La tendencia maniquea en política es usual. Las pasiones son tan intensas que es imposible reconocer mérito alguno en quien es de una posición contraria a la nuestra o defecto alguno a quien es de nuestro agrado. Así vemos, por ejemplo, cómo grupos de derecha niegan todo mérito a Evo Morales (y no entramos a hablar acá del racismo execrable manifestado en este último episodio de la vida política boliviana) y grupos de izquierda son incapaces de ser críticos a sus deseos y acciones por mantenerse en el poder.
Morales tuvo el enorme mérito de reivindicar el valor del indígena, despreciado por las élites de ese país a lo largo de siglos (muy parecido a nuestro Perú, desgraciadamente). Además, tuvo indudables éxitos en el terreno económico y social. Hacia el 2017, Bolivia llevaba más de una década creciendo a un promedio anual de 5%, por encima del crecimiento de los Estados Unidos y demás países sudamericanos. Supo tener una política fiscal prudente y no despilfarró el dinero que le entró al país luego de la nacionalización de los hidrocarburos en 2006. Los organismos internacionales reconocieron estos logros y en el mundo se le llegó a conocer como el ‘milagro boliviano’. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ratificó la proyección de crecimiento de la economía de Bolivia de 4,3 % para 2019, lo que situaba al país altiplánico una vez más como líder de expansión en Sudamérica.
En el terreno social, con la multiplicación de las regalías de la industria petrolera en manos del Estado, se activó la redistribución de la riqueza a través de tres bonos: a la vejez, a los escolares y a las mujeres embarazadas. Bolivia fue declarada en diciembre de 2013 país libre de analfabetismo y la UNESCO destacó este logro, al igual que todos los que “buscan promover la educación para el desarrollo y la evolución social”. De igual manera, destacó el respeto a las diferentes lenguas de los pueblos indígenas.
Sin embargo, estos logros fueron opacados por denuncias de corrupción y las maniobras hechas para mantenerse en el poder, a pesar de haber perdido el referendo de 2016, que impidió el cambio constitucional que buscaba para que se le permitiera una nueva reelección. El 21 de febrero de ese año el ‘No’ ganó con 51 % de los votos. La alegría de quienes se oponían a la reelección, muchos de ellos miembros de las poderosas élites económicas de Santa Cruz, pero también quienes no veían con buenos ojos para una democracia sana mantener en el poder a un Presidente por tantos años, duró poco. Lo que siguió fue un proceso que dio pie al inicio del fin de Evo Morales en el poder. Un año después de haber perdido el referendo, el Tribunal Constitucional sentenció que podía seguir buscando la reelección de manera indefinida, alegando que era parte de sus derechos humanos. Esta decisión caldeó, como es natural, los ánimos de quienes habían votado por el no en el referendo. El 4 de diciembre de 2018, el Tribunal Supremo Electoral de Bolivia dio luz verde a Morales y a su vicepresidente Álvaro García para que participaran como candidatos por el gobernante Movimiento Al Socialismo en las elecciones primarias de enero de 2019, en las que se escogería a quienes se presentarían a las votaciones generales de octubre de 2019. Es así como Evo se presentó a las elecciones del pasado 20 de octubre, pero ante la denuncia de fraude electoral, la OEA dio a conocer un informe de la auditoría que había hecho y concluyó que resultaba “improbable estadísticamente que Evo Morales haya obtenido el 10% de diferencia para evitar una segunda vuelta”. La violencia se desató en todo el país y las fuerzas policiales se amotinaron y se negaron a reprimir a la población. Morales prometió que se celebrarían nuevas elecciones y que el Tribunal Supremo Electoral sería reemplazado, pero esto no fue suficiente y continuaron los hechos de violencia. Es entonces cuando las fuerzas armadas hacen un llamado, “por el bien de Bolivia” para que el Presidente renuncie, y Evo Morales, luego de 13 años, 9 meses y 18 días en el poder, renunció el 11 de noviembre. ¿Fue un golpe o no? Esto es discutible. Lo cierto es que la decisión de Morales de prolongar su mandato, a como diera lugar, lo llevó a su fin. Hay signos preocupantes de venganza, revanchismo y fascismo, por qué no decirlo, por parte de quienes han reaccionado contra Morales y sus seguidores. Ojalá que Bolivia logre estabilizarse y que pronto se convoquen elecciones que consoliden la democracia en ese país.
Inés Scudellari.
Comunicadora social. Fue directora de la Oficina de Cooperación Internacional del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Oficial a cargo del Centro de Información de las Naciones Unidas en Perú, Oficial de Prensa y Asuntos Públicos de la Embajada Británica en Perú, docente de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, Coordinadora de Imagen y Comunicación de la Universidad del Pacífico, Gerente de Información de Unión Radio y Jefa de Información de RCTV, en Venezuela, entre otras responsabilidades.
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