Mediante decreto legislativo N.º 1455 con fecha de emisión del 06 de abril de 2020, se creó el programa “Reactiva Perú”. Mecanismo financiero desarrollado por el Ministerio de Economía y Finanzas en alianza con el Banco Central de Reserva y COFIDE, Corporación Financiera de Desarrollo o también conocido como El Banco de Desarrollo del Perú sostenido principalmente con recursos del estado y bajo la dirección del Ministerio de Economía y Finanzas.
Debido a los estragos de la pandemia que atravesamos desde marzo de 2020 como consecuencia del COVID-19, todos los ciudadanos nos vimos confinados por un periodo indefinido, siendo imposibilitados de poder desempeñar nuestras funciones laborales. Desde la posición de dependencia financiera, las remuneraciones se vieron en peligro ya que la falta de capital humano limitaba la generación de ingresos por parte de las instituciones en los que algunos se podrían desempeñar. Desde la perspectiva de independencia financiera, los servicios o comercialización de productos se detuvieron por lo que la capacidad de afrontar cuentas por pagar a proveedores y planillas llegaron a deteriorarse o peor aún, ser impagables, escenario eventual de quiebra. Debido a estas variables y escenarios, el Ministerio de Economía y Finanzas vio conveniente el apoyo de recursos financieros a las personas jurídicas, así como a las naturales con negocio para que no fallen con el pago de sus obligaciones. De igual manera para que continúen con sus operaciones, sosteniendo en cuanto se pueda, el dinamismo económico del país.
Después de haberse publicado el primer dictamen, se presentaron unos días de incertidumbre hasta que se definiera el manual operativo. Los fondos no eran infinitos por lo que había que establecer condiciones y pautas para determinar que empresas clasificaban para el programa y hasta por que importe. El primer filtro que se aplicó es el de la evaluación crediticia en las centrales de riesgos, eran elegibles todas aquellas empresas clasificadas como mínimo con las siglas CPP (cliente con problema potencial) al corte de febrero 2020. Primer error, regularmente este rótulo imposibilita la aprobación crediticia de cualquier nuevo financiamiento, para estos casos hay otros mecanismos financieros como el refinanciamiento bajo una estructura que vaya de acuerdo a la capacidad de pago, inclusive se pudo añadir la concesión de cierto periodo de gracia, siempre con el apoyo del estado. El siguiente filtro era que no se registren deudas tributarias en grado coactivo superiores al valor de una unidad impositiva tributaria. El tercero recaía sobre aquellas empresas que hayan sido implicadas y/o sentenciadas por la ley Nº30737. Finalmente eran denegadas las empresas a las que se les habían demostrado que generaban recursos mediante actividades ilícitas. El importe a desembolsar se calculaba considerando el promedio simple de ventas del 2019 o tres veces el aporte a ESSALUD en dicho año, cualquiera de las opciones que sea la mayor. El importe máximo a otorgar era de S/10,000,000.00. La estructura permitida era de máximo hasta 36 meses, incluía 12 meses de gracia total; es decir, inicialmente ningún pago de interés y 24 meses de repago. A esto lo denomino un segundo error, ya que no todas las actividades económicas se comportan de la misma manera. Por ejemplo, las empresas de comercialización de productos de primera necesidad no detuvieron sus operaciones; si bien es cierto, no fueron ajenas a la necesidad de la devolución de capital de trabajo a través del “Programa Reactiva”, la recuperación del mismo no requería de un periodo más extenso para lo que normalmente se contemplan los financiamientos de este tipo, no debió de superar los 12 meses. Caso contrario es el sector turismo, actividad económica la cual todavía continua en proceso de recuperación. En última instancia y como restricción de uso de los fondos, los mismos nos podrían ser destinados para compra de acciones, repartición de dividendos, así como adquisición de nuevos activos. Esta última practica imposible de sostener ya que el crecimiento que han obtenido algunas empresas dentro de ciertas actividades económicas demandan de la adquisición de nuevas maquinarias, almacenes, entre otros como parte de la evolución y crecimiento de sus negocios.
