No hay una explicación fehaciente sobre por qué el MINSA ha cerrado casi todos los vacunatorios.  Menos de la mitad de la población está protegida con las tres dosis de rigor.  Pero los principales centros de Lima Metropolitana ya no existen y cuando algún ciudadano desea ponerse la cuarta debe concurrir en su mayoría a la posta médica de su distrito. Solo han quedado el del Jockey Plaza y el de Magdalena, en la Costa Verde.

Hasta donde sabemos, la pandemia no ha terminado y esta decisión no se debió tomar.  Actualmente, la vacunación con la cuarta dosis está indicada para adultos mayores y mayores de cincuenta años, pero pronto se extenderá a todos. Han surgido variantes leves; nada indica que el azar traiga nuevamente una peligrosa.  El MINSA ha decidido tirar la toalla en este asunto y la vacuna contra el Covid se ha convertido en una más. Aun así, el uso del barbijo es obligatorio en lugares cerrados, pues el virus que se transmite por aerosoles aún da vueltas.

¿Cómo es posible semejante descuido con la población?  Somos el país que más muertes tuvo por millón de habitantes y eso no nos exime de bajar la guardia. Las vacunas contra el Covid han demostrado ser efectivas y por tal motivo se debió continuar con las facilidades del caso. Por ello, es de una irresponsabilidad terrible el que los grandes centros de aplicación de las dosis se hayan reducido. Estas nos protegen contra las nuevas mutaciones y evitan un cuadro de muerte o de entrada a la zona UCI. Quizá la razón  es que poca gente acude ahora a inmunizarse, pero ya corresponde al gobierno de turno ejecutar campañas potentes con el fin de que los ciudadanos tomen conciencia y acudan a inocularse el fármaco.  Lamentablemente, los avisos en medios de prensa no son tan poderosos para convencer al ciudadano sobre cómo enfrentar al enemigo oculto.  Nadie avizoró que en pleno siglo XXI estallaría una pandemia de esta envergadura.

El MINSA afirma que ya nos hallamos en un estado endémico; sin embargo,  no existen pruebas de ello.  La gente se sigue contagiando y el que está bien inmunizado puede enfrentar al coronavirus con mayores oportunidades de superarlo. Se sabe  que las muertes que todavía ocurren son las de pacientes que no han recibido ninguna dosis.

 No nos quedemos de brazos cruzados ante esta incompetencia del gobierno.  Los vacunatorios deben ampliarse. La gente necesita percibir que aún se lucha contra el mal; el gobierno debe concientizar en torno del hecho de que esto no ha cesado y requiere demostrarlo con su presencia.  Se han producido rebrotes por esta negligencia y hay que subsanarla.  Las campañas  han de ser más agresivas para que el efecto sea positivo.  Cerrando lugares no se consigue nada; solo que sigamos expuestos a la enfermedad.

Por más que el SINADE quiera sincerar las cifras de muerte, estas siempre serán mayores a las que se indican.  Por eso, debemos seguir en estado de alerta ante cualquier eventualidad. También es sabido que no colocarse la mascarilla trae consigo rebrotes  Esto ocurre sobre todo en la población joven que ve en ella una molestia.  Y varios han contraído la enfermedad. El uso de la cubierta y el distanciamiento social son los puntales para hacer frente a la pandemia.  Esta no ha cerrado sus puertas.  El MINSA sí lo hizo. Recapaciten y tomen las medidas necesarias -sin incapaces o inútiles al mando, por favor- con el fin de que la población colabore. No se ha convertido aún en endemia.  Por lo menos, no en nuestro país.

Miryam Patricia Falla Guirao
Licenciada en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Doctora en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Exbecaria de Investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina en el área de Ética y Bioética. Docente Universitaria en pre y post-grado. Conferencista en universidades, colegios profesionales e instituciones jurídicas y de salud.

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