La semana pasada, en el marco del 45º aniversario del Instituto de Estudios Social Cristianos, estuvo en el Perú Osvaldo Hurtado, expresidente del Ecuador, para hablar sobre las instituciones democráticas y el populismo en América Latina.
Hurtado señaló que en la democracia latinoamericana, a pesar de sus casi 200 años, los países no siempre han sido gobernados por regímenes constitucionales. Salvo Uruguay, Chile y Costa Rica – menciona –, nuestros estados han sido tomados por caudillos y dictadores, la mayor parte de las veces militares. Sin embargo, esta tradición termina en los años 70, cuando en Ecuador se inicia el proceso de retorno a la democracia con la participación de los partidos políticos y respaldo del régimen militar. Esta corriente avanzó como chispa en pólvora en toda la región, siendo que a finales de los 80 todos los países, salvo Cuba, gozaban de gobiernos democráticos.
El expresidente del Ecuador también hace referencia a que, lamentablemente, en los años posteriores a los ya mencionados, la inestabilidad del mercado global disminuyó los precios de las exportaciones latinoamericanas, contribuyendo a la crisis económica de los países y debilitando de esta forma sus incipientes democracias. En este punto, cabe advertir que la satisfacción de la ciudadanía con la democracia se encuentra en relación directa con la calidad de servicios que el Estado es capaz de prestar a la población; y que una crisis económica trae como consecuencia ajustes en políticas públicas que devienen en la pérdida de empleos, escasez de algunos servicios o bienes y en el incremento de la pobreza, entre otros, lo cual genera un evidente malestar ciudadano contra el Estado.
Este contexto, por supuesto, abrió las puertas nuevamente a los populismos y a la amenaza socialista del siglo XXI, quienes “pescaron en río revuelto” y culparon a los actores, valores y principios democráticos de esos nefastos resultados. Es así que varios de nuestros vecinos países vuelven a ser gobernados por caudillos socialistas, iniciando en Venezuela; y siendo este último el de peor desenlace, donde hoy, irónicamente, las pocas instituciones que sobreviven luchan por la libertad y el retorno de la democracia. Dura lección que nos da la historia.
En ese sentido, no se puede dejar de mencionar la experiencia política que inspira las palabras de Osvaldo Hurtado. En las elecciones generales de 1979, conformó la fórmula presidencial junto a Jaime Roldós, con quien fue electo resultado de ese proceso, sin presagiar que este último fallecería en 1981 y lo convertiría en Presidente Constitucional del Ecuador hasta 1984. Terminó su mandato con gran aceptación y respaldo ciudadano pese a que su gobierno se caracterizó por asumir medidas poco populares y en consecuencia tener todo en contra: la crisis económica, protestas, cuestionadas y firmes medidas de austeridad, los sindicatos de trabajadores lo querían fuera, el Congreso en oposición, los medios de comunicación también. Ante ello, el camino que escogió fue la concertación social, convocó a todos los actores políticos para hacer frente a la crisis y hacer prevalecer la democracia, aunque a un precio muy alto (la “sucretización” de la deuda externa de la empresa privada) y lo logró. Pasados los años, la historia le dio la razón. (Diario La Hora, Ecuador)
Posteriormente, en 1998, presidió la Asamblea Constituyente para la elaboración de la Constitución Política del Ecuador, que en su momento fue la más avanzada en América Latina respecto al reconocimiento de derechos y garantías ciudadanas.
Con igual mérito, el expresidente es autor del libro “El poder político en el Ecuador”, bestseller que va en la edición número 20 desde su publicación, entre otras obras de similar éxito que recogen su valiosa experiencia y trayectoria política. Hoy, a 40 años del retorno a la democracia a Ecuador, el legado de Osvaldo Hurtado, un demócrata cabal, es un faro intelectual de la política ecuatoriana y su experiencia una lección para nosotros, un país hermano que viene atravesando una profunda crisis política: los valores democráticos deben ser defendidos aunque para ello se tomen decisiones poco populares. Cerremos las puertas al populismo.
Isabel Manrique.
Abogada. Fundadora del Círculo Académico “Paideia” de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UNASAM. Directora de Formación Juvenil, miembro del Consejo de Redacción de la Revista Testimonio y colaboradora de la Revista Pensamiento Social, del Instituto de Estudios Social Cristianos. Egresada de la Escuela Electoral y de Gobernabilidad del JNE. Becaria del programa Emerging Leadears en Washington DC de la Embajada de E.E.U.U. en Perú; y del programa de Formación Política de la Fundación Konrad Adenauer.
Lo primero que debemos de hacer , es fortalecer los partidos políticos……..En nuestro país tenemos muchos candidatos y agrupaciones independientes, donde impera el populismo .