Parece utópico que, en un mundo que vive de espaldas a la paz, un villancico, como se les conoce a las canciones populares que se entonan por Navidad, tenga algo que decirnos.
Fue en 1816 cuando un maestro de escuela y organista llamado Franz Xaber Gruver compuso una hermosa melodía, que, con la letra del sacerdote austriaco Joseph Mohr, se convirtió, siglos después, en la tercera canción más vendida de la historia: ‘Stille Nacht’ o, sencillamente, ‘Noche de paz’.
Cien años después en 1914 la insania de algunos seres llevó a la tierra a la Primera Guerra Mundial, y miles de hombres morían sin saber por qué. En un patriotismo llevado al extremo de entregar la vida, para que otros tengan poder. En defender la patria como valor por encima de la vida misma. La Guerra nunca será la solución, aunque a veces no se vea otro camino.
La noche del 24 de diciembre se encontraban en una franja de tierra entre Bélgica y Francia los ejércitos alemanes e ingleses. Disparos, granadas, desangre, muerte. Sin esperanza de vida, solo esperando que les llegue el momento en que finalmente sean abatidos. Con un odio hacia su contrincante, al que llamaban enemigo.
Cuenta el relato que los soldados, en su mayoría jóvenes, adornaron árboles, colocaron señales y pusieron en altavoz música relativa a la Nochebuena. