El Poder Político, dice Wikipedia, es la lógica del ejercicio de las funciones por parte de las personas que ocupan un cargo representativo dentro el gobierno.
Para las Ciencias Sociales, el poder es la capacidad de un individuo (que está en el Poder Político) para influir en el comportamiento de otras personas u organizaciones sociales. El término “autoridad” se usa a menudo para designar al poder cuando es percibido como legítimo.
En los orígenes de los Estados-Nación, el poder del rey ungido derivaba de la autoridad divina, en los Estados Modernos el poder político deriva de la autoridad legítima del pueblo. Bajo el sistema de la soberanía popular, el pueblo aparece abstracto y sin fronteras, y es concebido como una entidad colectiva. En todo caso, el pueblo es necesario para sostener una política democrática y la noción del bien común.
El Poder en el Perú Republicano, ha variado de gobiernos civiles a gobiernos militares, de democracia a dictadura, de bonanza a crisis, y aun en la segunda década del Siglo XXI, seguimos con los mismos añejos problemas, que nos llevan ahora, a una crisis general. En este devenir, los elementos del Poder, sistemáticamente, no han sabido trazar un rumbo definido y claro en la conducción del país, y nos han llevado al desgobierno y a la desestabilización en la que estamos sumidos y no sabemos cuándo va a acabar.
Si comparamos los últimos proyectos de izquierda peruana, el protagonizado por Velasco del de Abimael Guzmán, son cara y sello de la misma moneda. Tienen grandes diferencias. El primero, consiguió logros, el segundo, no. El primero, se desarrolló en paz, el segundo, propicio una lucha fratricida. Lo malo para el país, fue que nos hemos quedado en esa ruta perversa e ilógica. No vemos, por ejemplo, que la izquierda en Uruguay y Portugal, han mejorado las condiciones de vida, aumentado los haberes y beneficios sociales. Que existen países como Australia y Noruega, que, con diagnósticos parecidos al nuestro, han convertido en su sociedad en una misma visión de futuro y que con unidad e identidad se puede formar parte del desarrollo global. Ergo, debemos decir que, no ganamos nada en recurrir a la tarea basadrina del militarismo o de cultores de una nueva historia, que conciben borrar todo lo andado y concebir otra nueva, abriéndoles de manera irresponsable, las puertas a los cultores del marxismo-leninismo-maoísmo- Pensamiento Gonzalo, y lo que muestran en realidad son delitos, ilícitos, ilegalidad y demás actos propios de los bandoleros.
En esa lógica. no podemos ensayar ser parecidos a gobiernos de izquierda radical encubiertos como sucede en Chile, donde la propia población no está de acuerdo con una nueva Constitución; ni con Argentina, que mantiene una Vice Presidenta con problemas judiciales y claros indicios de enriquecimiento ilícito; o una Colombia en la que aumentan los casos de invasión a la propiedad privada, semiparaliza la lucha contra la lucha contra las drogas y quita a los ancianos sus pensiones; o lo que pasa en nuestro país, en el que el propio Presidente, está envuelto en seis acusaciones fiscales.
A partir de la crisis actual, es necesario elaborar otra concepción del Poder. Una que reafirme la cultura occidental y deseche la socialización que ha llevado a Cuba, Venezuela y Nicaragua al abismo, y que pretendió en 1965 y en 1980, hacer de nuestro país un satélite comunista. Recordemos, que fueron las Fuerzas Armadas, en ambos momentos de nuestra historia reciente, que salvaron al país de ser sometidos a gobiernos y sistemas atentatorios de nuestros derechos y libertades. Y que ante la debilidad del Legislativo, Judicial y Ministerio Publico, se espera ahora que intervengan nuevamente. Como se trata de cambiar la manera de ejercer el Poder, eso ya no se puede hacerse.
Parafraseando a Braudel, necesitamos una arquitectura nueva, en la que bajo un mismo “tiempo geográfico”, las relaciones entre el hombre y el entorno, procuren el bienestar general; que en el “tiempo social” la economía, el Estado y la sociedad, tengamos visiones compartidas, y en el tiempo individual”, se busque la igualdad de oportunidades y no seguir alentando la desigualdad existente, que a la postre trae convulsión social. No podemos ir de un sistema que procura la ley y el orden a uno que alienta el desorden.
En una especie de confesión general, digamos que no hemos sabido administrar nuestro desarrollo. Que para cualquier paso adelante necesitamos instituciones eficientes y con credibilidad. Que es hora de pasar del diagnóstico a la estrategia, y para ello, necesitamos obtener pequeños logros y avanzar con prioridades y objetivos que se vayan sumando, y sobre todo líderes, con profundo amor a la patria y dotado de valores morales, que lo hagan realidad. Mientras esa feliz mañana llega, hoy en día, busquemos una salida judicial, política y social a la crisis, sin golpes de cuartel ni outsider extremistas de tipo Antauro o Bermejo, trazando, en democracia, y en el bien común, líneas de fuerza que harán la historia del mañana.
Víctor Velásquez Pérez Salmon. Coronel del Ejército del Perú en Situación de Retiro. Se ha desempeñado como Catedrático de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra, Director de la Comisión Permanente de Historia, y miembro del Proyecto Ejercito 2001. Es autor de varias publicaciones de historia, ensayos, poesía y cuento.
0 comments on “El poder en el Perú”