roles, funciones.
Posteriormente, integrar la parte operativa, los nuevos con los experimentados, donde el conocimiento del negocio es muy importante para mejorar los procesos y agregar valor. El cambio debe venir desde adentro, donde todos son parte de este proceso y de los logros que se obtengan. Existen muchas metodologías, donde las que han logrado experiencias sostenibles son aquellas en las cuales los integrantes de la organización como un todo, forman parte de ella.
Se requerirán de nuevas formas de trabajar, ya no en compartimentos estancos, sino más bien de equipos multidisciplinarios e intergeneracionales, donde la clave no es saber hacer los algoritmos, sino el plantear la pregunta y luego analizar los resultados, y seguir preguntando hasta afinar y dar soluciones cada vez mejor perfiladas, donde el usuario sienta que es atendido de manera personalizada.
En esta revolución industrial 4.0 se tendrán nuevos trabajos, con la necesidad de nuevos conocimientos donde la academia aún no nos ha preparado, ni está preparando a la nueva generación. Desde el 2017, la OIT se pregunta dónde está la ética de muchas instituciones educativas porque hay miles de nuevos jóvenes que estudian 10, 15 o más años y salen al mercado laboral sin las competencias necesarias para tener un trabajo digno.
Es necesario integrar todo este esfuerzo de las instituciones, gobierno y academia, y se requerirá de una política pública que facilite la integración, la inclusión y el bienestar general de nuestro país.
Cecilia Matsuno.
MBA y Lic. en Administración de empresas por la Universidad del Pacífico. Estudios de Doctorado en Gestión Económica Global por la UNMSM. Consultora Sr. en Resilience + Results SAC y miembro del directorio de empresas privadas. Ha sido Intendente Nacional, jefe del IAT, SUNAT; Directora en Gestión y Humanidades de la UTEC; Directora Académica y Administrativa de la Escuela de Postgrado de la UP, Directora Ejecutiva en el Centro de Consultoría de la UP.
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