Estados Unidos sigue siendo la primera potencia del mundo en términos científicos, estratégicos y económicos. China es la segunda, pero cada vez más cerca; el PBI del primero está en US$ 21 trillones, mientras que el otro tiene 15 trillones. Después viene Japón con 5, Alemania con 4, UK 3.3, India 3.2, Francia 3.1, Italia 2.2, Canadá 2.0, Corea Sur 1.8, Rusia 1.7, Brasil 1.6, España 1.5, México 1.2.
En términos de población, Estados Unidos tiene 340 millones de habitantes, China 1,400 millones, India 1,300 (a fin de 2022 superará a China).
En términos científicos, tecnológicos e industriales la cercanía de China a EEUU es aún mayor, gracias a la política de inversiones de EEUU y la Unión Europea, quienes en los últimos 45 años, con sus billones de dólares y euros en el mayor mercado del mundo, le han transferido también ciencia y tecnología de punta que en gran medida han hecho posible el extraordinario desarrollo económico de China, y esto es imparable, a pesar de los intentos de Trump de procurar el “desacople” (decoupling) de las economías de EEUU y China, política que no sigue Biden.
Naturalmente, el gobierno chino también ha hecho lo suyo, gracias a diversas variables: economía privada con capitalismo de Estado y partido único, apertura cuasi irrestricta al ingreso de todos los factores económicos procedentes de países occidentales y Japón, práctica industrial de copiar y mejorar (siguiendo el modelo japonés), invertir económica y políticamente en Asia, África, Medio Oriente y América Latina a niveles no igualados por ninguna otra potencia, ser el mayor tenedor de reservas internacionales, en particular de bonos del Tesoro de EEUU, ser la primera potencia comercial del mundo, avance científico equiparable a las potencias de Occidente, la mayor red de inteligencia electrónica al servicio de su desarrollo económico y bélico, así como una cuasi completa estabilidad sociocultural y cohesión nacional, salvo en los casos minoritarios del Tíbet, Xinjiang y Hong Kong, además de una eventual reconquista de Taiwán.
El factor de la distancia pareciera no ser preocupación de Beijing si consideramos que, con el modelo de la “ruta de la seda”, han involucrado a decenas de países que ya disfrutan de la cooperación china en el súper continente euro-asiático, logro que complementan siendo la primera potencia naviera del planeta. En lo ideopolítico, el régimen chino no es demasiado exigente, pues lo que tiene prioridad para ellos es tener la oportunidad de hacer negocios en función de su desarrollo económico, de suyo vital para su próxima consolidación como superpotencia estratégica mundial.
Sin embargo, la primera prioridad de China no está en los mercados externos. El potencial aún incipiente de su mercado interno es de tal magnitud que cuando logren desarrollarlo llegarán, posiblemente, a poseer el 40% del PBI mundial, esto es el doble que el de EEUU. Y esto, es cuestión de esperar a lo mucho una década más, lo que para China es apenas unos minutos dentro de su tiempo cósmico, si se tiene en cuenta que es el único país con una continuidad estatal de 6,000 años, de los cuales sólo 200 años no ha sido la primera potencia del mundo, los cuales están a punto de terminar, como se conjetura.
Así, pues, que el futuro es celeste imperio, el que no necesariamente tiene que ser negativo para los países de Sudamérica, en la medida que sepamos negociar como bloque articulado, habida cuenta que somos, posiblemente, el continente con mayores recursos naturales, alimentos, y un potencial humano innovador que nos puede ubicar, integrados, como la tercera economía del mundo.
Para otro momento, abordaré las fortalezas y flaquezas de nuestro Big Brother, con miras a establecer cómo debería ser, a nuestro criterio, su estrategia global para procurar un frente interno coherente y cohesionado, así como un plan para construir una alianza económica y estratégica funcional con Europa, América Latina y Oceanía, de tal manera que pueda conseguir un balance estratégico solvente frente a China y su posible adlátere ruso, luego del terrible patinazo táctico cometido por Putin con su lamentable incursión en territorio ucraniano.
Hernán A. Couturier Mariátegui.
Diplomático de Carrera, Licenciado en Relaciones Internacionales. Desempeñó los cargos de director general de Planeamiento, Asuntos Especiales, y de Asuntos Políticos, director nacional de Desarrollo Fronterizo y Límites, Subsecretario de Europa y de América, así como de Asuntos Multilaterales. Secretario General de la Cancillería y Coordinador General de la V Cumbre ALCUE. Ha escrito artículos y monografías sobre política exterior y ha sido profesor en la Academia Diplomática, Instituto de Gobierno de la Universidad San Martín de Porras y en la Maestría de Gestión Pública de la UPC. En el exterior, se desempeñó como Cónsul General en Nueva York, Embajador en Zimbabue, Canadá, Bolivia, Brasil, Guyana y Reino Unido e Irlanda del Norte.
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