Desde el inicio de este gobierno, debido a múltiples desatinos, yerros y constante agitación social, el Congreso de la República ha mantenido sobre la cabeza del presidente, cual espada de Damocles, la vacancia por Incapacidad Moral Permanente. Sin embargo, el Congreso tropieza con un obstáculo que ellos mismos aprobaron: la votación calificada. Para la vacancia por esta causal requieren votos de 2/3 de los miembros del Congreso; es decir, 87 votos.
He leído la exhortación que en 2003 hizo el TC al Congreso para reformar su Reglamento en cuanto a la votación necesaria para vacar al presidente. Para removerlo por incapacidad moral, por esas fechas se requería mayoría simple; es decir, resultaba suficiente que los votos a favor superen a los en contra. En tal exhortación el TC fundamentó su pedido comparando la votación que se requería para censurar a un ministro, que por entonces era más del 50%, frente a la mayoría simple que se exigía para vacar a un presidente. Es decir, para un ministro se requería la mitad más uno, sin embargo, para el presidente, que es de mayor jerarquía, bastaban que los votos a favor superen a los en contra sin importar alcanzar el 50%.
El TC habría pensado que, a mayor jerarquía, mayores votos, esgrimiendo el principio de razonabilidad. En realidad, me parece que la relación es inversa, sobre todo porque el presidente goza de mayores prerrogativas que los ministros, como la inmunidad. Merece considerarse también que el peligro es mayor pues los inmensos recursos del Estado, que son de todos los peruanos, podrían caer en manos de un presidente irresponsable que los utilizaría, incluso, para ganar votos en el Congreso. Por último, es pertinente considerar que a mayor jerarquía mayor poder, como es el caso de considerar al presidente Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. Por estos motivos, el Congreso debería contar con una herramienta legal equiparable al poder presidencial, a fin de salvaguardar a tiempo las riquezas del erario nacional y la moral y dignidad del cargo, pues el presidente personifica a la Nación. Si el poder del presidente, o su protección constitucional, es superior al poder del pueblo representado en el Congreso, se pervierte el sentido de la democracia representativa y el sano equilibrio de poderes.
El problema con la propuesta de los 2/3 de votos es que, de este modo, el poder se traslada a la minoría pues resulta suficiente 44 votos en contra para impedir la vacancia. De esta forma se corrompe el sentido democrático, que es la soberanía del pueblo y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes, pues es evidente que 44 congresistas imponen su voluntad a 86. Si la exigencia fuese mayor, como 4/5 (80%), sugerida en algún momento por la expresidenta del TC, Marianela Ledesma, bastarían 27 congresistas para imponerse a 103, violentando la voluntad popular puesto que el Congreso es la representación del pueblo, primer poder del Estado y Representación Nacional.
Algunos entendidos han manifestado el peligro de retornar a la mayoría simple; sin embargo, la evidencia empírica demuestra que durante su vigencia no se usó como algunos temen. Es más, precisamente por la vigencia de la mayoría simple vacaron al presidente Fujimori, lo que no hubiera ocurrido con la votación calificada, pues los votos solo llegaron al 52%. En cambio, ahora que está vigente la votación calificada resulta perniciosa pues deviene en ineficaz para corregir los estragos de la inestabilidad política que ahora vivimos.
Trasladar el poder a unos pocos congresistas siempre fomentará impunidad y, con eso, incrementa el riesgo que el Ejecutivo cogobierne con pocos congresistas, formándose camarillas que mutuamente se protegen mientras la mayoría congresal observa impotente.
Lo más saludable para la gobernabilidad del país sería retornar a la mayoría simple. Es la garantía para el pueblo, en caso de advertir que llevó a Palacio a un falso valor, de prevenir a tiempo los probables desastres que pudiera provocar su accionar. Es también el contrapeso al inmenso poder del presidente; caso contrario se produce un desbalance, un sobrepeso para el Parlamento que, cuesta arriba, tendría que buscar los votos para la vacancia entre quienes gozan de los favores del Ejecutivo.
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Juan Reyes La Rosa.
Administrador de empresas y Contador Público, con estudios de maestría en Administración en la UNMSM y Diplomado internacional en Control de Gestión en la Universidad de Piura en convenio con la Universidad de Chile. En el terreno del ajedrez es XIII Campeón Nacional de ajedrez postal, y Candidato a Maestro por la Federación Internacional de Ajedrez. Ha publicado diversos artículos relacionados a la teoría del juego. En el campo de la investigación ha orientado sus esfuerzos al estudio de Leonardo da Vinci y su famosa pintura La última cena. Su reciente publicación, Reforma del Ajedrez y el Número de Oro, demuestra el origen matemático del ajedrez.
Muy bueno el análisis del congreso en este tiempo de inestabilidad política con signos de recurrencia y crónica,podemos cambiar lo que se repite acá y en casi todo el mundo,solo conozco una respuesta que está escrita hace miles de años,sin mi nada podéis hacer dijo aquel cuyo nombre es sobre todo nombre,ante el cual se a de doblar toda rodilla y toda lengua confesará que él es el Señor,el único que tiene poder para cambiar el corazón del hombre razón por la cual la tierra gime y está en dolores de parto,el también dijo,Yo soy el camino,la verdad y la vida,pero el hombre a desechado ese camino y a elegido el camino que lleva a la muerte y de esto hay evidencia en toda la tierra,por eso digo que mientras el hombre sin Dios siga pretendiendo cambiar el mundo solo y desnudo delante del Omnipotente entonces su fin siempre será el fracaso hasta aquel día glorioso cuando se abran los cielos y veamos volver al salvador del mundo a reinar sobre la tierra,solo ahí acabará todo el caos por la maldad e incredulidad del hombre,así está escrito y así será ,Dios nunca a dejado de cumplir su palabra.Amen.