Hace unas horas la prensa anunciaba al unísono un golpe de estado, mostrando como prueba un procedimiento para ella ilegal. Luego de pocas horas, los mismos mecanismos utilizados por otra persona, estaban permitidos. Hace poco teníamos un presidente dictador. Ahora el nuevo mandatario, que llegó a la misma silla que su antecesor siguiendo el mismo camino constitucional, es aplaudido.
Los Derechos Humanos y las instancias de las Organizaciones de las Naciones Unidas señalan con claridad que todos somos iguales ante la ley y el Derecho Vinculante es la razón de ser que nadie debe ser juzgado diferente ante un ‘presunto delito’ cometido. De esta forma, si el primero es culpable por lo que hizo, el segundo debe recibir la misma condena, al actuar de igual manera que el otro ciudadano, si el modo operativo de la falta cometida es idéntica o casi idéntica que la anterior.
Si un ladrón roba una manzana sin cometer violencia durante el descuido de la vendedora y un juez lo declara culpable y su sentencia es de un año de prisión, años después otro denunciado por el mismo delito y que obró de la misma manera tendrá que ser merecedor de una pena igual. Estas no son opiniones, son las bases internacionales que el derecho global institucionalizaron en busca de ese Derecho Humano de igualdad.
Ahora bien, si no soy una persona instruida en un tema como este, es comprensible que alguien común no comprenda esta verdad histórica. Es en este momento, en el cual, la prensa debe cumplir su papel educativo, ético y de neutralidad y objetividad ante un acontecimiento de cualquier tipo. Es un dogma afirmar que los periodistas somos testigos, más no jueces. Si se nos presentan dos casos similares o iguales, deben ser tratados de manera similar. Una cosa es un noticiero informativo y otra un espacio o columna de opinión.
Un medio de comunicación, dirigido independientemente en su organización informativa por un periodista que trabaja bajo las normas, reglas y leyes que regulan su profesión, debe ser un testigo que le presenta a sus receptores una determinada noticia, tiene que proceder con honestidad, entregando a sus millones de oyentes, televidentes o lectores, esta data mostrando a la par los dos lados de la moneda.
Lo que sucede en Latinoamérica en los últimos años con relación a la labor de los medios de comunicación tradicionales, es que el dinero que obtienen para su financiamiento, proviene de empresas privadas, personas naturales y lo más delicado: también de los gobernantes de turno. Tras 40 años en estos menesteres he visto cómo un patrocinador o una persona son capaces de modificar los contenidos, bajo la amenaza de retirar el apoyo económico. Si comprobé que una marca de papel higiénico lo ha logrado, imagínese la facilidad que posee una autoridad que maneja millones de dólares.
Personalmente, dirijo una agencia de comunicación integral y el trabajo como periodista profesional lo mantengo como un rubro no remunerado. Soy amante de las investigaciones, de defender las injusticias, de denunciar a los que persiguen, amenazan y matan a los periodistas y poder informar con absoluta verdad, previamente comprobada, acerca de un partido de fútbol o de una elección presidencial.
Hace años los gobiernos compraban a los medios informalmente, con dinero en efectivo y sin pedir factura. Ahora, hasta hacen falsas pautas publicitarias y eso sí, una factura y su respectivo pago de impuestos. Pero esa es la forma, no el fondo, ya que el delito sigue existiendo. Si no me haces caso, retiro mi dinero. Ya son pocos los medios y periodistas. Recuerdo al sacerdote que te perdonaba tus pecados si recibía una buena cantidad de oro o una propiedad.
Por eso me hice Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa. Sabía que estaba y está compuesta por gente honesta y proba, pero como en un club social, algunos de sus socios dejan mucho que desear. Esos socios son los que pagan las membresías y expulsarlos será todo un problema financiero. Comprendo en parte la situación, pero cuando nos referimos a una falta gravísima no podemos hacernos los desentendidos.
Creo en las autoridades de la SIP, creo en algunos colegas y creo en mi profesión. La libertad de prensa es sagrada y luchamos por ella durante siglos, pero un manipulador de la opinión pública, con las suficientes pruebas de su comportamiento, debe ser sancionado ejemplarmente, más aún si su responsabilidad ha causado muertes y consecuencias irreversibles. Amo la libertad de escribir lo que me parezca, pero mi amor es más grande si esa libertad está unida a la verdad con respaldo irrefutable.
Sin ser periodista, Gabriel García Márquez dijo lo siguiente. “La ética debe acompañar siempre al periodismo, como el zumbido al moscardón”. “En un buen reportaje puede no haber buenos ni malos, sino hechos concretos para que el lector saque sus conclusiones.” “El reportaje es la reconstrucción de un hecho tal como sucedió en todos sus detalles.”

Hans Firbas.
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa SIP.
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