En reciente acto conmemorativo de nuestras fiestas patrias se evocó he hizo reminiscencias de la memorable misiva que el general Don José de San Martin dirigió al libertador Simón Bolívar, en dicha carta San Martin denotaba que la conducción del Perú requería capacidades y competencias que implicaban mayor dominio y experticia, por ello daba hidalgamente un paso al costado con la finalidad que la gesta emancipadora iniciada, llegara a concretarse en razón al gran esfuerzo y valía que significo dicha empresa.
Este acto de profundo desprendimiento, hizo evocar enseñanzas que marcaron mi formación y que grandes docentes del ámbito de la Administración Pública nacional me impartieron en las aulas de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP – INAP) y que justamente se reúnen con el momento que estamos viviendo en el país, en donde la ética en la función pública, relevante concepto, que se define como el elemento que permite generar conciencia de un comportamiento y conducta moral que se genera dentro de la administración del Estado para procurar la integridad, calidad y eficiencia en la gestión de los intereses colectivos y comunes, por ello el comportamiento ético de los servidores en el cumplimiento de la función pública, resulta ser una condición medular y esencial para que exista y se desarrolle una eficiente administración pública, al ser el elemento inherente y de mayor importancia que evidencia su propia naturaleza constitutiva.
Aunado al enfoque ético en el ejercicio de la función pública, la dignidad en su cumplimiento se relaciona con la probidad, concepto que nos refiere la actuación con rectitud, honradez y honestidad, procurando en ello satisfacer el interés general y desechando todo provecho o ventaja personal.
Ambos principios de la función pública, son los que en este momento necesitamos valorar y dimensionar, para comprender lo que significa su ejercicio y desarrollo, con ellos podemos expresar la capacidad y competencia que se requiere para poder ejercerla adecuadamente, sin estos elementos ejemplarizantes y de apostolado como lo son la ética y dignidad, es nula su viabilidad, toda vez que en ellos se fundamenta la vocación de servicio y entrega a la sociedad de los conocimientos y experiencia que se va adquiriendo con el propio desarrollo personal.
Por lo expresado, todos debemos cada vez más comprender y valorar incesantemente lo que significa el desempeño de la función pública, que es y será primordialmente la representación del ejercicio digno y ético del servicio a nuestra nación.
Jaime Castro.
Docente e Investigador en la Especialidad de Gestión Pública y Metodología de la Investigación aplicada de la Universidad de Lima (ULima), ex – Coordinador académico del Área de Innovación Empresarial de la Carrera de Administración de la ULima. Miembro del Comité de Ética en la Investigación del IDIC – Ulima. Servidor y funcionario público con más de 25 años de experiencia dedicados a la gestión pública en diversas instituciones del gobierno nacional, Doctorando en Gestión Estratégica por el Consorcio de Universidades Privadas del Perú, Maestro en Administración de la UNFV, Master en Gerencia Pública de la Eucim Business School – España, Postgraduado en Gestión y Dirección de Empresas por la Pontificia Universidad Católica del Perú – PUCP, Especialista en Gobernabilidad y Gerencia Política por la PUCP y la George Washington University – USA. Licenciado en Administración.
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