Entrando al campo del flujo operativo del “Programa Reactiva”, comenzamos con la pieza principal, El Banco Central de Reserva, institución con carácter autónomo y encargada de inyectar los fondos a las instituciones financieras para el respectivo propósito. Acá viene el tercer gran error, principalmente por una falta de capacidad de comunicación, considero que, teniendo como medio disponible al canal de televisión del estado, este cada vez más moderno y profesional, esta función hubiese sido muy sencilla. Desde del año 1993 y como consecuencia de la crisis económica que pasamos en años precedentes, esta institución dejó de ser controlada por el gobierno de turno. Hecho que al parecer todavía no se logra asimilar. Masivamente se entendió que los fondos venían provenientes del estado, como parte del presupuesto anual, que se trataba de una inversión pública que finalmente no habría mayor consecuencia en caso de no pagarse los prestamos o en el peor escenario, de extenderlos sin fecha límite. Totalmente falso, al fin y al cabo, se trataba de un préstamo como cualquier otro, pero con ciertas particularidades relacionadas al estado de emergencia que veníamos viviendo. El BCR definió fechas en las cuales salió a subastar los fondos, las instituciones financieras participaban con la tasa final en la que colocarían los créditos, determinaban un margen de ganancia y extendían su propuesta. La que fuese las más baja y hasta cierto límite, era la que se adjudicaba la oferta. Los bancos eran los encargados de seleccionar a los clientes que se beneficiarían con estos fondos, evaluaban que cumplieran con los requisitos para posteriormente derivarlos a COFIDE. De encontrarse todo conforme, COFIDE emitía un certificado de garantía por cada préstamo, el mismo que se gatillaría en caso de incumplimiento de pago de tres meses consecutivos por parte de las empresas hacia los bancos. A medida que el importe era mayor, el porcentaje de cobertura tomaba un efecto opuesto con un piso de hasta el 80% del total del crédito. Por ejemplo, un préstamo de S/10,000,000.00 (diez millones y 00/100 nuevos soles) adoptaba una protección por parte del estado de hasta S/8,000,000.00 (ocho millones y 00/100 nuevos soles), el diferencial debía de ser un riesgo asumido por las instituciones financieras de cara al BCR.
El avance en los daños de salud, emocionales y económicos no cesaban en el país. Cuando pensábamos que nos liberábamos de la pandemia, aparecía una nueva variante impulsando una nueva ola de contagios y muertes. No había horizonte, era mejor adelantarse y evitar una crisis dramática en el sector empresarial. Dadas estas condiciones, se decidió crear el nuevo “Programa Reactiva II”, el cual inició operaciones el 17 de julio de 2020. Las características previamente detalladas eran las mismas con la excepción del monto a desembolsar. En esta oportunidad se podía conceder hasta tres veces el promedio de ventas del último trimestre del 2019 sin superar los S/10,000,000.00. Si ya habías tomado el “Programa Reactiva” en su primera etapa, solo podías acceder hasta dos veces el importe permitido. Cuarto error, la idea no era suprimir la participación directa de las institucione financieras, simplemente lograr la estabilidad del sector empresarial. Al trasladar esta deuda en los pasivos contables, los indicadores de DEUDA/EBITDA, DEUDA/Patrimonio y con mayor impacto, en el de cobertura de servicio de deuda, ponían fuera juego a las empresas para poder acceder a cualquier nuevo tipo de apalancamiento en el sector financiero regular. En ese sentido, si cualquier negocio necesitaba de la compra de un activo como parte de su crecimiento comercial, no podían acudir a los bancos; por lo contrario, se veían forzados a tomar el excedente de liquidez proveniente de la fuente del “Programa Reactiva”, destino no permitido originalmente.
Entre la primera y segunda etapa del “Programa Reactiva” se colocaron un total de S/60,000,000,000.00 (sesenta mil millones y 00/100 nuevos soles) a un promedio de tasa de interés que no superaba el 2.00%. Quinto y último error identificado. Históricamente no se habían tenido estos niveles de tasas tan inferiores, con una duración que fluctuaba alrededor de 1.86 años, condiciones que ni siquiera se aplican en la banca corporativa. Cómo desaprovechar esta oportunidad; aun así, no haya la necesidad, era una fascinante oportunidad para especular. Una vez nivelado el déficit de capital de trabajo, el excedente podía ser destinado para implementar nuevas líneas de negocios, para migrar hacia nuevas actividades económicas y hasta tentativamente para realizar apuestas comerciales sin fondo ni sentido. Si no fuese suficiente, por 12 meses no se tenía que reembolsar ningún sol. Estaba todo dado para sacarle la vuelta al fin natural del “Programa Reactiva”, inundando de liquidez y posteriormente de una alta demanda a un mercado que no estaba en condiciones de aportar la oferta necesaria. Todo esto seria se enmarcaría en una complicidad directa al factor inflacionario que viene golpeando a las familias peruanas.
