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Que se vaya, que se vaya…

…y que no vuelva nunca más.

De inmediato le ponemos un rostro, o más de uno, a este tema que interpreta Olga Tañón. Cuántas veces queremos que desaparezcan para siempre algunos individuos nefastos de la faz de la tierra. ‘Ojalá pase algo que te borre de pronto…’ canta Silvio Rodríguez en su memorable canción de los setenta.

Esta semana terminó otro capítulo de la infame y funesta gestión de la Federación Peruana de Fútbol. No hay diferencia entre los que están en Palacio y los que están en Videna. Incapaces, oscuros, plagados de intereses personales y caraduras. No tienen sangre en la cara, mienten, creen que el resto les creemos, pero en realidad solo hay un puñado, muy pequeño, de ingenuos que aún confían en ellos, porque seguro persiguen también un beneficio propio.

Durante tres décadas usaron artilugios para perpetuarse en el poder y ‘manejar’ el fútbol peruano (aprovecharse). Se decían gente ‘decente’, pero cuando usas el reglamentarismo para quedarte y te aferras a los cargos, a pesar de no tener resultado positivo alguno que mostrar, entonces eso huele mal.

Había terminado la época dorada en la que el Perú tuvo al Nene Cubillas, uno de los grandes goleadores de la historia de los mundiales, a Julio César Uribe, en el podio sudamericano junto con Maradona y Zico, a un superdotado César Cueto que podría haber sido uno de los jugadores más cotizados del mundo, a Héctor Chumpitaz, nombrado como ‘Capitán de América’, a Sotil triunfando fugazmente en el Barcelona de España, a delanteros como Muñante, Barbadillo, Oblitas destacando en Centroamérica y Europa, y a Cachito Ramírez, quien gracias a sus dos goles en la Bombonera, Argentina quedó fuera del mundial de México 70, por última vez en la historia.

Debía entonces empezar un proceso serio. El fútbol se estaba modernizando en el planeta. Desde tierras europeas descubrían la necesidad de suplir la falta de talento y gracia, por un fútbol total, atlético, táctico. Que compensara y complementara esa magia que regularmente provenía de tierras sudamericanas.

Pero el Perú se quedó estancado. Se empoderó con una treta a las Ligas Departamentales (entiéndase fútbol amateur) y con eso se obtenían los votos para ser reelectos indefinidamente. Eso llevó a que nuestro país llegase a ser el último o penúltimo de la región. Una desgracia, pero aún así seguían gozando de todos los privilegios ante la Conmebol y FIFA y no tenían intención de cambiar, de irse. Nunca hubo amor por el fútbol, solo por sus intereses particulares.

Pero la corrupción campeó en este deporte a nivel mundial. El dinero fácil, al arreglo de resultados, la adjudicación de sedes para torneos y muchos otros males lo fueron minando, al punto que colapsó el organismo mundial y por supuesto el regional. Personajes nefastos que manchaban a sus instituciones nacionales y que terminaron procesados y hallados culpables, manchando la pelota.

Hacia mediados del 2014 Manuel Burga el entonces sempiterno Presidente de la FPF, anunció que convocaría elecciones y que él no participaría, cosa que por supuesto, nadie creyó. Poco tiempo después quedaba clara la razón, él tenía que preparar su defensa legal porque la noche oscura había llegado para todos los presidentes sudamericanos.

Sus operadores trataron de manejar la elección con dos listas ‘amigables’, que pasarían por alto cualquier tema complicado y seguirían manejándose las cosas de manera muy similar, para llevar la fiesta en paz.

Ahí es donde aparece Edwin Oviedo, empresario azucarero, de origen humilde, que, como grupo empresarial había asumido la administración, en un pésimo momento del Juan Aurich de Chiclayo, y había logrado el milagro, no solo salvarlo de perder la categoría, sino de convertirlo en Campeón Nacional. Un hombre que ‘no era del fútbol’ había obtenido un resultado asombroso en poco más de un año.

Oviedo fue invitado por Agustín Lozano para asumir la candidatura a la presidencia en esas elecciones. Lozano era uno de los operadores de Burga. Quien manejaba justamente a las Ligas Departamentales (24 votos). Para Lozano era un riesgo calculado. Creía que podía manejar al flamante presidente electo. Además él era Alcalde de Chongoyape, por Alianza para el Progreso, el partido de otro personaje de aquellos. Sí, el que vende Maestrías, con plagio incluido.

Al ganar y asumir la FPF, Oviedo propuso un cambio estructural. ‘Haremos un plan de gobierno corporativo’. Los departamentales formaban si bien formaban parte del directorio, no así de la gestión, como sucede en cualquier empresa.

Se conformó un ‘Comité consultivo’ con ejecutivos de primer nivel del mundo empresarial. Se creó una Dirección Deportiva. Se diseñó una estrategia para la contratación del nuevo comando técnico, con objetivos y perfiles claros. Y se empezó con las negociaciones hasta contratar a Ricardo Gareca.

