A medio siglo de la llegada de internet, sirve preguntarse: ¿cómo se verá la humanidad en los próximos cincuenta años?, ¿qué impactos generará el mundo digital en la vida de las personas? Es una pregunta a la que hay que dar una mirada diferenciada sobre lo que dicha evolución significaría para sociedades distintas que no pertenecen a los grandes centros de innovación y desarrollo tecnológico.
En términos generales, sobre el futuro se vislumbra un panorama positivo. En una encuesta realizada por el Pew Research Center a 530 expertos, entre ellos pioneros de internet, líderes en tecnología y negocios, innovadores, desarrolladores, elaboradores de políticas públicas, investigadores y activistas, se confirma que definitivamente el mundo digital cambiará y mejorará la existencia de los humanos (73 %). Sin embargo, advierten que esto sucederá solo si se adoptan reformas que permitan una mejor cooperación, seguridad, derechos básicos y equidad económica.
En ese sentido, nos podemos plantear cómo lograr que el desarrollo de internet beneficie a todas las sociedades tomando en cuenta sus distintas condiciones estructurales. Perú, por ejemplo, de acuerdo con el Ranking de Competitividad Digital Mundial 2019, aparece en los últimos puestos. Desde esa perspectiva, justamente debemos diseñar un propio horizonte de desarrollo.
El camino no debería ser uno que apueste indiscriminadamente por la inversión en tecnologías y hardware, ni otro que ponga en manos de los algoritmos la seguridad y los derechos básicos de las personas. Las Naciones Unidasadvierten sobre casos donde, a partir de una iniciativa del Estado, se exige el registro biométrico a toda la población, para diseñar un sistema que combina distintos tipos de datos para la elaboración de un programa que permita identificar, predecir, vigilar, detectar, atacar y castigar a personas propensas a cometer un delito.
El camino a seguir es aquel que apuesta por el desarrollo de capacidades y la inclusión de marcos regulatorios que permitan hacer frente a los retos que nos plantea el desarrollo tecnológico y el avance de internet en cada aspecto de nuestra vida. Inteligencia artificial, algoritmos y derechos humanos no deberían parecer términos que se disocian, sino asuntos sobre los que hay que tener una participación mayor, basada en el conocimiento.
El camino también es pensar que la digitalización de las sociedades y la consecuente competitividad de estas requieren de esfuerzos multisectoriales, tanto del sector privado como del público y de la sociedad civil. Es de vital importancia reconocer que la modernización y digitalización del sector público significa, además, un importante impulso para los negocios y viceversa.
Hoy, los gobiernos de todo el mundo están invirtiendo fuertemente en su economía digital para mejorar la creación de valor y generar prosperidad; se están preparando para el futuro. En Canadá, por mencionar solo un ejemplo, la Digital Academy apuesta por el desarrollo de capacidades, y a ella asisten más de 250.000 servidores públicos. Sumado a eso, en la actualidad existen proyectos de digitalización donde se ve claramente cómo el sector privado puede aprovechar para sus negocios el gran volumen de información del que dispone el sector público.
En conclusión, desde ambos sectores es posible plantear preguntas que pueden marcar el camino a seguir: ¿cómo podemos aprovechar los datos del gobierno para crear una base de conocimiento para resolver problemas?, ¿cómo se pueden usar los datos para aumentar la seguridad pública, por ejemplo?, ¿cómo crear valor público mediante el intercambio de datos entre sectores?, ¿cómo se pueden compartir de forma responsable los datos privados para el bien social, a través de la colaboración intersectorial?, ¿cómo crear una base de conocimiento interdisciplinar para la innovación en gobernanza?, ¿cómo podrían las tecnologías Blockchain contribuir a la gobernanza y al bien social?, ¿cómo formular políticas abiertas para hacerla más efectiva y legítima aprovechando la inteligencia colectiva?, ¿cómo usar internet para mejorar la salud, la educación y la calidad de vida de las personas?, ¿cómo diseñar procesos transparentes en los distintos organismos públicos para hacerlos menos corruptos y más eficientes? Si queremos enfrentar los retos que nos plantea internet en los próximos cincuenta años, vayamos en búsqueda de estas respuestas.
Manuel Santillán Vásquez .
Comunicador y consultor con estudios y experiencia laboral en Perú y Alemania. Desarrollador de estrategias de comunicación corporativa (Cultura, identidad, imagen y reputación). Consultor científico en el desarrollo de plataformas de Internet E-learning y gestión del conocimiento. Investigador y docente universitario en áeas como: comunicación corporativa, comunicación política, marca país, estudios culturales y cultura digital. Miembro ORBICOM.
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