Columnas Manuel Escorza

Gobierno y gabinete de transición

¿Qué le pasa a nuestro país, por qué no funciona, acaso está mal pensado, su característica es la permanente incapacidad e ineficiencia? Su clase gobernante va de escándalo en escándalo, de error en error, de oportunismo en oportunismo, de decepción en decepción, de acto de corrupción en acto corrupción. Ya estamos acostumbrados a ver cómo cada nueva gestión termina creando su propio esquema de robo, de excesos y de transgresión. Y no pasa nada. Las investigaciones y los juicios son eternos y el malestar crece y se acumula.

El ex presidente Castillo terminó siendo un ladrón de gallinas en Palacio de gobierno, un abigeo, un delincuente sin moral o con falsa moral, un personaje sin límites y al decir de sus actos, una persona de una torpeza monumental. Su gestión fue la anti gestión de gobierno. Presidió con gusto el gobierno de la coima, el saqueo institucional, el compadrazgo convertido en robo.  No gobernó, simplemente jugó a ser presidente. Y ahora está en la cárcel y dentro de poco nadie lo visitará, mucho menos su familia prófuga o exiliada.

Manipuló la emocionalidad de la gente, su necesidad y la esperanza para su aprovechamiento personal. Cuando huyó, lo hizo de manera increíble con su menor hija sobre sus piernas, usándola de escudo humano al ser detenido. Y eso tuvo cierto efecto en la policía porque cuando se abre la puerta del carro en el que huía, ésta se encuentra con esa escena, y por respeto a esa niña, se le dice simplemente que será llevado a otro lugar y no es apresado en el momento.

Pretendió detener a la Fiscal de la Nación en su primera acción dictatorial que quiso instaurar. Nadie se ha preguntado qué hubiese pasado si lograba detenerla. La hubiese encarcelado por muchos años, la hubiese empapelado, y tal vez hasta hubiese tomado decisiones aún más graves para acallarla.  Iba a perseguir a los miembros del TC e intentar manejar el Poder Judicial. Y todo esto para protegerse de las investigaciones de corrupción y de robo que hay en su contra. Castillo no fue un representante del pueblo, Castillo fue un impostor, una persona que engañó al pueblo usando su nombre y que utilizó su necesidad.

Ahora estamos ante un necesario recorte de mandato y en el preámbulo de la convocatoria de nuevas elecciones. Pero ya César Acuña ha declarado que como él iniciará el mandato regional para el que fue elegido, ahora le toca a uno de sus hijos ser el candidato presidencial por Alianza para el Progreso. Con esa lógica el Perú no avanzará en las próximas elecciones. Tampoco si Keiko Fujimori insiste en ser candidata. Su participación divide y genera polarización. Y si las elecciones fueran mañana, éstas serían sin el APRA, Perú Nación, el Partido Morado, el Partido Popular Cristiano y con varias otras agrupaciones ausentes. ¿Hacia qué tipo de elecciones entonces iremos?

Hace falta un gabinete que entienda que estamos ante una transición democrática porque que esto no puede ser la continuación del mandato de Castillo. Eso se acabó y fracasó. Ahora hay que encontrar una salida constitucional realista y viable, teniendo en claro que la gente está molesta y decepcionada. Se necesita un gabinete que sepa diferenciar el reclamo del vandalismo delincuencial o de las acciones terroristas que hemos visto todos. Abiertas acciones de terrorismo y provocación. Se requiere además de un gabinete que pueda identificar los temas de urgencia y que a su vez sea capaz de coordinar con el Congreso los cambios que deberán hacerse en el sistema político.

Será igualmente necesario una agenda más allá de la transición y en acuerdo con diversos representantes políticos del país.

Desde esta perspectiva, la transición no sólo debe circunscribirse a la entrega de ministerios sino más bien a un trabajo más amplio y con una visión consensuada hasta dónde sea posible. 

Todo esto, en el marco de una generalizada crisis de liderazgo en la política tradicional que es necesario reparar.

Nada garantiza que las reformas venideras arreglen el problema. El Perú en algunos aspectos es tan subdesarrollado que de repente las reformas hasta complican más la crisis. No sería de extrañarse que en el camino el Congreso nos meta gato por liebre.

Hoy más que nunca se requiere de inteligencia política y de una capacidad de análisis realista, de una lógica de reconstrucción en democracia, de un premierato diferente, y tal vez en las próximas elecciones de una candidatura presidencial unitaria.

Quizás eso sea lo más difícil. Encontrar a un candidato que sea aceptado por los partidos políticos sin que cada grupo político lleve agua para su molino o no acepte ponerse por encima de los intereses partidarios de una fallida clase política.

Manuel Escorza Hoyle
Abogado y psicoterapeuta

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