Ya han transcurrido doce meses desde que el presidente Castillo juró el cargo como jefe de Estado.  ¿Qué se podría decir a propósito de su gestión?  El contrapunto entre el Ejecutivo y el Legislativo continuó sin medida ni clemencia.  Estos líos que tanto daño propinan al país no desaparecieron; al contrario, se agudizaron.  La interpelación y censura de ministros fue el motor que puso en marcha el carro.  Como en un juego de niños, Castillo nombraba a su gabinete entre los más cuestionados y prontuariados elementos, como si quisiera provocar a la población y al Congreso. Poco le faltó decir “gasten esta bala de plata que ya llega la de oro y desaparecerán”.  El Legislativo -con todas sus falencias y taras-, ha vivido bajo esta amenaza el primer año.  Sin embargo, las mociones de vacancia no se hicieron esperar; igual se presentaron, pero resultaron un fiasco.  No cabe duda de que ante tan desastrosa gestión existen quienes blindan al Presidente.  Resulta incomprensible que ante un desempeño menos que mediocre, las dos mociones no hayan prosperado. Quizás no lo sea, con tanto “niño suelto” que negocia prebendas bajo la mesa.

Los cuestionados gabinetes de Castillo fueron el menú del día. Un continuismo desesperanzador, ya que al relevar a los ministros se elegía siempre dentro de la misma gestión al que lo sucedía en la línea administrativa, y aún se sigue haciendo.  La mayoría de ellos no estuvieron ni están preparados para el cargo: demostraban un deleznable vacío técnico o profesional.

Como si fuera poco, tenemos entre los ex miembros del Ejecutivo a personajes corruptos que se encuentran fugados o la clandestinidad. Juan Silva es un claro ejemplo de ello.  Un personaje sin formación suficiente para la tarea que se le encomendó anda escondido sin dar la cara ante los delitos que se le imputan.  Castillo no quiso despachar desde Palacio de Gobierno desde un principio y eligió la casa del Jirón Sarratea en Breña; al final se le obligó a cambiar de planes y, al amparo de la Constitución, entrar a la Casa de Pizarro. 

Las reuniones en Breña continuaron y apareció en escena un curioso personaje, Karelim López, quien en su papel de colaboradora eficaz señaló que el Presidente Castillo lideraba una organización criminal en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones. Todo demasiado turbio y fuerte para soportarlo.  Escándalo y escándalo.

Con semejante historial, las razones para vacar o sustituir al Presidente están más que claras.  Es el primer mandatario investigado por la Fiscalía en pleno ejercicio de su cargo.  Por si fuera poco, y para rematar el cuadro, su Secretario General, Bruno Pacheco, fue sorprendido con veinte mil dólares en el baño de su despacho en Palacio.  ¿De dónde provenía este dinero y para quién era?  Y a su hija putativa-cuñada se le sorprende ofreciendo obras de saneamiento en Chota a nombre de una empresa.  ¿Qué está pasando?  ¿Hemos tenido un gobierno corrupto desde el principio? ¿Quieren más perlas? Siete ministros del Interior en menos de un año. El Perú no se merece tantas cuentas en rojo.  Y esto en medio de una guerra entre los dos primeros poderes del Estado, con el marco de una pandemia que no acaba y cuadros de extrema pobreza.

 El autodenominado gobierno del pueblo no ha hecho absolutamente nada por acercarse a la gente ni a sus necesidades, comenzando por el hecho de no declarar ante la prensa. O hacerlo de modo belicoso, en el estilo Torres.  Así, con todos estos obstáculos, Castillo llegó a cumplir su primer año de gobierno.  ¿Milagro? ¿Llegará al segundo?  Es ahora un Presidente sin bancada en el Congreso; Vladimir Cerrón, Secretario General del partido que lo llevó al triunfo, lo invitó a renunciar a este bloque político.  Cada tramo se torna en una incógnita mientras el Perú navega como un barco a la deriva.  Por el bien de la patria, el Presidente debería dar un paso al costado y renunciar. Creemos que no lo hará. ¿Qué nos espera, entonces? La cirugía de la legalidad debe operar.

Miryam Patricia Falla Guirao
Licenciada en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Doctora en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Exbecaria de Investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina en el área de Ética y Bioética. Docente Universitaria en pre y post-grado. Conferencista en universidades, colegios profesionales e instituciones jurídicas y de salud.

0 comments on “Cuentas en rojo

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: