La red está plagada de publicidad de todo tipo. Es una invasión que no permite acceder a lo que en verdad queremos averiguar. La propaganda está a la orden del día. Solo entremos a Google y veamos la sección de noticias; es posible que nos interesemos por alguna de ellas, pero el resto… Ingresar a un post está orientado por nuestros intereses. Ya es imposible leer un artículo sin que aparezca la avalancha de asuntos descartables e intrascendentes. Lo peor es su inserción en el texto; ello nos genera confusión con respecto de dónde comienza y dónde termina. Y es de toda naturaleza. Desde cursos en inglés on line de dudosos resultados hasta la venta de un auto que en dos años será obsoleto, es decir, chatarra contaminante. Esto genera fastidio en el lector, hasta el grado de que ya no provoca seguir. ¿Cómo regular el uso de internet con respecto al tema? No es fácil, sobre todo si se trata de anunciantes de las páginas web requeridas y que pagan millones. Sin embargo, en aquellos espacios que no precisan nada de lo anterior, aparece con el mayor descaro. Son las rémoras cibernautas que se adhieren sin dar tregua. O sanguijuelas.
Las plataformas de internet se han vuelto un aluvión de ofertas. Existe una de ellas, de nombre “Roja Directa” que, según comentarios, sirve para ver partidos de fútbol. En este espacio aparece merchandising pornográfico en todo su esplendor, a sabiendas, claro, de que se trata de un público en principio masculino y ávido de fuertes emociones. Doble distracción para el fanático del deporte. Esto nos da una idea de cómo van las cosas. La publicidad gobierna gran parte del ciberespacio. Los mercaderes son muy conscientes de ello. Por ejemplo, si queremos acceder a Youtube sin la plaga de marras hay que pagarles una cuota. Se trata del exclusivo Premium. Nos honran así por acceder a una zona limpia de intrusos. Muy considerados… Esto ya se pasó de castaño a oscuro. ¿A cuántas aplicaciones es factible acceder sin sentirnos invadidos? Mejor ya no pregunto.
Incluso, al encender la computadora, ya están apareciendo anuncios de toda índole, principalmente de antivirus. A veces nos aseguran, muy ladinos, que nuestra máquina está infectada, por el solo hecho de que compremos el producto ofertado. Vender, vender y vender. Eso es prioritario hoy. Si estamos utilizando el Zoom, se abre una ventana con productos diversos. Los trabajos remotos surgidos a raíz de la pandemia se infestaron.
También llegan noticias extranjeras, las que nos arriesgamos a malinterpretar como ocurridas en el Perú. Estas llegan con su valor de cambio proveniente del exterior: comercio abundante. Y si deseamos revisar los diarios locales, porque algo ha llamado nuestra atención, la publicidad aparece lista para golpearnos. Ya no nos ofrecen pagar por librarnos de ella, sino que simplemente se muestra sin freno: restringen así nuestra libertad. ¿Es justo que se nos cobre por una aplicación sin interrupciones publicitarias? No.
Una aplicación que, en principio, es gratuita se convierte en una explosión de ofertas, en su mayor parte inútiles. Sabemos a qué atenernos antes de entrar a la web. Casi todo aparecerá con un vendedor o quizá varios. Hasta ofrecen una visa para USA, jugando con la necesidad y el anhelo de muchos que aún creen en el american dream. Poco o nada es de nuestro interés. Es posible que ustedes opten ya por no leer una noticia, columna o artículo para así no desperdiciar tiempo con los invasores (más espeluznantes que los de la clásica serie de los sesenta que llevaba ese título), quiene copan el espacio y relegan los textos a segundo plano. Estemos bien atentos al respecto y sepamos a qué atenernos. Sepamos diferenciar y no meter el pie en el lodo.
No todo lo que brilla es oro; en medio de tal ataque, podríamos caer víctimas de estafas, porque en esta realidad virtual todo es posible. Mucho cuidado al respecto y sepamos tomar la información que llega con pinzas; no caigamos presas de los más grandes infortunios. Cuidado con estos arácnidos virtuales con ojos de caja registradora.
Miryam Patricia Falla Guirao
Licenciada en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Doctora en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Exbecaria de Investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina en el área de Ética y Bioética. Docente Universitaria en pre y post-grado. Conferencista en universidades, colegios profesionales e instituciones jurídicas y de salud.
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