¿Qué sucedió realmente con las empresas? A continuación, pasamos de la teoría a la práctica con el ejemplo de una empresa que se dedica al rubro de comercialización de alimentos de primera necesidad, su cartera se concentra en un 50% en aceites y el diferencial en un mix conformado por 4 líneas de negocios adicionales. Por el nivel de facturación y dentro de la banca, está considerada como una gran empresa. Al cierre del 2019 registró un total de ventas de S/24,000,000.00. Un año después creció hasta un 37.50%, nominalmente S/9,000,000.00. Debido a la pandemia, en el rango de marzo a mayo de dicho año experimentó una contracción en su actividad comercial la cual logró revertir en los siguientes meses, impulsada principalmente por la inyección de fondos provenientes del “Programa Reactiva I”. Para el 2021 el crecimiento fue de 10%, nominalmente S/10,000,000.00. Para que el negocio de distribución sea exitoso y eficiente, debe de tener una marca ancla, en este caso la de aceites, que el vendedor tenga la capacidad de comercializar en paquete cuantas líneas sean posibles bajo el mismo costo operativo y la ampliación de activos fijos como almacenes y vehículos de carga. La empresa aprovechó en su máxima capacidad tanto el “Programa Reactiva I” así como el “Programa Reactiva II”, incorporando a sus pasivos la suma de S/8,000,000.00. Después del crecimiento comercial obtenido en el 2020 y a inicios el 2021, era necesario una ampliación en activos fijos para poder seguir soportando este comportamiento. Su ratio de DEUDA / EBITDA era de 5.72x veces, DEUDA / Patrimonio de 3.50x veces y cobertura de servicio de deuda de 0.85x veces. Por lo tanto, ninguna institución financiera iba a respaldar un financiamiento de mediano plazo para la compra de cualquier activo nuevo. El cliente inicialmente cumplió con lo exigido por el “Programa Reactiva”, destinó los fondos para el pago a proveedores y planilla; posteriormente, con el exceso de liquidez materializada en la partida de caja, la misma fue direccionada para la compra de un almacén. Cerca del último trimestre del 2021 la empresa debió de arrancar con la amortización de las cuotas del “Programa Reactiva”. No calificó para ninguna reestructuración debido a su auge exponencial. Las cuotas mensuales eran de aproximadamente S/335,000.00, en un principio pudieron cumplir con los pagos mensuales con normalidad, pero a la vez sacrificando parte del capital de trabajo, fuente necesaria para mantener los niveles de ventas de meses anteriores. Llegó un momento en que era incontrolable la salida de caja producto de cancelación mensual del “Programa Reactiva”, el cliente tuvo que buscar un reperfilamiento de pasivos, así como un préstamo de accionistas; caso contrario, no iba a poder afrontar sus pagos con proveedores ni trabajadores, variables que desencadenan una eventual quiebra.
En conclusión, el “Programa Reactiva” fue una fuente clave de financiamiento para controlar las cuentas por pagar a proveedores y mantener la vigencia en las operaciones del sector empresarial. No obstante, y con el propósito de obtener la mejor repercusión posible considerando que los fondos se originan desde la concentración de los ahorros de los ciudadanos peruanos, función regular de una institución financiera, en este caso El Banco Central de Reserva, se debieron de vigilar los siguientes puntos: una adecuada clasificación crediticia de los beneficiarios, plazo diferenciado por sector económico, exposición de las características del “Programa Reactiva I y II”, participación conjunta y equilibrada por parte de las instituciones financieras y un optima definición del costo del dinero para propósito correspondiente.
Julio Roncal.
Magister en Marketing Science. Administrador de Negocios y Finanzas con +12 años de experiencia en organizaciones de primer nivel del sector Banca, Telecomunicaciones, Consultoría y Educación. Enfocado en Desarrollo de Mercados y Productos, Rentabilidad Comercial y Operativa, Gestión de Carteras Complejas, Desarrollo de Soluciones Financieras Estructuradas, Proyectos de Leasing y Monetización. Capacidad de trabajo en entornos exigentes, equipos multidisciplinarios y bajo presión. Proactivo e innovador. Liderazgo carismático con principios éticos sólidos.
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