Varios medios de comunicación comenzaron a hacerse eco de los análisis que apuntan a un próximo ciclo de recesión económica en el mundo. Los elementos que lo avalan provienen fundamentalmente de dos observaciones de tipo técnico.
Una es el dato en Estados Unidos de que la curva de rendimientos de bonos a largo plazo se invirtió respecto de los de corto plazo, es decir se pagan mas por los segundos que por los primeros. La historia contemporánea indica que cuando esto ocurre ha venido enseguida un periodo recesivo. La observación de ese indicador la semana pasada tiró muchas bolsas del mundo, conocedores de la correlación aquí expuesta.
El otro gran dato es el bajo crecimiento de Alemania, motor de la economía europea. Para el segundo trimestre este país ya observó un decrecimiento, ínfimo si se quiere de sólo 0.1%, pero decrecimiento al fin, y se espera que el tercer trimestre ocurra algo semejante, con lo que se cumple el supuesto de dos trimestres con decrecimiento para cantar la recesión. Alemania, no es ocioso recordarlo, ha sido fundamental para mantener cohesionada a Europa, se ha constituido ancla para evitar que esa gigante economía regional vuele por los aires por las crisis de algunos de sus integrantes.
A lo anterior se agregan otros factores con elevadas dosis políticas, como el temor a un Brexit duro, la guerra comercial de Estados Unidos con China, e incluso, en un mundo global altamente independiente, los resultados de las elecciones primarias argentinas también han tenido algún impacto.
En el lenguaje popular esto se describiría como un periodo de “vacas flacas”. Su traducción en el ámbito social y familiar es la pérdida de empleos, contracción del gasto, quizá devaluaciones e inflación, todo lo cuál afecta una dimensión muy sensible de la vida de las personas que es su capacidad de hacerse de satisfactores materiales. Pero lo es más considerando que generalmente son los más pobres los que resienten con mayor intensidad estos ciclos, siendo los menos preparados para soportarlos. De nuevo aludiendo a la sabiduría popular, “al perro mas flaco se le cargan mas las pulgas”. Sean estos personas dentro de los países, o países completos que sortean incluso desde hace años, problemas estructurales en su andamiaje económico. Pensemos lo que puede impactar una recesión mundial en países como Venezuela ya de por si con un panorama sumamente triste o ahora mismo Argentina, o Bolivia tan dependiente de sus exportaciones de materias primas.
La receta usual en este tipo de episodios consiste en las llamadas “medidas contra–cíclicas”. El domingo pasado el ministro de Finanzas alemán Olaf Scholz, anuncio que de concretarse estas previsiones están listos para inyectar 50 mil millones de euros. Dichosos ellos que los tienen, pues aprendieron economía con recetas de hace dos mil años, como se lee en la Biblia al inicio de Mateo 25, que describe la llamada “parábola de las diez vírgenes”, las prudentes y las insensatas. Unas se prepararon con reservas de aceite para recibir al esposo y otras no lo hicieron y sufrieron las consecuencias. Lamentablemente no es el caso de muchos países, y menos latinoamericanos.
Porque lo que no aprendemos es que el intento medieval por mutar las piedras en oro ha fracasado, y no hay fórmulas mágicas que resuelvan los problemas de un día para otro y sin esfuerzo. Hay sí, como describe el Evangelio, actitud prudente de guardar en etapas prósperas para los momentos difíciles, no gastar mas de lo que se tiene, invertir en conocimiento, innovar, sin subordinar todo lo anterior al justo reclamo de la justicia social, redistributiva.
Porque de concretarse lo que se otea en el horizonte, así sea quizá con una expresión moderada, los reclamos de soluciones fáciles e inmediatas comenzarán a multiplicarse, y se constituirían en un caldo de cultivo de voces estridentes en las campañas electorales, que atraigan a las multitudes a las que ofrezcan quitar la soga del cuello aun cuando solo sea, sin advertirlo, para caer en la hoguera. Que no sea la recesión económica equivalente a una prosperidad populista, que solo ahondaría los males.
Arturo García Portillo.
Político mexicano miembro del Partido Acción Nacional, del que fue integrante de su dirigencia nacional por varios años. Fue Diputado Federal, secretario de las comisiones de relaciones internacionales y comunicación. Consultor en campañas electorales y comunicación. Colaborador habitual de la Fundación Konrad Adenauer. Actual asesor de la alcaldesa del municipio de Chihuahua, Mexico.
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