Guillermo Ackermann Opinión

El día después de mañana

Mucho se viene hablando del legado que quedará para nuestro país terminados los Juegos Panamericanos Lima 2019.

Los organizadores han definido éste en 4 categorías: Social-Educativo, Económico, Urbanístico y Deportivo.

En lo social- educativo, destacan una labor de intervención en 30 colegios, con una población que asciende a 18,000 niños buscando cultivar los valores panamericanos: excelencia, respeto, amistad, igualdad, determinación, inspiración y coraje. Esto ciertamente es bueno y aunque el alcance podría ser reducido, bien cultivada la semilla, puede germinar y convertirse en una caja de resonancia, entre la juventud.

En lo económico, la llegada de un número relevante de turistas, se calculan más de 100,000, dinamizará la economía de la ciudad y generará, durante estos días, un movimiento inusual en algunos sectores como el gastronómico y ciertamente el hotelero, entre otros. Importante la exposición de nuestro país en el entorno internacional lo que impulsará el turismo receptivo.

En lo urbanístico, la edificación de nuevos complejos deportivos, modernos y con tecnología de avanzada, la puesta en valor de algunos de los antiguos, la construcción y mejora de pistas y vías de acceso, y la impresionante Villa Panamericana, tendrá un impacto urbano y social, permitiendo, entre otros beneficios que más de 1000 familias tengan acceso a vivienda a través de los programas sociales del estado.

Cada uno de estos indicadores está muy bien, pero para ello, objetivamente, no era necesario hacer unos Juegos Panamericanos. Bien direccionados los 1,400 millones de dólares hubieran podido tener un impacto mucho más multiplicador.

Desde mi entender el legado debiese enfocarse en dos aspectos:

  • La inversión en la formación y preparación de los deportistas desde niños.
  • La recta utilización de esta infraestructura para fines deportivos.

En esta entrega me centraré en el aspecto formativo. El deporte es esencial en la vida. Genera valores desde edades tempranas.  La responsabilidad, disciplina, obediencia, planificación, definición de metas y objetivos, trabajo en equipo, limpieza en el juego, entre muchos otros, traerán como consecuencia la generación de hábitos, mejoras sustanciales en el comportamiento y en el rendimiento escolar, en la toma de decisiones, influyendo directamente en la disminución de la violencia familiar, alejando a los niños de las calles y de los riesgos que ello implica.

En síntesis el deporte hace de los niños y jóvenes mejores personas y los prepara óptimamente para que sean agentes de cambio en la sociedad. Por ello el mayor legado de los Panamericanos debiera estar en la promoción y formación deportiva en las escuelas.

Programas formativos del primer mundo, profesores y entrenadores capacitados y evaluados. Metas y objetivos determinados, medibles y renovables.

El Estado debe tener una política deportiva eficiente y moderna, y para ello es necesario:

  • Crear el Ministerio de Deporte que reemplace a un decadente e ineficiente IPD.
  • Actualizar y optimizar la Ley General del Deporte, promulgada el 2016 pero con muchos vacíos y oportunidades de mejora.
  • Revisar la Ley del Deporte Universitario que permita capitalizar a los jóvenes que, terminando su etapa escolar, debiesen encontrar una plataforma que los siga impulsando y les proporcione las condiciones y facilidades para practicar el deporte de manera competitiva.
  • Reglamentar la Ley del Mecenazgo que permita generar los incentivos atractivos para que la empresa privada invierta en deporte.

En el mundo hay muchos casos de éxito. En España en 2004 la empresa Danone, con la Asociación de Deportistas para una Infancia Mejor (Addim), puso en marcha las Escuelas Deportivas Danone, un programa social que a través de la práctica del fútbol y con el apoyo de padrinos como Vicente del Bosque, Pep Guardiola y Fernando Hierro, ha conseguido mejorar hábitos, comportamientos y el rendimiento escolar de niños en edades comprendidas entre los 6 y los 12 años. Las Escuelas están ubicadas en centros escolares de barrios con necesidades socioeconómicas de alto riesgo.

El programa cuenta con cuatro pilares: entrenamiento deportivo, clases de soporte escolar, de educación en valores y competición. En estas escuelas transmiten dos principios: por un lado, para ser buen deportista hay que ser primero buena persona y buen estudiante. Y por otro, las buenas notas y el buen comportamiento son condiciones para poder jugar al fútbol. Los ejemplos abundan, hay que interpretarlos y adaptarlos.

El deporte genera oportunidades para la vida. Aprovechemos la huella que los Panamericanos están dejando en nuestra niñez y juventud. Aprendamos de nuestros surfistas y no dejemos pasar esta ola.

Guillermo Ackermann Menacho.
Desde hace más de 38 años me desempeño en la industria de las comunicaciones y el marketing, ejerciendo tanto en medios tradicionales, como radio y televisión, así como en la producción independiente de contenidos audiovisuales, documentales, videos institucionales, programas televisivos y radiales y publicidad. He sido productor ejecutivo de material realizado en 24 países. Desde mi juventud he estado involucrado en diversas iniciativas sociales, deportivas y religiosas, como gestor y voluntario. Soy un convencido que este mundo se puede cambiar y quiero ser protagonista.

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