Martín Belaunde Opinión

¿Cómo se elige al Presidente de los Estados Unidos?

Las elecciones de los Estados Unidos realizadas el 3 de noviembre último en las que Joe Biden resultó el triunfador virtual, han generado gran confusión entre el público extranjero e incluso dentro del ámbito norteamericano. En realidad constituyen una forma elección democrática en la que  cada ciudadano tiene  un voto, pero la normatividad jurídica es bastante más compleja y de hecho puede desvirtuarla. Esta complejidad se deriva del  primer  párrafo del Artículo II de la Constitución en virtud del cual, el Presidente y el Vicepresidente de los Estados Unidos serán elegidos por un término de cuatro años conforme a lo indicado en el párrafo segundo, en el cual se indica que “cada Estado nombrará conforme lo señale su Legislatura a un Número de Electores equivalente al número de Senadores y Representantes a los que dicho estado tenga derecho…”

Ahora bien el párrafo tercero del Artículo II fue modificado por la Enmienda XII que señala detalladamente cómo se debe proceder a la elección de ambos mandatarios, la cual se realiza mediante Electores que primero votan por el Presidente y luego por el Vicepresidente. Dichos electores deben reunirse en cada Estado en la fecha que la ley precise y en esa ocasión votarán por sus respectivos candidatos y enviarán sus votos en sobre cerrado y certificado al Presidente del Senado, quien los abrirá en presencia del Senado y de la Cámara de Representantes. El candidato que reciba la mayor cantidad de votos para Presidente  será elegido para dicho  cargo siempre y cuando dichos votos superen a la mitad más uno de todos los Electores. Ahora dichos electores son 538, razón por la cual para ser elegido presidente se requieren no menos de 270 votos electorales.

En  caso ningún candidato  a Presidente supere la mitad más uno de los votos emitidos, la elección será efectuada por la Cámara de Representantes considerando a los tres candidatos que hayan obtenido la mayor cantidad de votos. Pero en esa eventualidad la elección será realizada por los Estados y sus representantes votarán en conjunto por un candidato, siempre y cuando exista un quorum de las dos terceras partes de los Representantes de los Estados.

Con respecto al Vicepresidente, será elegido el candidato que obtenga la mayor cantidad de votos emitidos por los Electores  para ese cargo, siempre y cuando supere la mitad más uno de los votos. En la eventualidad ningún candidato a Vicepresidente supere la mitad más uno de los votos, la elección será efectuada por el Senado entre los dos candidatos a Vicepresidente que han obtenido la mayor cantidad de votos, siempre y cuando exista un quorum de las dos terceras partes del número de senadores.

Ahora bien conforme a las enmiendas XIX, XXIV y XXVI todos los ciudadanos de los Estados Unidos están facultados para votar, lo cual comprende a hombres y mujeres mayores de 18 años de edad a quienes  no se les puede imponer ningún impuesto personal o cualquier otro impuesto para ejercer el derecho de voto. Por consiguiente en Estados Unidos existe el sufragio universal voluntario para todas las elecciones de Presidente, Vicepresidente, para sus electores, para  senadores y representantes al Congreso e igualmente para primarias destinadas a escoger los candidatos. Esto en buen romance significa que en las elecciones  presidenciales del  primer martes de noviembre cada cuatro años, los ciudadanos eligen a un conjunto de electores que a su vez deben votar por el candidato elegido por los votantes de cada Estado. Esa obligación, dicho sea paso, tiene un carácter moral y no legal.

El problema es que cada Estado señala la forma como los candidatos ganarán a los electores por los cuales han votados los ciudadanos. La regla virtualmente unánime en 48 de los 50 Estados reside en que el candidato ganador  de la elección en ese Estado así fuere por un voto, se lleva a todos los electores. Solo en dos Estados existe una representación proporcional. Esto lleva a una situación  que se traduce en la paradoja del voto inútil. Por ejemplo la ciudad de Washington DC,  capital de los Estados Unidos, tiene derecho a 3 electores. La candidata demócrata Hillary Clinton en las elecciones del 2016 obtuvo más del 90% de los votos y se llevó a los 3 electores, pero igual se los hubiera llevado si ganaba con el 51 % del voto. De ahí que los candidatos aspiran a obtener el triunfo en la mayor cantidad posible de Estados, así fuere por la mínima diferencia para llevarse a  todos sus electores, al margen de que obtengan una menor votación ciudadana en los 50 estados.

En la historia de los Estados Unidos solo ha habido un caso en el cual la Cámara de Representantes eligió al Presidente. Eso ocurrió en 1824 con la elección de John Quincy Adams. No se ha vuelto a producir  desde entonces. Pero si han ocurrido cuatro casos en los que el voto ciudadano del candidato triunfante fue superior a su rival en los votos del Colegio Electoral pero inferior a su voto ciudadano. Esta situación se  presentó en las elecciones de 1876, 1888, 2000 y 2016, curiosamente siempre a favor del candidato republicano. En estas elecciones del 2020 Biden ha obtenido 80 millones de votos ciudadanos versus  casi 74 millones de votos a favor de Trump, quien alega fraude en diversos estados. Si logra probar ese fraude, lo cual es algo remoto en estas circunstancias, tendría la oportunidad de ser reelecto por una mayoría de votos electorales, pero siempre estaría con alrededor de 5 millones y pico menos votos ciudadanos que su rival Biden.

Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta, ¿la elección del Presidente de los Estados Unidos es verdaderamente democrática? En un sentido estricto no porque puede triunfar un candidato que ha obtenido menos votos ciudadanos pero si más votos electorales al haber ganado en más Estados. ¿Vale la pena preguntarse por qué? La mejor respuesta es que constitucionalmente los Estados Unidos son un Estado federal en el cual el poder se deriva del consentimiento o de la aprobación de la mayoría de los Estados al margen del mayor número de votos ciudadanos. Esta respuesta puede ser impugnada por muchos, pero hasta que no se reforme la Constitución de los Estados Unidos en el vital aspecto de la elección del Presidente y del Vicepresidente no cabe otra. Y hasta ahora nadie ha intentado reformar la Constitución en este aspecto.

Martín Belaunde Moreyra
Bachiller en Derecho y Abogado por la PUCP y Magíster en Derecho Civil y Comercial por la USMP. Abogado en ejercicio especializado en Derecho Minero e Hidrocarburos.  Autor del libro “Derecho Minero y Concesión”. Ha sido Vice Decano, y Decano del Colegio de Abogados de Lima, y Presidente de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y en el ámbito público: Embajador del Perú en Argentina y Congresista de la República del Perú en el período 2011-2016.

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