Para empezar, deseo expresar, que las siguientes reflexiones tienen como objetivo fundamental, sumarme, a través de la palabra, al esfuerzo de todos aquellos que están trabajando para que el hombre y la mujer de mañana, vivan en un mundo con humanidad.
Según fuentes históricas, alrededor del siglo XV, el hombre se volvió hacia sí mismo con el propósito de estudiar el ser y las sociedades, por lo que, pensadores y eruditos comenzaron a interesarse por precisar, ¿quiénes éramos?, ¿cómo nos relacionábamos entre nosotros o qué estaba detrás de nuestras acciones? Su propósito no era otro, que dar con una definición de humanidad.
Pues bien, según su origen etimológico, el vocablo humanidad proviene del latín humanitas y ésta de humanus (humano), y ella de homos, persona o ser humano. Por ende, es todo lo relacionado con el ser humano y con nuestra existencia común en tanto especie (Homo sapiens).
A efectos del presente artículo, entre las diferentes acepciones para Humanidad, hemos elegido su consideración como: El sentimiento de compasión y conmiseración con otra persona a la que se reconoce como perteneciente a la misma especie humana.
Siendo así, cuando hablamos de humanidad nos estamos refiriendo al sentir y actuar que podemos tener las personas, con los demás o con la vida misma, en base a nuestros valores.
Sin ir muy lejos, es probable que muchos de vosotros hayáis oído mencionar el vocablo bantu Ubuntu, que significa literalmente, hacer humanidad todos juntos, es decir, gracias a los demás cada individuo toma conciencia de su destino como ser humano y crear una sola humanidad con todos sus congéneres (UNESCO 2018), de eso se trata “ser humano” y “tener humanidad”.
Sin embargo, en las últimas décadas, el hombre se ha ido distanciando cada vez más del hombre. Si bien es cierto, los avances tecnológicos, científicos, etc., han llevado a tener un estilo de vida más cómodo y con mayores recursos para una vida de calidad, estos han ido creciendo de manera inversamente proporcional con la humanidad del “ser humano”.
Hoy en día, las diferencias sociales, económicas y culturales en las comunidades, territorios, regiones, países, etc. son notorias. Estoy convencida, que no soy yo la primera en reflexionar al respecto (afortunadamente), pues existen muchas otras personas, en el mundo, interesadas por promover y animar, de menos a más a otros (as) a trabajar para recuperar nuestra humanidad.
Por ello, para responder a los desafíos planteados por estos tiempos, tenemos que volver a inspirarnos en las raíces profundas del pensamiento humano de todas las partes del mundo y de todas las épocas, apoyándonos en el conocimiento de la historia, para idear el futuro que queremos construir todos juntos (UNESCO, 2018). En otras palabras, defender el valor de la persona humana y tratar de alcanzar su potencial.
Sumado a todo lo anteriormente dicho, encontramos que, para hacer humanidad con todos, hace falta poner en práctica valores como la solidaridad, responsabilidad, entre otros, igual de importantes.
En tal sentido, propongo animarnos a desarrollar cada uno(a) su propio “proyecto existencial”, es decir, busquemos llegar hasta lo mejor de nosotros(as) mismos(as), desde la reflexión, libertad y amor, desechando al mismo tiempo, poco a poco las tendencias negativas/destructivas del yo (y las manipulaciones del ego), lo que implica, partir de la autocomprensión y autoaceptación, pues es el primer paso para ser capaces de aceptar y comprender a los otros, y, de una forma más noble es el modo de trascender.
“Siempre es el momento apropiado para hacer lo correcto” Martin L. King
Jacqueline Alejandra Dolores Dagnino.
Licenciada en Psicología, Universidad Femenina del “Sagrado Corazón”. Directora de la Escuela Profesional de Psicología de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón (2016 -Febrero 2018)
0 comments on “Compromiso y humanidad”