Los conceptos de Ética y Moral tendieron a hacerse sinónimos y hubo hasta quienes llegaron a invertir sus significados. La ética es una disciplina normativa que orienta la conducta individual y social hacia lo moralmente correcto.  ¿Pero cómo podemos definir lo moralmente correcto?  Lo que es bueno para uno, no lo es necesariamente para otro. Mucho se ha hablado de la diferencia entre ética y moral.  Se han confundido los términos, y se pretende hacer pasar el primero por el segundo.  Ética proviene de ethos que, en un principio, significó el lugar donde los animales medran e interactúan.  Luego pasó al hombre para designar los hábitos y las costumbres de una sociedad determinada.  Por lo tanto, es posible hablar sin temor a equivocarnos de ethos latinoamericano para diferenciarlo de un ethos occidental. 

Lo objetivamente correcto es el llamado de la voz interior o de la conciencia que es validado por el consenso social.  San Pablo, en Ro, 2 12-16, habla de una ley natural.  Se dirige a los gentiles como una voz del corazón que se convierte en ley para sí misma y mediante la cual los hombres que no conocieron la ley mosaica pueden acusarse y excusarse entre ellos.  “No hagas con otro lo que no quieres que hagan contigo” o, en el lenguaje cristiano, “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Moral procede del vocablo latino mores que luego empezó a significar moral. Mores se refiere a una “morada interior”, la voz de la conciencia que habla en el alma de la humanidad. Cuando todos nos ponemos de acuerdo sobre un punto determinada, la moral se transforma en ética y estima los pasos a seguir ahora como disciplina normativa.  Pero este consenso moral que habla al interior de cada uno precisa de una petitio principii o petición de principio en la cual apoyarse.  Unos ven en esta a Dios; otros, a la persona humana. 

La ley moral natural es aquella que de por sí habla en la conciencia de la humanidad.  Agustín de Hipona también la trabajó con herencia paulina y el punto culminante lo hallamos en Kant con su paradigmático “imperativo categórico”. Este posee varias formulaciones, pero una de ellas reza así: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda convertirse al mismo tiempo como ley universal de la naturaleza”.  Según Kant ¿es aceptable una mentira piadosa? No, porque la mentira en sí misma es mala.  La ética kantiana es muy rígida. Al sí, sí; y al no, no.  ¿Cómo entonces resolver casos de perplejidad donde mentir u ocultar la verdad sea un requisito indispensable para el bienestar de la persona? 

Existe una serie de principios no kantianos que ayudan a resolver las situaciones éticamente conflictivas.  Esos los abordaremos en otro momento, pero dan ese paso necesario ante contextos realmente conflictivos.  La ética orienta a la moral y la estudia.    Aristóteles, en su Teoría del Justo Medio, arroja luces al respecto.  Este equivale a no pecar ni por exceso ni por defecto, sino a buscar la mejor solución, adecuada a las circunstancias.  A esta actitud la llamó prhonesys o prudencia.  Pero esta debe adaptarse a los contextos que son múltiples; así, la valentía sería la actitud prudencial en un caso o implicaría pecar por exceso o defecto en otro.  Por eso el estagirita insiste en “adecuar el justo medio a las circunstancias”. 

La diferencia entre ética y moral consiste en que la primera es un estudio sistemático y académico de la moral, es decir, de la voz interior.  He aquí la diferencia entre ambas.  Cuando leemos a un autor que estudia la ética, no es factible negar que también lo está haciendo en torno de una voz interior como la moral.  Luego de esta reflexión, los límites son claros.  Heidegger definió a la ética con identifica con la ontología. Este es el estudio primario del ser y mucho más, del ser del hombre. ¿En qué consiste el ser en su totalidad? Esa fue su gran pregunta.

Miryam Patricia Falla Guirao
Licenciada en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Doctora en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Exbecaria de Investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina en el área de Ética y Bioética. Docente Universitaria en pre y post-grado. Conferencista en universidades, colegios profesionales e instituciones jurídicas y de salud.

0 comments on “La voz interior

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: