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Un solo proyecto: Perú

En los últimos meses he visto como han proliferado iniciativas que buscan convertirse en ‘la salvación’ a la enorme crisis en la que nos encontramos como país.

Por lo menos conozco de 10 ‘colectivos’ que se reúnen y cada uno de ellos está convencido que su ruta es la que la nuestra patria necesita.

Algunos solo están enfocados en la caída de este régimen. Otros enarbolan la bandera del ‘que se vayan todos’. Algunos pocos creen que el camino pasa porque se vaya solo el congreso. Y, por supuesto, no podían faltar los que sostienen que el presidente debe quedarse hasta el fin de su mandato, sin importar el costo – país.

Sin embargo, de lo que he conocido no encuentro una reflexión profunda sobre cuál es el origen del problema. Se cree que tiene que ver con la ‘ideología’, es decir, con el conjunto de ideas que propone tal, o cual, gobernante, o su partido de turno. Ya sea de izquierda, de derecha, o de centro. Otros argumentan que la discusión no es política, sino de cómo se implementan ellas, es decir, conservadora, liberal o de manera extremista. La discusión se centra en sí eres tradicional, o progresista. Y así pasan los meses y nos parecemos al perro que quiere morderse la cola, dando vueltas en círculo, sin lograr ningún resultado. La polarización parece habernos secuestrado.

Quizá el problema de mayor visibilidad hoy es la corrupción. Encontré en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española varias definiciones de las cuales rescato:

  1. En las organizaciones, especialmente públicas, práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones, en provecho de sus gestores.
  2. Deterioro de valores, usos y costumbres.

Mi primera reflexión sobre estos significados es que la corrupción no se circunscribe a una actividad del sector público, o privado. Se da en cualquiera de ellos y regularmente en el mismo acto corrupto encontramos participantes de ambos sectores.

Pero lo más importante está, desde mi punto de vista, está en la segunda definición, pues, para mí, ahí está la madre del cordero: Hemos permitido que los valores se deterioren. Los hemos suprimido de nuestros usos y costumbres.

Si no nos damos cuenta de que la crisis principal es de valores, no vamos a poder resolver nada. Todo lo que hagamos serán soluciones parciales que no resolverán los temas de fondo. La ética y moral no son subjetivas. Hace unos días escuchaba afirmar a un supuesto líder lo contrario.

La corrupción es un cáncer que no se cura con ‘mejoral’. Se tiene que prevenir eligiendo a las personas idóneas para las tareas correspondientes, y, si se detecta primariamente, tomar decisiones rápidas para evitar que siga avanzando.

Si es que su detección no fue en el momento adecuado, entonces hay que ser extremos y extirparla, aplicando todo tipo de tratamiento para detenerla. Aun así, sabemos que podría ser demasiado tarde.

En el fondo la corrupción se resume en la suma de actos para beneficiarte indebidamente de tu posición, sin importar el daño que le ocasionas a la sociedad, a tu familia, a tu país y a ti mismo. Y por eso creo que, siendo terrible en los funcionarios públicos, es igual, o peor, en los empresarios que corrompen y se dejan corromper.

Se debe combatir a largo plazo, desde la familia, la escuela y en los círculos sociales. Dejemos de alabar nuestro falso ‘criollismo’. Ya no exaltemos al ‘pendejo’ como el más vivo y sabido. El ‘recurseo’ que sea bienvenido, siempre y cuando actúe en regla y sin transgresiones.

Para mí esa es la primera gran tarea.

Y la segunda, la he escrito varias veces, es la imperativa necesidad de encontrar consensos, que dejemos la atomización de propuestas y encontremos los comunes denominadores.

Sin un falso chauvinismo, el Perú tiene todo para ser una potencia. Recursos naturales, una geografía maravillosa, historia, cultura, una gastronomía de standard mundial. La lista es interminable, pero nada de esto sirve si no tenemos un proyecto nacional.

Tenemos que trabajar una propuesta que llegue a todos, que permita el acceso a la salud, educación, agua y electrificación a los lugares más recónditos. Qué construya la infraestructura para que pueda estar al servicio de los más necesitados y el país esté conectado. Que proporcione igualdad de oportunidades para los peruanos. Ya sea para hombres y mujeres. De la capital, o del interior del país. De condición humilde o más acomodado. Todos somos peruanos y nos lo merecemos.

Hago un llamado, una exhortación, casi una súplica a los ‘líderes’, ya sean políticos, sociales, empresariales, que depongamos nuestros intereses particulares. NINGUNO ES EL MESÍAS, el esperado de los tiempos. Busquemos consensos y unámonos. Si queremos encontrar algo que censurar en el otro, hallaremos mucho y malgastaremos el tiempo en críticas, cuando ni siquiera nos hemos mirado a nosotros mismos y aprendido de nuestros errores.

Hagamos algo grande por nuestro país. Ése será el mejor regalo que le podemos hacer.

Pongamos al Perú por delante. Que el Señor de los Milagros nos conceda esa Gracia de encontrar los caminos para un país más justo, fraterno y reconciliado.

Guillermo Ackermann MenachoDesde hace más de cuatro décadas me desempeño como gestor en el campo de las comunicaciones, marketing y responsabilidad social, tanto en empresas del mundo corporativo, instituciones con fines sociales, medios de comunicación, radios, televisión, digitales, así como en la producción de contenidos audiovisuales, publicidad, documentales, videos institucionales y diversos programas. He sido productor ejecutivo de material producido en 24 países. Desde mi juventud he participado en diversas iniciativas sociales, deportivas y religiosas, como promotor y voluntario. Soy un convencido que este mundo se puede cambiar si cada uno pone su granito de arena y, en lo que hago, trato de poner el mío.

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