El pasado 5 de octubre se cumplieron 5 años del partido Perú – Argentina que nos dejó a tiro de piedra en el proceso de clasificación para el mundial de Rusia 2018. Lo más común es que uno pueda referirse a la performance de los jugadores en la cancha, a la estrategia del director técnico, a la actuación del árbitro, e incluso al rol de los hinchas que desde la tribuna pueden ejercer una presión que condicione.
Pero pocos se preguntan qué maquinaria funciona detrás de todo esto. A la labor dirigencial, cuando se da un mal resultado le cae de todo, pero cuando la suerte acompaña, todos la olvidan.
Y los peruanos para eso somos campeones, no solo tenemos muy mala memoria, sino que somos mezquinos y malagradecidos.
Este relato no tiene que ver con el partido en sí mismo, ni con el rendimiento de los jugadores, ni con la estrategia planteada por el director técnico Ricardo Gareca para neutralizar a la poderosa selección albiceleste, con el mejor jugador del mundo en la cancha.
Hoy no escribimos sobre el rol protagónico de la copiosa hinchada peruana, que se trasladó hasta Buenos Aires, ni del recibimiento apoteósico de miles de peruanos en la capital argentina.
El encuentro era de vida o muerte. El que perdiera quedaba prácticamente eliminado y el que ganaba, por el contrario, tenía pie y medio adentro. Era la peor eliminatoria argentina en varios procesos, muy mediocre. Venían de empatar con el seleccionado venezolano, que estaba en la cola. Un mal resultado ante Perú sería una debacle a todo nivel.
Perú, por el contrario, venía con una tendencia acelerada de crecimiento y venía obteniendo resultados históricos. Le había ganado por primera vez de visitante a Ecuador. A Paraguay lo goleó categóricamente en la propia Asunción. Hizo respetar su condición de local frente a Uruguay y el grupo estaba más compenetrado que nunca.
Por si fuera poco, gracias a una brillante gestión dirigencial, acababa de recibir los puntos del partido de visitante ante Bolivia, por una mala inscripción de un jugador. ‘Están pasando cosas’, decía el recordado periodista Daniel Peredo.
Fue en ese contexto que la AFA inició una gestión ante la FIFA, para jugar ese trascendente partido en el Estadio de Boca Juniors, conocido como ‘La Bombonera’. Ellos consideraban que ese escenario sería intimidante para los blanquirrojos, y que no soportarían la presión del público a lo largo del partido.
La FPF en acción
Nuevamente aparece la FPF y, de inmediato, reclama ante la FIFA aquel pedido, en primer lugar, por su extemporaneidad, ya que no se adecuaba al reglamento del máximo ente rector del fútbol para las clasificatorias, pero principalmente por la falta de garantías de que exista la suficiente seguridad para ese partido. ‘La Bombonera’, un tiempo antes, había sido suspendida por actos de violencia en la realización de un partido Boca – River.
La carta formal del Presidente de la FPF y la presencia del Secretario General en Zurich, alertaron a la FIFA, que fue muy exigente en las condiciones hacia la AFA para aprobarles esa cancha y que pongan el máximo de seguridad para garantizar el correcto desenvolvimiento del espectáculo.
Pero, sobretodo, sirvió para dividir a la hinchada argentina. Los medios alertaban de lo arriesgado de ese cambio, y cuestionaban la decisión de la AFA, cuyo presidente tuvo que salir a aclarar que había sido una decisión exclusivamente suya.
Argentina hacía casi 50 años no jugaba una eliminatoria en ese Estadio. Aparecieron los fantasmas del 69, en el que justamente Perú fue protagonista de la última vez en la que Argentina no fue a un mundial y la única oportunidad en la que ha sido eliminada en cancha.
Primer objetivo cumplido. El país gaucho dividido. Y afloraron todas las dudas sobre la elección de ese campo. Perú ya había metido un gol, antes del partido.
Uno – Cero.
El operativo Gallese
En el Centro de Selecciones Nacionales, coloquialmente llamado Videna, la Federación Peruana de Fútbol había implementado un Centro de Investigación y de Ciencias Médicas, al más alto nivel de Sudamérica.
Pedro Gallese, el arquero titular de Perú se había roto un dedo de la mano en su club Veracruz de México. Debido a ello, frente a Bolivia, actuó Carlos Cáceda, defendiendo la portería en una buena actuación.
Pero frente a Argentina, era muy importante la presencia del titular. En una reunión entre el comando técnico y el Presidente Oviedo le pidieron hacer la gestión para traer a Gallese, ellos ofrecieron recuperarlo en la Videna y tenerlo listo para el trascendental encuentro. Y así fue, la FPF hizo la gestión y silenciosamente el portero comenzó a trabajar en Lima, sin que nadie sospechara.
La noche del 5 de octubre, en Buenos Aires todos los medios daban por titular a Cáceda, muy pocos sabían de la carta bajo la manga. Directiva y Comando Técnico habían guardado celosamente el secreto. Enorme fue la sorpresa cuando en el once titular apareció el ‘Pulpo’ Gallese, que esa noche jugó el partido de su vida.
Dos – Cero.
El fantasma del 69
Los argentinos tampoco contaban con una última jugada previa.
En la lista de invitados preferenciales del presidente de la FPF se encontraba Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez. El verdugo de ‘La Bombonera’. El jugador peruano que había anotado los 2 goles con los que aquella tarde de 1969 Perú dejó fuera del Mundial de México 70 a Argentina.
Sin que pudiesen imaginárselo, en medio del Palco Principal, estaba aquel embajador de Perú, que, sin temor, se vistió como hincha rodeado de miles de argentinos, dándose el gusto de vitorear, reclamar, gritar gol y pechar al que le pidiera silencio. Lo sé porque tuve el privilegio de estar ahí, a su costado, y fui testigo del respeto que le tuvieron y el desmoronamiento emocional de los argentinos al finalizar el match.
Tres – Cero.
Al terminar el partido acompañé a ‘Cachito’ al camarín y entró para saludar a los muchachos por su gran actuación, rompiendo con el protocolo y logrando el fastidio de algún celoso. Al salir del vestuario abrazó efusivamente a Edwin Oviedo y a Juan Andrés Matute, porque ese triunfo también era suyo y de su equipo de gestión, entre los que humildemente me tocó estar, porque jugamos ese partido desde mucho antes que empezara.
Si bien el resultado fue Cero – Cero, para Perú esto significaba quedar a un partido de clasificar directamente, o de ir al repechaje, que fue lo que finalmente pasó. Lo que sigue lo conocemos fuimos al mundial de Rusia después de 36 años. Y esto se debió a un trabajo mano a mano entre Directiva, Comando Técnico y Jugadores.
ARRIBA PERÚ
Guillermo Ackermann Menacho. Desde hace más de cuatro décadas me desempeño como gestor en el campo de las comunicaciones, marketing y responsabilidad social, tanto en empresas del mundo corporativo, instituciones con fines sociales, medios de comunicación, radios, televisión, digitales, así como en la producción de contenidos audiovisuales, publicidad, documentales, videos institucionales y diversos programas. He sido productor ejecutivo de material producido en 24 países. Desde mi juventud he participado en diversas iniciativas sociales, deportivas y religiosas, como promotor y voluntario. Soy un convencido que este mundo se puede cambiar si cada uno pone su granito de arena y, en lo que hago, trato de poner el mío.
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