Los peruanos la tuvimos muy difícil en este año que está por terminar. Por la pandemia cientos de miles de trabajadores perdieron su empleo y un porcentaje importante de ellos aún no logran recolocarse laboralmente.
La economía de todos se ha visto afectada. Sobre todo, el micro y pequeño empresario quienes viven de lo que producen en el día a día.
Nuestro país ha sentido el impacto de la crisis sanitaria, por un lado, tratando de cubrir vía bonos, alimentos y ayuda social el desbalance en ingresos de los que no pudieron trabajar en tiempos de pandemia. Por otro lado, se tuvo que enfrentar una severa disminución en la recaudación de impuestos debido a una menor productividad y la drástica caída en las ventas de las empresas.
El presupuesto anual aprobado ha tenido que ser reformulado en función a los gastos no previstos que fueron apareciendo conforme crecía la demanda de recursos por la emergencia sanitaria.
Felizmente hemos podido enfrentar la pandemia con recursos que teníamos disponibles y que fuimos juntando gracias a la disciplina fiscal de los gobiernos de las tres últimas décadas, que han permitido cubrir el tremendo déficit de este año.
El 2021, sin tener fecha probable de vacunación, nos enfrenta con un panorama incierto. Es difícil que los empresarios quieran invertir, apostando a que esto se pueda resolver pronto, si se sienten amenazados por una tan anunciada segunda ola.
Las palabras que escuchamos con más frecuencia de los empresarios están relacionadas por ahora a ajustes, reducciones, subsidios, préstamos, asociados a suspender, reevaluar, postergar. Hasta hace poco era frecuente escuchar palabras que ahora generarían algo de confianza como: inversiones, ampliaciones, nuevos proyectos, contrataciones, aumentos, bonos de éxito. Ojalá los extremos se vayan acercando para atraer inversiones y poder así recuperar puestos de trabajo
El empresario peruano está fijando nuevos parámetros para formular sus probables escenarios, los que se han definido en optimista con vacuna y escenario cauto sin vacuna.
Lamentablemente quienes tenían la responsabilidad de concretar la compra de las opciones disponibles en el mercado, nos han mentido y decepcionado. Ahora apurados, salen a buscar vacunas suficientes para todos. Sabemos que van a demorar porque hay una cola antes que nosotros en la línea de producción, que excede todo plazo razonable. Lo real es que cada día vemos más lejana la posibilidad de estar todos vacunados en el primer trimestre del 2021, como nos ofrecieron.
Si lo más probable es que tengamos un escenario cauto por delante, la gran masa laboral dependiente va a tener que trabajar de la mano con su empleador, apostando ambos a que las cosas en un futuro cercano tienen que mejorar. Para lograrlo tendrán que navegar juntos, enfrentando las olas que vengan, haciendo lo imposible para no naufragar.
Pero preocupa que, avizorando una crisis económica y teniendo por delante un proceso electoral, los actores principales en el ejecutivo y en el legislativo, pareciera que están compitiendo por definir quien gana más votos, sin tomar en cuenta quién paga la cuenta de sus decisiones. Lo hemos visto en la descarada agitación de las últimas semanas que enfrentan a trabajadores de las empresas agroexportadoras con sus empleadores por demandas laborales que ponen en el mismo saco a las empresas formales con las informales. Paralelamente el Ejecutivo pretende eliminar de golpe beneficios tributarios a una industria que ha demostrado ser eficiente, en vez de sentarse a negociar mejores condiciones para el estado, con un cronograma escalonado de reducción de estos beneficios. También sorprende ver al Legislativo asumiendo el rol de decidir unilateralmente el salario y beneficios de los trabajadores.
Estamos aprendiendo a no sorprendernos por nada. Ya hemos visto que las demandas laborales y las modificaciones a las leyes vigentes se están definiendo en carreteras y plazas. En la carrera electoral sólo nos falta ver que el caballo monte al jinete y que por tanto peso que carga, el jinete se muera antes de cruzar la meta.
Luis Otoya.
Soy comunicador con 42 años en la publicidad y el marketing. Columnista de VOX POPULI y DIARIO EXPRESO. He sido: Director de la APAP, Director de United Way Perú, Presidente del Tribunal de Ética de la SNRTV, Presidente y fundador del Consejo Nacional de Autorregulación Publicitaria (CONAR). Director Divisiones Menores de Alianza Lima. Soy una persona que persigo mi sueño de contribuir con mi país. He decidido participar activamente en política. Actualmente postulo como candidato al Congreso de la República por Fuerza Popular en Lima.
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