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La humanidad en el Metaverso

¿Qué construiremos en el Metaverso?, es cierto que aún no ha logrado concitar la atención de las mayorías porque su acceso no es senillo ni económico, sin embargo, sus primeros habitantes le están dando un diseño que, lamentablemente, se asemeja mucho a nuestra realidad. ¿Será que hemos sido capaces de construir un entramado tecnológico tan sofisticado para transformarlo en un espejo de la sociedad? Quienes ya han podido participar, mencionan que las grandes empresas tienen sus locales o algo semejante y que algunas ciudades están replicadas con absoluta fidelidad, quitando, como era de esperar, aquello que no es agradable. La pobreza, la violencia, la marginación y los demás males que nos acechan. Se podría considerar que es una forma de evasión, ya que funcionaría como un espacio alternativo en el cual las consecuencias del orden social no se advierten. Cabría preguntarse si se trataría de un lugar sin padecimientos o sin testimonios, es decir, sin toparse con sujetos que sufran. En un caso, funcionaría como una utopía en escala individual, ya que no se puede cambiar el mundo, al menos ingreso en otro que no tiene esos problemas. La otra posibilidad no es esperanzadora porque sólo pretende continuar así pero sin tener que importunarse. Acaso la búsqueda de vida en otros planetas sea impulsada por el mismo anhelo.

En cualquier caso, se pone en evidencia que aún con los desarrollos tecnológicos más sofisticados, nuestra mirada del mundo no varía. ¿El Metaverso sólo será una sucursal de la realidad, un complejo sucedáneo, un consuelo para sobrellevar nuestro fracaso como especie? Si pudiéramos suspender nuestra subjetividad y aproximarnos a esta situación, es probable que nos sorprendiera que mientras el planeta que habitamos cae víctima de la mayor devastación, nos distraemos jugando a la realidad virtual. Será que hemos claudicado y no nos dimos cuenta. Y ante la imposibilidad de regenerar los ecosistemas y de instaurar una organización social que no nos transforme en mercancía, optamos por entretenernos intercambiando signos con otros avatares, simulando que habitamos un mundo sin las limitaciones humanas, sin enfermedades, sin muerte. Resulta atractivo, pero parece agotarse en la dimensión onírica de cada sujeto. O será que, ante la caducidad de las utopías, de las religiones, del desencantamiento del mundo adoptamos a la tecnología para que nos ofrezca una dosis de misterio, de fascinación, de entusiasmo. La empobrecida mirada de la posmodernidad no puede solventarse sola ¿o acaso una selfie no es la mayor reducción que podamos obrar en una persona? No somos nuestro rostro, aunque intentemos velar a diario por su perpetuación.

Los diferentes Metaversos ofrecen la oportunidad de reflexionar acerca de nuestro desempeño en el mundo que habitamos. Quizás en el entorno digital sea más difícil anular las consecuencias de un acto de maldad, y entonces volvamos a temer por nuestra reputación. Sin embargo, nada hace pensar que seamos capaces de una obra superadora. Si recibimos un planeta maravilloso y lo estropeamos, ¿cómo podríamos tener alguna expectativa? ¿Habrá lugar para el alma en el Metaverso? Ojalá porque en el mundo cada vez tiene menos espacio. 

Luis Sujatovich.
Profesor, Doctor en Comunicación Social. Se desempeña como docente investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina). Fue becario posdoctoral en CONICET y realizó una estancia de investigación posdoctoral en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Castilla – La Mancha (España). Es autor del libro Prensa y Liberalismo publicado en 2019.

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