El presidente Castillo no podrá permanecer en su cargo por mucho tiempo. Me refiero a unos cuantos meses más. Hace rato cavó su tumba. Él, sólo él, y nadie más que él la cavó. En realidad, empezó a cavarla en el 2017, cuando lideró – a la bruta – la huelga magisterial de aquel año.
En aquella ocasión, Castillo demostró ser una persona sin escrúpulos. ¡Cómo olvidar las irrupciones y destrozos perpetrados por él mismo en los aeropuertos de Jauja, Cusco, Juliaca y Arequipa! ¡Cómo olvidar los bloqueos de cuantas carreteras y vías férreas se le cruzaron por el camino! ¡Cómo olvidar las pedradas y agresiones a los maestros iqueños que no acataron su huelga!
Entre paréntesis ¿con qué autoridad moral – un tipo así – pretende evitar las huelgas de transportistas y de agricultores que vienen ocurriendo en todo el país? Eso se llama: tomar de su propia medicina. En fin…
Por otro lado, Castillo se opuso tajantemente a la evaluación de los maestros. Esa fue la principal causa de su lucha magisterial. Sin embargo, como la verdad siempre sale a la luz, revelado el escándalo de su tesis trucha, queda claro que su reticencia a ser evaluado se debía a que el tipo es un ignorante. ¡Jamás habría aprobado ninguna prueba de conocimientos!
Ahora bien, la cereza de la torta la puso cuando – teatralmente… y a la voz de tírate – en plena marcha se dejó caer al suelo, para simular una agresión policial inexistente. ¡De ahí le viene el cinismo! Ahí, en ese preciso momento, Castillo empezó a cavar su propia tumba.
Luego, en el 2021, primero como candidato presidencial y luego como presidente de la República, siguió cavando su tumba. Efectivamente, mintió, mintió… y sigue mintiendo. Castillo es un mentiroso compulsivo sin ningún propósito de enmienda, ni vergüenza, ni sentido de arrepentimiento.
Designó a lo peor de lo peor para que lo acompañaran en su organización criminal. Ahora todo el mundo sabe de las coimas en las obras del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) y en los asensos de los oficiales de las Fuerzas Armadas y Policiales. Los audios y WhatsApp que aparecen un día sí y el otro también lo involucran directamente. Así – lampada tras lampada – Castillo terminó de cavar su propia tumba.
Ahora sólo falta que caiga en ella. Y va caer. La pregunta es ¿cuándo? O, mejor dicho ¿qué debemos hacer para que caiga definitivamente y salgamos – por fin – de la pesadilla Castillo?
A ese respecto, debemos mantenernos firmes y vigilantes, como lo hemos sido en este primer año de gobierno de Perú Libre. Es decir, denunciando la corrupción del presidente Castillo y de su entorno, y desenmascarando la inoperancia de su equipo de gobierno. Resistiendo con paciencia, criticando en redes sociales y medios de comunicación, y protestando a voz en cuello por calles y plazas… sigamos así.
Recordemos, Castillo entró con el moño alto, y se lo tuvo que bajar en menos de lo que canta un gallo. Quiso cerrar el Congreso y no pudo. Quiso imponernos una asamblea constituyente para perpetuarse en poder y tampoco pudo. Quiso controlar el Congreso, el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas y Policiales, la prensa y hasta el clero, y no ha podido. Hasta ahora, el tiro le está saliendo por la culata.
El desempleo y – consecuentemente – el empobrecimiento de millones de peruanos le están pasando factura. El hambre – creciente – reflejado en la proliferación de ollas comunes y mendigos en las calles, hacen insostenible a este gobierno estatista, corrupto e inoperante.
Respaldemos a los congresistas que están dando la batalla por la libertad y la democracia. Defendamos a los periodistas que se están comprando el pleito de la lucha por la verdad. Aplaudamos a los jueces y fiscales – y policías – que contra viento y marea están investigando y confrontando a Castillo y su pandilla.
Firmeza, valentía, paciencia, perseverancia… y mucho amor por el Perú. Eso es lo que se necesita para que Castillo caiga – finalmente – en la tumba que él mismo cavó. Además, prohibido perder el buen humor. Un pisquito de vez en cuando nunca viene mal. A mal tiempo… buena cara. Ya vienen tiempos mejores. Falta poco. ¡Va a caer!
Fernando Cillóniz.
Culminó sus estudios de Ingeniería Económica en la Universidad Nacional de Ingeniería (Perú). Estudió un MBA en Escuela de negocios Wharton de la Universidad de Pennsylvania. Ha sido director del Banco Internacional y miembro del Consejo Consultivo del Diario El Comercio. Fue ex regidor de Ica.
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