La invasión de Ucrania por Rusia bajo el régimen dictatorial de Putin no solo es una violación flagrante del derecho internacional, sino además configura el delito de agresión, previsto nominalmente en el Estatuto de Roma que creó la Corte Penal Internacional. El hecho que Rusia retirase su firma de ese tratado para no ser procesada ante dicha corte, no le quita su carácter delictivo y podría constituir una acción dolosa para evadir las consecuencias de su criminal conducta. El delito de agresión fue oficialmente incorporado al artículo 8 (bis) del Estatuto de Roma en la conferencia de Kampala, Uganda, del año 2010, que se remitió a las normas de la Resolución No. 3314 aprobada por la Asamblea General de las Naciones el 14 de diciembre de 1974 y en vigencia desde el 17 de julio del 2018, vigésimo aniversario de la aprobación del Estatuto de Roma.
La agresión es un delito internacional definido primero en forma genérica y luego en diversas tipificaciones para cubrir todas las modalidades posibles de esa acción criminal. El artículo I de la mencionada resolución configura al delito de agresión en los siguientes términos: “(…) es el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado, o en cualquier otra forma incompatible con la Carta de las Naciones Unidas, …”. El artículo II señala que “el primer uso de la fuerza armada por un Estado en contravención de la Carta constituirá prueba prima facie de un acto de agresión…”. El artículo III describe en detalle ciertas formas específicas de la agresión, tales como “la invasión o el ataque por los fuerzas armadas de un Estado del territorio de otro Estado o toda ocupación militar, aún temporal, que resulta de dicha invasión…”. Asimismo menciona “el bombardeo por las fuerzas armadas de un Estado, del territorio de otro Estado…” El artículo III tipifica otras modalidades específicas de agresión, pero en opinión del suscrito las normas anteriormente citadas resultan más que suficientes para considerar que Rusia con sus acciones militares sobre el territorio de Ucrania y los bombardeos incesantes contra muchas de sus ciudades, es el Estado agresor, que solo se ha defendido al amparo del artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.
La agresión Rusia sobre Ucrania originó una reacción internacional muy fuerte de sus vecinos europeos como es el caso de Moldavia, Polonia, Chequia, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, y otros más al norte como Letonia, Estonia, Lituania e igualmente Finlandia y Suecia, siendo estos dos últimos países oficialmente neutrales. Por cierto que la mayor reacción salió de los Estados Unidos que ha aplicado sanciones económicas contra Rusia, que la han debilitado económicamente. Gran Bretaña se ha sumado al liderazgo norteamericano, que también ha influido sobre Francia y particularmente Alemania, que se debate entre la necesidad de seguir comprando gas ruso, respecto del cual ha realizado importantes inversiones en ductos marinos.
No cabe duda que la agresión rusa ha causado una profunda alteración en Europa pero también en el resto del mundo, incluyendo Latinoamérica, por las consecuencias económicas indirectas de las sanciones contra Rusia. A lo que debemos agregar la situación de China, principal aliado de Rusia, que la sigue apoyando, pero que también podría desatar otra invasión, aún más costosa y compleja, como sería un ataque aeronaval y anfibio para conquistar Taiwán. Semejante agresión sería vista con extrema aprehensión por los países del Asia Pacífico (salvo Corea del Norte que apoyaría ese desenlace) y también los Estados Unidos, que continúa siendo de facto el supremo garante de la isla Taiwán como Estado independiente frente a China. Nos encontramos, por lo tanto, en una peligrosísima situación internacional que podría desencadenar una III Guerra Mundial de carácter atómico entre sus principales protagonistas.
Entonces, ¿qué hacer? El famoso economista norteamericano Jeffrey Sachs que tiene múltiples vinculaciones con el gobierno ruso de Putin, ha dicho que la expansión de la OTAN a los estados vecinos de Rusia fue un grave error impulsado por los Estados Unidos. En una reciente entrevista incluso dejó entrever que Rusia no era un Estado agresor sino tenía un gobierno preocupado, frente a la posibilidad de que Ucrania se incorpore a la OTAN y que si en el 2021 hubiere recibido de los Estados Unidos una garantía en el sentido que Ucrania no se integraría a dicha alianza, la invasión no se hubiere producido. Jeffrey Sachs traslada la responsabilidad de Rusia como agresor frente a Ucrania a la omisión de los Estados Unidos en no dar esa garantía. Encuentro que ese argumento refleja una enorme una enorme y dolosa falacia, reñida con la lógica y el más elemental criterio ético. Su argumento además queda destruido por los hechos. Rusia desea que Ucrania no ingrese a la OTAN y para impedirlo la invadió antes de producirse esa incorporación. En esa forma Putin desató una guerra preventiva para prevenir que Ucrania se convierta en un aliado de Occidente, pero con la invasión lo único que consiguió, aparte de originar una terrible destrucción y muerte en su país vecino, es que Ucrania de hecho se convierta en un aliado de la OTAN para su conservar su independencia.
¿Cuál es la solución? En este caso de alguna forma debemos darle una oportunidad al Derecho Internacional. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas está paralizado por el veto ruso, pero la Asamblea General de las Naciones Unidas ya consideró a Rusia como el Estado agresor de Ucrania con una resolución con una importante mayoría de votos, a pesar de que China y algunos países más se abstuvieron. La reacción de Ucrania con la ayuda de armamento con tecnología de punta de los Estados Unidos y otros países europeos, ha sido muy fuerte y luego de 60 días de la invasión Rusia solo ha ocupado ciertas zonas del país agredido principalmente en su parte oriental y meridional para cortarle el acceso a sus puertos del mar Negro. Esta suerte de estancamiento podría llevar a una solución negociada con la intervención de Estados Unidos y China. Ucrania ha pedido que la China intervenga, lo cual puede que no guste a los Estados Unidos así como al resto de Europa, pero podría facilitar la negociación de un cese de fuego y el retiro de Rusia de las zonas invadidas con excepción de Crimea. Sin duda tendrá que haber una negociación que quizás legitime la anexión de dicha península a cambio del retiro de Rusia.
Lo anterior evidentemente es una especulación, pero no podemos dejar de mencionar que Putin considera Ucrania una parte de Rusia, lo cual es cierto históricamente, pero no en el ámbito jurídico reciente a partir de la disolución de la Unión Soviética el 31 de diciembre de 1990. Putin ha tratado a sus “hermanos ucranianos” como si fueran sus peores enemigos y eso nunca será olvidado. No creo que ambos pueblos se reconcilien en el futuro inmediato, pero si sería muy conveniente el retiro de Rusia aún a costa de que Ucrania acepte la pérdida de definitiva de Crimea. ¿Será posible? Solo el tiempo lo dirá.
Martín Belaunde Moreyra.
Bachiller en Derecho y Abogado por la PUCP y Magíster en Derecho Civil y Comercial por la USMP. Abogado en ejercicio especializado en Derecho Minero e Hidrocarburos. Autor del libro “Derecho Minero y Concesión”. Ha sido Vice Decano, y Decano del Colegio de Abogados de Lima, y Presidente de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y en el ámbito público: Embajador del Perú en Argentina y Congresista de la República del Perú en el período 2011-2016.
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