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El espejo de Argentina

La señora Cristina Fernández de Kirchner, actual Vicepresidenta de Argentina y dos veces mandataria de dicha nación, ha sido objeto de una muy grave acusación de corrupción y también de la incautación de bienes de gran valor, inmuebles, automóviles, así como productos bancarios, obtenidos como resultado de tales actividades.  En su acusación el fiscal ha pedido para ella una pena de 12 años, algo nunca visto antes. Esta situación en un país extranjero, con el cual mantenemos seculares vínculos  de amistad fraternal, ha motivado que el Presidente Castillo se solidarice con la señora Kirchner. Para muchos, entre los que me encuentro, esa actitud constituye una indebida y por cierto innecesaria intervención en los asuntos internos de Argentina, tanto en el ámbito judicial  como en el  político.

El autor del presente artículo tuvo el privilegio de ser embajador del Perú en Argentina entre febrero del año 2003 y julio del 2006, período que coincidió con la elección de Presidente Néstor Kirchner, quien alcanzó la segunda votación después de Menem, pero éste le cedió el paso por temor a ser vencido por su rival peronista. Al final de su mandato en el 2007 Néstor Kirchner apoyó la primera elección de su esposa Cristina, quien fue reelecta por un período adicional hasta el año 2015. El imperio de los Kirchner, marido y mujer, se destacó como un régimen populista inspirado en la memoria de Perón, que aprovechó un período inicial de bonanza en las exportaciones argentinas, que le dio la liquidez necesaria para reactivar la economía, pero al mismo tiempo permitió una gran corrupción a favor de la pareja presidencial y de sus allegados íntimos.

¿Por qué esa combinación de populismo demagógico y de corrupción? Parece ser que ambos fenómenos se desarrollan al unísono, de lo cual cualquier observador imparcial llegaría a la conclusión que al pueblo no le interesa la honestidad de los gobernantes, en la medida que otorguen un mínimo de beneficios económicos así terminen arruinando al país. De alguna manera eso ha sucedido a la Argentina, país que en el año 1945, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, se proyectaba como una potencia exportadora a la altura de Canadá y Australia. Hoy por desgracia su situación es totalmente distinta y  ahora Argentina se manifiesta como un país en permanente crisis inflacionaria, que borra cualquier fortalecimiento económico. Sin embargo Argentina durante los últimos 50 años ha elegido presidentes cuyos gobiernos  deshonestos   atizaron políticas despilfarradoras para mantenerse en el poder. La peor mezcla posible vista desde cual perspectiva.

Sin duda el Perú no puede compararse a la Argentina. Nuestra economía es bastante menor y por cierto no tenemos ni por asomo la riqueza agropecuaria de Argentina que  la benefició para catapultarla a mediados del siglo XX, a una posición de privilegio en el mundo. Sin embargo siendo más pequeños hemos tenido un desarrollo equilibrado basado en exportaciones mineras y gasíferas, que hasta el año 2019 nos permitió llegar a una relativa prosperidad con una efectiva reducción de la pobreza extrema. Desafortunadamente eso cambió con la llegada  del Covid 19, que desnudó nuestras flaquezas en muchísimos aspectos, en particular en el excesivo número de muertos por la mala política sanitaria del gobierno de Vizcarra, que prefirió la demagogia a combatir la pandemia.

La corrupción, sin embargo, es algo que nos  vincula a la Argentina en un momento de gran inestabilidad política, con un Congreso formalmente opositor pero que no se atreve a tomar medidas que conduzcan a la vacancia presidencial. En realidad el Congreso en términos prácticos ha servido de barrera de contención para desacelerar los actuales esfuerzos de la Fiscal de la Nación para combatir la corrupción. El presidente Castillo se ha manifestado solidario con Cristina Kirchner, porque sabe que si pierde el poder, podría ser objeto de una acusación similar a la sufrida por ella, que en estos momentos no goza del escudo de la presidencia de su país. El presidente Castillo se mira en el espejo de Argentina siendo consciente que su reflejo lo puede llevar a la ruina política y personal.

Martín Belaunde Moreyra
Bachiller en Derecho y Abogado por la PUCP y Magíster en Derecho Civil y Comercial por la USMP. Abogado en ejercicio especializado en Derecho Minero e Hidrocarburos.  Autor del libro “Derecho Minero y Concesión”. Ha sido Vice Decano, y Decano del Colegio de Abogados de Lima, y Presidente de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y en el ámbito público: Embajador del Perú en Argentina y Congresista de la República del Perú en el período 2011-2016.

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