Es un hecho que la pandemia no ha terminado y queda por delante un tiempo más con su terrible presencia.  Sin embargo, desde el inicio de esta a la fecha se han relajado medidas.  El coronavirus es igual de agresivo que al principio. La diferencia es que una buena parte de la población ya está vacunada.  Pero como se presentan las cosas, no es suficiente.  No todos los ciudadanos tienen el esquema de vacunación completa e, incluso, son muy pocos los que se han inoculado la cuarta dosis.  Las vacunas tienen fecha de vencimiento cada seis meses y las personas deben acudir a los centros médicos o vacunatorios para aplicarse la siguiente. Lamentablemente, no ha sido así y, según fuentes confiables, habría cerca de 200 muertes diarias por Covid 19.  Esta mortandad corresponde sobre todo a pacientes no vacunados -o con serie incompleta- y comorbilidades que se suman al grupo etario. 

El gobierno oculta la verdadera situación de la pandemia. Antes, el MINSA reportaba la sala situacional de la Covid 19; hoy por hoy, nada de esto aparece difundido. Avanzamos a ciegas; no sabemos sobre qué terrenos nos movemos y los contagios prosiguen sin tregua.  El adecuado uso de la mascarilla es lo único que nos está salvando de la enfermedad, lo mismo que un distanciamiento social que no siempre se respeta.  Se han suspendido los vacunatones que tanto bien y facilidades proporcionaban a la ciudadanía.

El porcentaje de personas inmunizadas con la cuarta dosis no llega ni a un 30% cuando a estas alturas ya deberíamos rondar el 70%.  La ciudadanía no acude a colocársela porque el gobierno no hace campaña al respecto.  Las cosas se asumen como si la situación se hubiera superado.  Nada de esto es así: hay un sistemático ocultamiento de la verdad al público.

Con la llegada de la viruela del mono, este parche ha aumentado.  Ya tenemos cerca de 500 casos y ocupamos el segundo puesto en Sudamérica al respecto.  Pero aquella no es mortal; el Covid, sí.  Lo que debería hacer el gobierno es retornar a los vacunatones para personas a partir de los doce años. Si la gente no acude a inocularse la cuarta dosis -que ya toca- es porque el MINSA no exhorta o convence a nadie.  Esto es muy importante, porque la inmunidad de las vacunas caduca sin miramientos.  Ahora existe una cepa nueva que es la Centaura. Sobreviene así la posibilidad de que el virus mute a formas más agresivas.  No lo sabemos y por eso mismo es vital la protección.  Sobre eso hay que informar a la ciudadanía. 

Algunos han experimentado efectos secundarios muy fuertes tras la vacuna y ya no quieren pasar por lo mismo.  Pero ello no es razón para no vacunarse.  Son colaterales; aquí sí vale el dicho de que “más vale prevenir que curar…o lamentar…”. 

Estamos creyendo una verdad a medias y necesitamos conocerla en su totalidad.  Un mal dato puede llevarnos a la catástrofe.  Algunos medios de prensa reportan el avance de la vacunación y nada con respecto a la sala situacional de la pandemia misma.  Las cosas no están funcionando. Lo único que actualmente nos protege de la enfermedad es el barbijo.  Una mascarilla bien puesta es una barrera poderosa.  Está cumpliendo el papel de las vacunas para quienes no las tienen.  Las campañas necesitan retornar con fuerza para enfrentar a esta pandemia que luchará por quedarse.  No sabemos cuánto tiempo pasará; por lo pronto sigue entre nosotros, eligiendo víctimas a su antojo.

Miryam Patricia Falla Guirao
Licenciada en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Doctora en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA). Exbecaria de Investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de la República Argentina en el área de Ética y Bioética. Docente Universitaria en pre y post-grado. Conferencista en universidades, colegios profesionales e instituciones jurídicas y de salud.

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