Debo confesar que el título inicial del presente artículo iba a ser “Elogio a la brevedad” en la escuela trazada por Erasmo de Rotterdam, el gran humanista holandés del siglo XVI con su obra “Elogio de la Locura”, pero llegué a la conclusión que nadie lo iba a entender. Eso a pesar que Mario Vargas Llosa escribió una de sus novelas siguiendo esa tendencia, llamada “Elogio de la madrastra”. Sin embargo no soy ni el primero ni el segundo y por consiguiente, debo intentar que mis breves artículos sean comprensibles para quienes se tomen el esfuerzo de leerlos.
En primer lugar estoy de acuerdo con la designación de los nuevos seis miembros del Tribunal Constitucional (TC), en reemplazo de los seis que se encontraban con mandato vencido, Queda uno a quien expreso mi mayor respeto y cordialidad personal, lo cual no significa menosprecio a los cesantes, sino que simplemente les llegó su hora en un sentido cronológicamente objetivo.
Ello no obstante, aprovecho esta tribuna para hacer una exhortación o quizás más exactamente una recomendación a los nuevos magistrados: abrevien el texto de sus sentencias que se publican en El Peruano para que el gran público pueda leerlas. El TC como institución del Estado goza del privilegio que sus sentencias sean publicadas en El Peruano, sin costo para dicha institución, con el objetivo ostensible de que sean leídas por el máximo número de personas, abogados y gente de cualquier otra profesión, oficio o beneficio. El objetivo de la publicación y del gasto al Erario Nacional, es que se divulgue el sentido de la jurisprudencia constitucional. Ello no obstante, ese sentido se traiciona si el texto de tales sentencias es de una extensión tan desmesurada, que disuade al lector más atrevido de la titánica tarea de dedicar interminables horas para leer tales párrafos jurídicos. A lo que debo agregar su enrevesada redacción.
Y aquí nuevamente no quiero hacer una crítica al sentido específico o general de las sentencias tal como se expresan en su parte resolutiva, que pueden ser acertadas o equivocadas, sin perjuicio de que marquen una pauta para casos parecidos que puedan presentarse en el futuro. Precisamente con ese propósito en mente, reconociendo que los hechos específicos de cada caso deben ser resumidamente expuestos, creo que la fundamentación jurídica también debe ser sintetizada, evitándose largos párrafos que solo serán leídos y comprendidos por sus redactores, sean asesores de los magistrados o ellos mismos si tienen la paciencia de tomarse ese pesado trabajo.
La jurisprudencia de los tribunales tiene un sentido educativo en el mejor concepto que se le pueda dar a esa frase, pero ese objetivo se traiciona y deviene inútil si el texto de la sentencia y su redacción así como estilo, deviene en incomprensible para el común de los mortales. El derecho se aplica a todos pero para que sea válido, legítimo en el mejor significado de ese vocablo, no es una ciencia a la que solo unos cuantos privilegiados tienen la oportunidad de acceder y el resto simplemente la condena o el oprobio de sufrir. El derecho no debe convertirse en una ciencia oculta, con la que a veces – muy desafortunadamente- se le compara. El derecho que es la base práctica de la justicia, merece un mejor trato en la redacción de los fallos y los abogados que somos sus maestros o artesanos, debemos ser fieles a la consigna de ser entendidos por nuestros clientes, por las partes en los juicios y en general por todos los ciudadanos, que tengan el patriótico y razonable interés de comprender como funciona un Estado de Derecho.
Esta exhortación, obviamente no es ni implica un mandato, sino el deseo de un ciudadano común y corriente como cualquiera, preocupado por el sentido de la justicia y por el devenir del Estado peruano – o mejor dicho de la República del Perú – que se merece el mejor destino compatible con nuestra condición ciudadana y siendo creyente, de hijos de Dios.
Martín Belaunde Moreyra.
Bachiller en Derecho y Abogado por la PUCP y Magíster en Derecho Civil y Comercial por la USMP. Abogado en ejercicio especializado en Derecho Minero e Hidrocarburos. Autor del libro “Derecho Minero y Concesión”. Ha sido Vice Decano, y Decano del Colegio de Abogados de Lima, y Presidente de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y en el ámbito público: Embajador del Perú en Argentina y Congresista de la República del Perú en el período 2011-2016.
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