Siempre se pensó en un plan a mediano y largo plazo. No cortoplacista para endulzar a la afición con caramelos. Se contrató como Secretario General a un gerente con amplia experiencia en el mundo corporativo, y con Juan Andrés Matute llegamos un grupo de ejecutivos con probada solvencia profesional y moral, condiciones indispensables para un proyecto de esta envergadura.

Diseñamos el ‘Plan Centenario 2022’, un plan estratégico sustentado en 4 pilares, que abarcaba todos los aspectos, y que significaba la transformación total de un sistema caduco y fracasado. Se buscaba ‘convertir al fútbol en un motor de cambio social’.

Esto rompía con el ‘establishment’, quebraba el sistema del ‘pericoteo’, del amiguismo, de valerse del fútbol para sacar provecho propio. Rápidamente muchos se opusieron a esto, se acababa la mamadera y beneficios subalternos. En algunos de los clubes ‘profesionales’ también hubo rechazo. Llegaban exigencias que romperían los ‘negociados’. Se acabarían los dobles contratos. La llegada de ‘paquetazos’. Se vería afectada la intermediación de mercaderes que solo le hacían daño al sistema, muchas veces amarrados con el periodismo.

El ‘Plan Centenario’ existió y comenzó a implementarse con una inversión millonaria. Miles de niños y jóvenes pasaron por ‘visorías’ a lo largo de todo el país, se crearon centros de desarrollo en todas las regiones. Esto se pudo gracias a que la gestión Oviedo incrementó en 400% los ingresos, se había recuperado la reputación al 95%, se contrató a las principales empresas auditoras internacionales y se atrajo a muchos empresarios y ejecutivos que se sumaban para ayudar a construir el futuro del fútbol peruano a través de comisiones independientes ‘ad honorem’, que no tenían su ‘aceitadita’, como ahora.

Perú regresó a un mundial después de 36 años. La gestión dirigencial trajo como consecuencia logros deportivos.

A fines de diciembre de 2018, una sucesión de hechos oscuros, que hasta ahora no han sido esclarecidos por la justicia, forzaron la ausencia obligada de Oviedo, y asumió Agustín Lozano la presidencia.

Lozano ya tenía un sinfín de rechazo y testimonios que lo señalaban como uno de los personajes más cuestionados de la dirigencia futbolística del Perú. Arreglo de partidos, compra de árbitros y jugadores, manejo turbio de la escuela de entrenadores, venta del ascenso a la primera división, participación en derechos televisivos, apropiación de indumentaria deportiva y el rosario sigue.

Pocos meses después se conoció de una investigación que concluyó en que él dirigía una red de reventa de entradas. Tanto de las que le correspondían de cortesía, como de las que él compraba, a través del sistema de ´compra corporativa’. Incluso involucrando a sus familiares. ¿Suena conocido?

Increíblemente la Conmebol lo encontró culpable, pero lo sancionó benignamente. Negoció su voto. Una vergüenza internacional. Por mucho menos han inhabilitado de por vida a otros.

Ya en el poder Lozano echó por la borda todo lo avanzado. Dio de baja el Plan de Menores. Abandonó el nuevo centro de selecciones. Y puso freno a todas las reformas. Lamentablemente esto se dio con el silencio del Director Deportivo, aquel que debió ser el defensor de las mismas. El mutismo de Oblitas lo convirtió no solo en ‘ciego’, sino en ‘mudo’.

Hoy para retener a Gareca quisieron engañar ofreciendo un plan que ya existía y que ellos mismos habían descartado. Pero el ‘Tigre’ no es tonto, sabía que la única garantía para que eso se cumpliese es que él asumiera todo el control.

Eso Lozano no lo iba a permitir, tenía que deshacerse de él y sabemos cuál fue el final de la historia. El maltrato era algo que, en los códigos éticos del profesor Ricardo Gareca y su Comando Técnico, era inadmisible. La ingratitud es algo imperdonable.

Agustín Lozano se tiene que largar, por las buenas o por las malas. Y con él quienes hayan sido sus ‘compinches’ en este enorme fracaso. Juan Carlos Oblitas, el otrora puntero izquierdo y correcto entrenador, tiene que dar un paso al costado, su posición es insostenible al costado de este nefasto personaje.

Los que verdaderamente amamos el fútbol no podemos permitir que estos facinerosos sigan siendo las sanguijuelas de este hermoso deporte.

Ya basta.

Guillermo Ackermann MenachoDesde hace más de cuatro décadas me desempeño como gestor en el campo de las comunicaciones, marketing y responsabilidad social, tanto en empresas del mundo corporativo, instituciones con fines sociales, medios de comunicación, radios, televisión, digitales, así como en la producción de contenidos audiovisuales, publicidad, documentales, videos institucionales y diversos programas. He sido productor ejecutivo de material producido en 24 países. Desde mi juventud he participado en diversas iniciativas sociales, deportivas y religiosas, como promotor y voluntario. Soy un convencido que este mundo se puede cambiar si cada uno pone su granito de arena y, en lo que hago, trato de poner el mío.

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