Columnas Manuel Escorza

El dilema Dina Boluarte

¿Qué va a pasar con Dina Boluarte en la actual coyuntura política? ¿Se debe quedar como presidenta constitucional o debe salir por haber formado parte del gobierno de Castillo?  Por un lado, sus primeras acciones son bastante sensatas: sacó de sus cargos a todos los prefectos del país, que eran algo así como agentes operativos de la izquierda gobernante. Y a su vez, presentó al Congreso un proyecto de adelanto de elecciones generales. Y eso fue realista y estuvo bien. Pero, por otro lado, se trata de una persona que hace solo dos años levantaba plata para Cerrón y compañía, y que fue orgullosa ministra de Castillo. Trabajó y gobernó para él. Apoyó su discurso, su campaña, sus propuestas y su gobierno, y desde esa perspectiva es corresponsable del desgobierno que se instauró, y de mucho de lo que pasó. Es más: anunció en su discurso de asunción de mando que se quedaba hasta el 2026 y que apenas tuviera el tiempo iría a visitar a Castillo para preguntarle qué pasó (¿?)

El gabinete que ha nombrado es sustantivamente mejor que toda la suma de ministros que trabajaron para Castillo, pero, paradójicamente, ha puesto en la presidencia del consejo de ministros a una persona que, según se afirma, tiene 7 carpetas fiscales abiertas y una o varias acusaciones por acoso sexual, sin que esto haya sido desmentido o aclarado.

Dina Boluarte como presidenta, a diferencia de su antecesor, no tiene ánimo de confrontación y no busca dividir a los peruanos. Tampoco quedarse en el cargo. Incluso ha buscado dialogar con el Congreso como primera medida, ha convocado a un Acuerdo Nacional ampliado, y está restableciendo las relaciones de Palacio de Gobierno con la prensa. Ha convocado a un Consejo de Estado y está escuchando.

Se enfrenta ahora como presidenta al levantamiento de miles de personas que no terminan de procesar y aceptar la vacancia del golpista Castillo. Ellos la tildan de traidora y la quieren sacar por despecho, por rabia, por piconería, y porque ahora sí, sin Castillo en el poder, hay sectores de izquierda que buscan nuevas elecciones para reafirmar su caudal de votos. También protestan por carencias arraigadas, carencias de larga data, y piden una constituyente y libertad para el ex presidente corrupto y golpista. En ese escenario, se está quedando sola y sin apoyo de los partidos.

Para colmo y de manera insólita, se ha  difundido un comunicado firmado por los gobiernos de México, Colombia, Argentina y Bolivia, en apoyo y solidaridad con Castillo, lo que equivale a acusarla a ella de golpista, a sabiendas de que eso la debilita, cuando la cosa fue al revés. ¿Qué hacen esos gobiernos interviniendo en asuntos peruanos?

En estas circunstancias: ¿se le deja sola o se le da soporte?  Ese parece ser el dilema de muchos políticos con capacidad de decisión. ¿Qué es lo que más conviene en la actual coyuntura, apoyarla o dejarla caer para que sea reemplazada por el presidente del Congreso?

Si sigue en el poder en estas condiciones, es bastante probable que no llegue al plazo que ella misma se ha fijado. No tiene partido, su capacidad de negociación es mínima, no tiene la experiencia y tampoco el liderazgo. Y si renuncia o es vacada, habrá nuevas elecciones, pero sin que haya el tiempo para realizar las reformas políticas que el país necesita, ni las modificaciones que sin duda alguna requieren hacerse en el JNE, la ONPE y la ley de partidos.

Si Dina Boluarte se va, no debe irse porque la violencia en las calles así lo exige. La violencia no debe decidir o gobernar en ningún país civilizado. Cualquier salida a esta crisis sistémica tendrá que ser constitucional, pacífica y democrática. Pero si se queda, deberá quedarse con el apoyo del congreso y los sectores democráticos. De lo contrario el país será ingobernable.

Una cosa es clara: esto no puede continuar así y urge una reforma política y la unidad de los sectores democráticos en defensa del Estado de derecho, del diálogo civilizado y de una idónea gobernabilidad sin corrupción. A ver qué pasa en los próximos días.

Manuel Escorza Hoyle
Abogado y psicoterapeuta

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