Columnas Guillermo Ackermann

No hablemos de fútbol, política, o religión

Hay una recomendación social muy difundida que sostiene que cuando estemos en una reunión no se debe hablar de fútbol, política o religión.

¡Qué aburrido! Justamente son los temas que originan pasión, que generan confrontación de ideas y comprometen. En todo caso lo que hay que evitar es la discusión o pelea.

Revisando mis columnas casi todas tienen que ver con algunos de ellos. Así que sigo adelante. Hoy ya entrando en diciembre da para escribir de cualquiera de los tres.

De fútbol porque el Mundial de Qatar está en su etapa de octavos de final y hay mucha carne. De política porque nuestro país está pasando por una de las peores crisis políticas de su historia republicana y no hay nada claro sobre el futuro inmediato. De religión, porque ha empezado el Adviento, tiempo de espera y preparación para la Navidad y de lo último de lo que se habla es del sentido de esta conmemoración, la más importante en el mundo occidental.

Así que escribiré un poquito de cada uno.

La última fecha de la fase de grupos fue muy decepcionante. Los equipos mezquinos, especulando, no importándoles perder, incluso poniendo en riesgo su clasificación o ubicación. Se olvidaron del fútbol, salvo alguna selección como la argentina que se jugó la vida y lograron su objetivo.

Favoritos como Alemania, Bélgica y Dinamarca se quedaron y seguramente entraran en una etapa de recambio, la misma en la que ya debe estar la gran ausente Italia. Con muy poco, pero con su típica garra y teniendo el VAR en contra el combinado charrúa quedó fuera de manera injusta. Qatar quedó con cero puntos. La historia ha castigado a este seleccionado que no merecía estar en un mundial.

Ya en octavos de final Argentina, Francia, Inglaterra y Países Bajos han confirmado su favoritismo. Seguramente Brasil, España, Portugal y Croacia serán los otros cuatro equipos que clasificarán. Y con eso todo vuelve a la normalidad.

Ojalá que Sudamérica recupere el cetro que hace 5 mundiales no obtiene, porque en este parte del mundo está el más exquisito fútbol del planeta.

En política se presentó la tercera moción de vacancia presidencial y ojalá el impresentable congreso logre los 87 votos para mandar a su casa (prisión) al usurpador de palacio.

La inminente disolución del congreso, que desmiente el mentiroso pseudo gobernante, debiese ser el aliciente para que los legisladores cuiden su sueldito algunos meses más, porque tampoco merecen estar donde están, como siempre salvando honrosas excepciones, que las hay y se juegan la vida cada día.

El papelón de la inservible e ideologizada OEA, que no sirve para nada, que no vela por el orden constitucional de las naciones americanas, sino que priman el amiguismo y la protección de los regímenes más desastrosos como Venezuela, Cuba y ahora Perú, cuestionan toda decisión de permanecer como parte de instituciones inútiles, así sea como un mal necesario.

Es la hora de la verdad y ojalá que para Navidad ya estemos encaminados en un camino de retorno a la calma política.

Y como cierre de esta columna recordemos que la Navidad ES LA FIESTA DE JESÚS. Eso es lo que se celebra. No hay otro sentido. Entonces debemos buscar ese auténtico significado.

Las reuniones familiares, las celebraciones, los intercambios de regalos, las llamadas (video), WhatsApps, todo parte de esta sobreabundancia de Amor que significó para el mundo la llegada de Jesús. Aunque a muchos no les guste. Aunque les parezca pasado de moda o políticamente incorrecto. Aunque se trate de erradicar y volverla más ‘light’, ‘inclusiva’ y ‘melosa’. La NAVIDAD ES JESÚS, con eso basta y sobra, si lo entendiésemos no dudaríamos en ponerlo en el centro de la celebración.

Guillermo Ackermann MenachoDesde hace más de cuatro décadas me desempeño como gestor en el campo de las comunicaciones, marketing y responsabilidad social, tanto en empresas del mundo corporativo, instituciones con fines sociales, medios de comunicación, radios, televisión, digitales, así como en la producción de contenidos audiovisuales, publicidad, documentales, videos institucionales y diversos programas. He sido productor ejecutivo de material producido en 24 países. Desde mi juventud he participado en diversas iniciativas sociales, deportivas y religiosas, como promotor y voluntario. Soy un convencido que este mundo se puede cambiar si cada uno pone su granito de arena y, en lo que hago, trato de poner el mío.

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