Vivimos en un país que posee dos partes que están superpuestas entre sí: Lima y las provincias, o al revés si lo prefieres, las provincias y Lima. Entre estas dos partes de un solo componente, existe una anchísima línea en la que se encuentran los ausentes de ese conocimiento y los alejados de todo compromiso e identidad con algún sector.
Tenemos limeños mazamorreros, limeños descendientes de provincianos, limeños que no se sienten limeños ni descendientes de provincia, migrantes que hablan de orígenes puros y no contaminados en su propia definición, migrantes que odian a los limeños y no saben dónde están sus enemigos creados por ellos mismos, limeños asqueados de los migrantes, cruces de migrantes, provincianos y limeños, migrantes que se alejan de los migrantes o los desconocen como iguales… una licuadora social y no un extracto de lo mejor de cada fuente.
Sin embargo –esa es una maravilllosa frase que hay que repetir siempre para que nadie se moleste en las reflexiones sociales-, Lima es un Perú chiquito que se impone sobre el gran país del que se alimenta. ¿No te gusta esto? No importa, es que tu categoría ciudadana es indefinida y además, no tienes ciudadanía activa para responder. Muy duro lo que escribo, pero es verdad.
Entonces, en este panorama social surge la realidad política tan enredada y confusa que hace que entre tres cartas se juege el destino de la ciudad: un gestor, un futbolista y un militar. ¿Qué requiere Lima? Un gestor, punto.
Y en la otra vereda, donde se ubica el actual presidente, ¿No habrá un muro de contención para impedir la gestión municipal democrática de un gestor, que se puede convertir en la amenaza política de una Lima de migrantes y limeños enardecidos contra el poder del gobierno central? Es posible y es necesario, es parte de una responsabilidad de participación, de voz creciente y necesaria, ¿Porqué no?
Nos jugamos con una sola carta la baraja completa, hacia eso vamos porque estamos obligados a hacerlo, no hay otro camino, no existe otro futuro si es que permitimos que el presente se siga ahogando en el caos, la corrupción y la impunidad.
Se requiere el liderazgo de un Alcalde de esa Lima que representa todo en el Perú y debe incorporar en su plan de expansión ciudadana muchas ideas, ejemplos y propuestas viables, inclusivas, convocantes y de progreso, porque sino, la vereda del fracaso nos hará imitadores de un presidente que no trabaja, ni deja trabajar.
Ricardo Escudero
Especialista en temas previsionales y recursos humanos, con formación en la UNMSM, Universidad de Lima y ESAN. Becario de las fundaciones Konrad Adenauer y Friedrich Ebert; Jefferson Fellow por The Thomas Jefferson Educational Foundation. Investigador periodístico y columnista de opinión política y análisis social. Autor de «La rebelión de la clase media» y «Desborde del estado y crisis popular».
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