Martín Belaunde Opinión

Primero la policía y ahora las fuerzas armadas

No voy a incidir en las razones jurídicas que han sido ampliamente explicadas por juristas y oficiales retirados de la policía acerca del flagrante legicidio perpetrado por el gobierno para descabezar a esa institución. Y no me refiero de ella como ente tutelar porque eso implicaría que el resto del país está integrado por menores de edad. La tutela es una institución del Derecho Civil para futuros ciudadanos sin la patria potestad. El Estado peruano, como cualquiera en el mundo, está conformado por ciudadanos conscientes de ambos sexos y también por menores de edad sujetos a sus padres y en defecto  de ellos a sus tutores. Como alguna vez dijo Basadre el Perú es más grande que sus problemas.

Examinemos el artículo 166 de la Constitución que señala la misión de la Policía Nacional: garantizar el orden interno, proteger a las personas y la comunidad, asegurar el cumplimiento de las leyes, combatir la delincuencia y vigilar las fronteras. ¿Vamos a cambiar esas funciones? Evidentemente que no. El artículo 167 establece que el Presidente de la República es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.  Y a renglón seguido el artículo 168 establece que las leyes y reglamentos respectivos determinan su organización y funciones, las especialidades, la preparación y el empleo así como norman la disciplina de ambas instituciones.

Sin duda el Presidente de la República es su Jefe Supremo, ¿pero acaso lo es en un sentido absoluto sin ninguna restricción ni control?  Por cierto que no, es un Jefe Supremo que actúa con arreglo a ley. El ministro que refrenda sus actos para darles legalidad no  puede llevarlo a cometer una violación. Es cierto que el primer responsable es el ministro, pero al final lo será el Presidente de la República, que puede ser vacado por incapacidad moral o más tarde  enjuiciado por haber violado la ley. El Presidente Sagasti en este período transitorio pre electoral lo debe tener claro y si no lo tiene, pagará las consecuencias.

Pero el tema de mi artículo, es por qué el Presidente Sagasti aprobó la sugerencia del Ministro Vargas para aplicar la guadaña al mando policial a fin de escoger el último de los aspirantes.  En Los Estados Unidos el Presidente goza de una amplia autonomía para nombrar a los jefes militares y designa a quién él  quiere dentro de ciertas limitaciones, pero en el Perú no. Entonces ¿por qué lo hizo? La respuesta es muy simple para imponer su poder sobre una Policía Nacional debilitada y desmoralizada. Mientras más endeble y desorientada esté la Policía Nacional más fácil será para las turbas tomar el país. Hay quienes piensen, incluso dentro de un gobierno transitorio,  que esa anarquía los favorecerá políticamente. Están muy equivocados. Eso nos puede llevar a un desgobierno en el cual solo Sendero Luminoso saldrá ganancioso.

Me temo que estamos en manos de un gobierno involuntariamente suicida, lleno de buenas intenciones aparentes pero que ignora sus deberes fundamentales. Y ahora resulta que la Ministra de Defensa Nuria Esparch quiere nombrar a una Junta de Notables para darle un nuevo rumbo a las Fuerzas Armadas en los 8 meses que tiene su gobierno. Otra vez asoma la cabeza  de la captura del poder. Nuestro Jefe de Estado, que solo fue elegido como congresista, cree que ahora su mandato lo faculta para transformar el Perú. ¡Qué vana ilusión¡ Sagasti en su calidad de Presidente del Congreso accedió al poder para convocar a elecciones. Esa es su tarea principal.  Mientras tanto por obvias consideraciones, tiene que ejercer el mando con el objeto de administrar el Estado e impedir que el Perú  caiga en la anarquía.

Me pregunto si Sagasti quiere convertirse 103 años  después en un nuevo Kerensky, quien luego de seis breves meses en el poder fue derribado por Lenin y Trotsky para instaurar la Rusia comunista. Tenemos alarmantes señales en ese sentido. ¿Será posible que la Ministra de Defensa Nuria Esparch le diga a las Fuerzas Armadas cómo combatir en el VRAEM, o peor aún ordenarles que se retiren del VRAEM?  ¿Estará en el designio de Sagasti que esa parte de nuestro territorio se convierta en “territorio liberado”? Ojalá que no pero nunca se sabe. Estamos en manos de un presidente él débil e inconstante, que quiere el poder, quizás no para sí, pero tal vez para sus aliados tácitos en la extrema zurda. Para eso desarticular a las Fuerzas Armadas es un buen comienzo. ¿Qué quiere de las Fuerzas Armadas el Presidente Sagasti y su Ministra de Defensa Esparch? ¿Será que desean que nuestras Fuerzas Armas pasen a ser las Fuerzas Desarmadas del Perú? Cómo dicen los marxistas, salvo el poder todo es una ilusión y su neutralización  es el atajo para la conquista del poder en  el Perú.

Martín Belaunde Moreyra
Bachiller en Derecho y Abogado por la PUCP y Magíster en Derecho Civil y Comercial por la USMP. Abogado en ejercicio especializado en Derecho Minero e Hidrocarburos.  Autor del libro “Derecho Minero y Concesión”. Ha sido Vice Decano, y Decano del Colegio de Abogados de Lima, y Presidente de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y en el ámbito público: Embajador del Perú en Argentina y Congresista de la República del Perú en el período 2011-2016.

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