Columnas Víctor Velásquez

Lima es el Perú

He ido al centro de Lima, muchas veces. Antes de ayer fui a ver al Señor de los Milagros, a San Judas Tadeo y, de pasadita a comerme un pan con jamón en Carboné. Luego de muchos años, volver a Lima, me produjo desconcierto. Ya no es ni virreinal, ni emergente, ni siquiera soñadora. Con tanta basura, huecos, zanjas, paredes desteñidas y casonas a punto de derrumbarse, esta desvalida, llorona, desamparada. Las Galerías Boza, ahora parece refugio de maleantes. Ir hacia ese lugar, me evoca muchos recuerdos. De niño, vivía en el Jr. Palca, una transversal de Guzmán Blanco, y de allí, mi mamá nos llevaba, a mí y a mis hermanos, a tomar lonche en la Antigua Botica Francesa. De joven estudiante de colegio, acompañaba, en algunas oportunidades, a mi papá al Convento de San Francisco, donde funcionaba la Hermandad de San Judas Tadeo, de la cual mi papá era capataz general. Ya de cadete de la Escuela Militar, tomaba el colectivo una calle distante de la Plaza San Martin que me llevaba a Chorrillos, todos los días domingos, después de la salida de paseo. Alguna vez, visite el Bar “La Cueva”, que quedaba en el Pasaje Comercial de la primera cuadra del tradicional Jirón de la Unión.  Asistí a una fiesta de graduación al Sky Room del Hotel Crillón. A la salida tuve que caminar un poco para tomar colectivo en la Avenida Brasil, y no pasó nada. Tiempos tranquilos, aquellos. Tome lonche en el Restaurante “Café de Paris” en la Avenida Nicolás de Piérola. No sé si seguirá funcionando. Inolvidables fueron las reuniones de amistad con muchos compañeros en el bar “Múnich”. El pianista se esmeraba en cada canción y nosotros le retribuíamos con aplausos y una propina. Unos años después, trabajando en Lima, asistí a estudiar a la Universidad Nacional Federico Villarreal, y a realizar innumerables investigaciones históricas a la Biblioteca Nacional. Me acuerdo que iba a la Sala de Investigaciones Históricas, esa vez, dirigida por Silvana. Con ocasión de la edición de libros para la Comisión de Historia del Ejército, coordinaba su publicación, con Don Tulio Cusman, en su oficina ubicada en la calle Conde de Superunda. Algunas veces las reuniones de coordinación o de festejo por las obras concluidas, nos llevaba al café Haití o al Restaurante Cordano. Visitaba también el antiguo local del Círculo Militar del Perú de la Plaza San Martin. Allí, en la peluquería, pude conversar con el Tte. Crl. Luis Zarate Lezcano, autor de importantes obras como la biografía del Mariscal Oscar R. Benavides, y la Guerra con Colombia de 1932. En ese local, fue la Fiesta de Graduación como Oficiales, en diciembre de 1968. Fue con la Orquesta de Freddy Roland, que, entre otras canciones de moda, interpreto “Juego de Amor” popularizada en las radios a través de la inconfundible voz de Cesar Altamirano. Al Club de la Unión y Municipalidad de Lima, asistí a algunas actividades oficiales. Al Palacio de Gobierno, nunca asistí. De pasadita, camino a la Abancay, me comía unos dulces en “La Virreina”. Ciertas calles aún tienen vestigios de rieles de tranvía, que como ayer, van a “desamparados”, y cientos de restos de cables negros colgados, que solo comunican pobreza a los recién “bajaditos”. Hasta acá, las experiencias decentes. Ahora vienen las de tipo farándula. Cierta vez, acompañe a un compañero de estudios al Cine Metro, ubicada en la Plaza San Martin, donde nos encontraríamos con dos féminas. Sucede que la amiga de la amiga de mi pata, fue solita, y yo tuve que volver a mi casa, con el violín bajo el brazo. Salíamos con varios historiadores, de trabajar en las oficinas del editor, ubicada en el centro de Lima, como a las 11 de la noche, cuando al ingresar al Jirón de la Unión, en busca de un colectivo para retornar a nuestros domicilios, se acercaron cuatro mujeres para ofrecernos tener sexo, y les dijimos que no. No contentas con ello, empezaron el acoso, y luego el insulto, y luego, empezó la persecución, y correspondiente huida, hasta llegar a la Avenida de los Héroes Navales, donde las perdimos de vista.  Cierta vez, un grupo de amigos, concurrimos al Bar “Mokambo”, para la despedida de soltero de un viejo amigo, cuyo nombre no revelaré. Sucede que la idea era hacer un tour por diversos lugares, así que tomamos unas cervezas, pagamos la cuenta, y nos despedimos. Pero, las chicas que atendían no lo permitieron tan fácilmente que nos fuéramos. Cuando nos retirábamos, una de ellas, tomo de los cojones, justo al novio, y no se los soltó hasta que ordenáramos otra ronda de trago. Ja, ja, ja. Lima, aguanta todo. Puede llamarse la desvalida, la desteñida, la llorona. Nomás hay que ver que inquilinos ocupan Palacio para saber que estamos sin un rumbo seguro. Afuera, una guardia pretoriana lo protege. En los alrededores una legión de prostitutas desde Zepita hasta Trujillo, haciendo toples y en un short menudo, pululan en busca del parroquiano de siempre. La procesión ha aumentado en feligreses cinco veces, la cantidad de pedidos de milagros son incontables. Si, al menos el Señor de los Milagros, nos hiciera la gauchada de hacer que alcancemos los 87 votos. Y que Sanjuditas, al que le pedimos en los casos difíciles, nos ayude un poco para que no haya tantos desempleados. Los curas cobran en dólares, el ingreso a la Catedral. Acaban de retirar las rejas que impedían el acceso a la Plaza Mayor, pero persiste el temor, que se repitan los golpes de estado. No creo que los militares se expongan a jueces y fiscales caviares y antimilitaristas. Ms creo que habrá suspensión o vacancia presidencial. Me voy con la sensación de que los cientos de trabajadores, obreros, empleados y desempleados con los que me crucé, sostienen al país en vilo, esperando algo mejor para sus vidas. Me voy con el gusto de haber degustado los jamones de Carbone. A la próxima, iré donde el Chinito a comerme unos chicharrones. Me voy con el disgusto de ver a Lima, nuestra Lima, en todo orden de cosas, involucionando. Lima, sigue siendo el Perú.  

Victor Velasquez Perez Salmon.  Coronel del Ejército del Perú en Situación de Retiro. Se ha desempeñado como Catedrático de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra, Director de la Comisión Permanente de Historia, y miembro del Proyecto Ejercito 2001.  Es autor de varias publicaciones de historia, ensayos, poesía y cuento. 

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