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Con  P de Patria

En este complicado 28 de julio del 2022 no pretendo plagiar, sino tomar prestado la genial letra de Augusto Polo Campos en su inmortal vals “Y se llama Perú”. Mucha agua ha corrido bajo los puentes,  y es necesario recordar el extraordinario aporte que significó la obra musical de ese recordado compositor. Honor a su memoria.

El Perú es un país multifacético. Nuestro generoso mar de las 200 millas está hoy delimitado en todos sus extremos, de norte a sur, de este a oeste, con reconocimiento internacional. La costa peruana  goza de un clima único, entre húmedo y seco,  que se presenta en muy pocas zonas del planeta. Ese mar otorga a nuestro hábitat costeño la peculiaridad de una producción agrícola de la más variada calidad y cantidad a lo largo del año. Ello  en torno a valles que concentran ciudades con población abigarrada, hábil para las más variadas profesiones y oficios, que permiten su supervivencia en  difíciles condiciones, templadas por la respuesta al desafío permanente del diario vivir.

Nuestra sierra, también conocida como Cordillera de los Andes, que viene del sur del continente, se extiende hasta el norte  frente al Océano Pacífico y el Caribe. Los Andes reflejan desde el aíre la imagen de una arrugada pasa, cuyas irregulares líneas  son sus valles profundos, elevados hasta altiplanicies abiertas y soleadas, donde tenemos pastos amarillos que alimentan auquénidos y el ganado venido con la conquista. Esa sierra de inmensa majestad que a veces culmina en el mar, ha permitido el surgimiento de grandes culturas en tierras peruanas y vecinas. Me refiero al Tiahuanaco, Moche, Chimú y Chavín para culminar en el Imperio de los Incas que dominó la región andina desde Tucumán hasta el valle central de Chile, los picos nevados del Perú y Bolivia, nuestros valles costeños e interandinos, para culminar en el reino de Quito y en Pasto al sur de Colombia. Ese imperio, sin embargo,  fue sometido por una conquista donde la sorpresa, los caballos y las armas de fuego traídos desde España, vencieron a un Inca indomable que cayó abatido por la cruel adversidad.

¿Y qué podemos decir de nuestra bella Amazonía regada por ríos que nacen de las cumbres andinas y que se extienden en grandes cauces hasta llegar al Océano Atlántico? De las lluvias de la sierra salen pequeñas torrentes que discurren hasta los llanos alimentadas por  lluvias tropicales que también permiten el florecimiento de un bosque verde. Los Incas se limitaron a ciertas entradas como las de Macchu Pichu o Chachapoyas. Las órdenes misioneras avanzaron movidos por la fe religiosa  para evangelizar a las comunidades nativas dispersas en la jungla. Después, en los siglos XIX y XX vinieron los exploradores que trazaron mapas con patriótico empeño – desciendo de uno de ellos – para luego entrar en la escena  caucheros de alma codiciosa, que abusaron de sus compatriotas selváticos. La historia no es cristalina y está llena de claroscuros que revelan imágenes crueles y sombrías. Las matanzas del Putumayo son un ejemplo frente al heroico descubrimiento del itsmo de Fitzcarrald. En ese avance nacieron Iquitos, Yurimaguas, Pucallpa, Puerto Maldonado, Orellana, Caballococha y otras ciudades amazónicas que representan nuestra heredad territorial.

Frente a este admirable paisaje también debemos considerar el legado de nuestros pensadores. La Peruanidad dijo Víctor Andrés Belaunde, “es una síntesis comenzada pero no concluida… ello le dará un sentido primaveral a nuestra historia”. José Carlos Mariátegui afirmó como Amauta que “debemos peruanizar al Perú”. Víctor Raúl Haya de la Torre habló de “pan con libertad” y avizoró  nuestro destino continental como una “gran democracia indoamericana”. Fernando Belaunde Terry propuso la “conquista del Perú por los peruanos”  así como  el recorrido de “pueblo por pueblo”. Y al igual que ellos tantos otros que sería largo enumerar, pero que de ningún modo debemos olvidar.  En esta hora crucial de incertidumbre y expectativa, pensemos en el Perú como una realidad de “todas las sangres” al decir de Arguedas, para reafirmar nuestra fe en el destino de nuestra patria como grande, fuerte y libre.

Martín Belaunde Moreyra
Bachiller en Derecho y Abogado por la PUCP y Magíster en Derecho Civil y Comercial por la USMP. Abogado en ejercicio especializado en Derecho Minero e Hidrocarburos.  Autor del libro “Derecho Minero y Concesión”. Ha sido Vice Decano, y Decano del Colegio de Abogados de Lima, y Presidente de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y en el ámbito público: Embajador del Perú en Argentina y Congresista de la República del Perú en el período 2011-2016.

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