Martín Belaunde Opinión

Evo Morales conspira contra el Perú

MARTIN BELAUNDE

En nuestro pasado pre-hispánico diversas culturas florecieron en los que hoy son los territorios de Perú y Bolivia, entre ellas la de Tiahuanaco y finalmente la incásica. Pachacútec y sus sucesores unificaron dentro del Imperio de los Incas los territorios donde florecieron esas culturas. Dicha unificación continuó bajo  el virreinato  del Perú hasta que el rey Carlos III en 1776, decidió crear el virreinato de Río de la Plata, al cual le agregó el llamado Alto Perú, incluyendo la Intendencia de Puno. Veinte años después, Puno retornó al Perú. Esa  situación territorial  duró hasta el estallido de las Guerras de Independencia en 1809. Culminado este período histórico, el Alto Perú que comprendía zonas altiplánicas, interandinas, amazónicas y hasta costeras al sur de Tarapacá se proclamó Estado independiente con el nombre de Bolivia. Sus primeros presidentes fueron Sucre y Santa Cruz que habían tenido una decisiva intervención en la independencia del Perú entre los años 1820 y 1824.

En sus primeros años de independencia, tanto Perú como Bolivia tuvieron varias guerras que culminaron con la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) bajo el protectorado de Santa Cruz, con el Perú dividido en dos estados de sur y norte, y el claro predominio de Bolivia. Tal confederación cayó y fue disuelta por la intervención de Chile en dos expediciones que contaron con el apoyo de parte del ejército peruano. Dos años después, el presidente Gamarra  intentó  hacer lo mismo desde el lado peruano, pero fue derrotado en 1841.  A partir de  entonces ambos países han  seguido un curso distinto. No obstante fuimos aliados y derrotados en la Guerra del Pacífico (1879-1883) que significó para los dos una  amputación territorial. Tacna, Arica  y Tarapacá  para el Perú y la Provincia de Antofagasta para Bolivia, lo cual originó la pérdida de su salida al mar. La falta del litoral generó para Bolivia una aguda dependencia hacia Chile.

Sin embargo, entre el Perú y Bolivia quedó por definir un litigio territorial en zonas del Altiplano y de la Amazonía resuelto mediante un laudo arbitral dictado en 1909 por el presidente argentino. Desde entonces, hemos tenido una relación pacífica. En 1904 Bolivia firmó un tratado con Chile en el cual reconoció la pérdida de Antofagasta a cambio de facilidades portuarias y de libre tránsito. Ese tratado sigue vigente. Al margen de las ventajas económicas y logísticas obtenidas, Bolivia sufrió una humillación  que todavía le  afecta. Por incitación de algunos de sus políticos Bolivia fijó su mira en Arica, pero esa posibilidad quedó frustrada con el Tratado de Lima de 1929, mediante el cual Perú y Chile se dividieron el territorio, Tacna para el Perú y Arica para Chile.

Hasta hoy, Bolivia no ha cesado de reivindicar una salida soberana al mar, presumiblemente por Antofagasta pero no la ha conseguido. Intentó forzar una negociación con Chile a través de una demanda ante La Haya y fracasó. La política boliviana se ha  transformado con la llegada al poder de Evo Morales en el año 2006 y su abierto apoyo a las actividades cocaleras para impulsar el narcotráfico. Bolivia ha experimentado un importante desarrollo en las últimas décadas del siglo XX y las primeras dos del siglo XXI. Ese desarrollo se ha basado en la expansión agraria de Santa Cruz, en la producción y exportación de gas y en el narcotráfico de cocaína. Evo Morales, desde el poder y hasta su caída en el  año 2019 se aprovechó de esa bonanza nacionalizando el gas y con una administración económica de cierta estabilidad. Sin embargo la nacionalización del gas originó el cese de las actividades exploratorias y la caída dramática de las reservas, razón por la cual a Bolivia le quedan muy pocos años como país exportador de gas.

¿Qué hacer en una situación de esa naturaleza? Crear un imperio andino y altiplánico de exportación de la coca a los mercados internacionales de Estados Unidos, Europa Occidental e incluso el Asia Pacífico. La caótica situación política del Perú a raíz de la elección de Pedro Castillo le ha abierto a Evo Morales una nueva ventana de oportunidad. Por eso estuvo en la trasmisión de mando del 28 de julio exhibiéndose como una estrella de cine y se ha paseado dos veces más por la región andina del sur. Desde Buenos Aires ha convocado a una reunión internacional en el Cusco de un organismo de fachada denominada RUNA SUR que se realizará en el Cusco en diciembre próximo.

Se trata, sin duda, de una intromisión directa en la política interna del Perú con el apoyo pasivo o la tolerancia del gobierno de Castillo sustentado en dos objetivos básicos. Uno máximo inventar una corriente secesionista en el sur andino y amazónico (Cusco, Madre de Dios, Puno, Arequipa, Moquegua y Tacna) para su eventual integración a Bolivia. Y si ese plan fracasa, como probablemente ocurrirá, crear un corredor cocalero que incremente la producción de la cocaína peruana y boliviana bajo un solo cartel liderado por él, utilizando nuestros puertos del sur Ilo, Matarani y San Nicolás, así como cualquier otra vía de exportación que esté a su alcance. Es un plan real que se viene ejecutando ante la indiferencia del gobierno peruano y muy especialmente de nuestra Cancillería. El gobierno de Pedro Castillo enfrenta un gravísimo desafío a la unidad e integridad territorial del Perú si no responde en forma clara y enérgica a los cantos de sirena de Evo Morales,  quien con el auspicio  del gobierno títere boliviano del Presidente Arce Catacora, ejecuta esta labor de zapa. Tanto el Ejecutivo como el Congreso deben impedir la reunión del Cusco por atentar contra la seguridad interna y externa del Perú. No hacerlo sería una omisión equivalente a la traición a la patria.

Martín Belaunde Moreyra
Bachiller en Derecho y Abogado por la PUCP y Magíster en Derecho Civil y Comercial por la USMP. Abogado en ejercicio especializado en Derecho Minero e Hidrocarburos.  Autor del libro “Derecho Minero y Concesión”. Ha sido Vice Decano, y Decano del Colegio de Abogados de Lima, y Presidente de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y en el ámbito público: Embajador del Perú en Argentina y Congresista de la República del Perú en el período 2011-2016.

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