Hay varias noticias en el espectro político ocurridas en días recientes que con un somero análisis convergen a un denominador común: la destrucción de los espacios y los mecanismos de las decisiones sobre la vida comunitaria.
Apenas el fin de semana hubo elecciones en estados federados en Alemania. Obtuvieron victorias relativas los dos grandes partidos, pero una irrupción fuerte del partido Alternativa por Alemania (AfD por su nombre germánico) considerado por muchos como de “extrema derecha”. Siendo un sistema parlamentario parece muy complicado formar un gobierno sin considerarlo, pero los triunfadores se niegan rotundamente a ello porque sería necesario incorporar algunas de sus tesis a los planes de gobierno. Enfrentamiento entre partidos.
En Hong Kong no cesan las protestas. Recordemos el estatus especial de esta antigua colonia británica, ahora con autonomía pero finalmente adscrita a la esfera la República China. Ahora son problemas con los estudiantes. El gobierno se niega a abrir canales de comunicación con quienes encabezado las protestas, y que ante ello han escalado las demandas llegando a sugerir la independencia. Enfrentamiento de gobierno con ciudadanos.
En el Reino Unido, el nuevo primer ministro Boris Johnson ha conseguido de la Reina la suspensión de las sesiones del Parlamento durante un mes, hasta justo antes de la fecha prevista de salida de la Unión Europea, la que ha sido señalada como una maniobra para impedir la participación del legislativo en evitar que esto ocurra sin acuerdo. Enfrentamiento de legisladores con ejecutivo.
En México ocurrió igual el domingo 1 de septiembre, la fecha legal para presentar el informe a la nación del primer mandatario, el populista Andrés Manuel López Obrador, hasta ahora el único gobierno exitoso de este tipo en América, medido en aprobación ciudadana. Esta aprobación sin embargo se erosiona lentamente. El informe fue criticado por una parte importante de la dirigencia empresarial e intelectuales como “un acto de divulgación ideológica”, un ejercicio de polarización que divide al país en “buenos y malos” de un modo explícito según sea que critiquen o reconozcan los resultados del presidente. Gobierno contra empresarios e intelectuales
El punto coincidente entre Alemania, Hong Kong, Reino Unido, México, es la confrontación. No debemos asustarnos por ello, desde que se instaló de modo definitivo la pluralidad en el espacio público hacia el siglo XVIII, y nacen los primeros partidos, va por descontado que la competencia viene de la mano para conservar el poder con el que se ofrecen o imponen modelos de gobierno y de sociedad.
Pero hasta hace relativamente poco tiempo, teniendo como punto culminante el periodo posterior a la segunda guerra mundial, el espacio público servía para acercarse a partir de las diferencias. Se podían enarbolar puntos de vista antagónicos, pero sin tener que liquidarse unos a otros, así fuera solo en la forma de la expulsión de los espacios de toma de decisiones.
Hoy, los eventos citados son ejemplo de que entramos a una época en que parece haber una incapacidad de construir ese espacio común deliberativo y ocurre en cambio una aniquilación de los mecanismos con los que se pueden transitar hacia los acuerdos de lo indispensable para que cada uno se desarrolle en función de sus particulares convicciones. El politólogo francés Nicolás Tenzer ha construido lo que podría llamarse una “teoría de la despolitización” caracterizada por que “la sociedad ya no se percibe ella misma de manera coherente, por lo mismo es incapaz de conducir su unidad”, según cita en el libro “la sociedad despolitizada”.
El fenómeno está impregnado por un pesimismo en que las instituciones actuales puedan proporcionar la oportunidad de encontrar un modo de coexistencia que tenga sentido para todos, ofrecer un propósito colectivo que perseguir y por el que valga y tenga sentido permanecer juntos. Un fracaso del diálogo, de la palabra, de la capacidad de identificar lo mucho que hace falta y que no está condicionado por proyectos ideológicos, para la vida en sociedad en este siglo XXI.
Urge sin duda, volver a impregnar de sentido el concepto la política, y su ejercicio como constructor de bien común y no reducido al conjunto de trucos para conservarse en el poder. Porque de no ser así, al final de esas escaramuzas no quedara un solo vencedor, solamente vencidos.
Arturo García Portillo.
Político mexicano miembro del Partido Acción Nacional, del que fue integrante de su dirigencia nacional por varios años. Fue Diputado Federal, secretario de las comisiones de relaciones internacionales y comunicación. Consultor en campañas electorales y comunicación. Colaborador habitual de la Fundación Konrad Adenauer. Actual asesor de la alcaldesa del municipio de Chihuahua, Mexico.
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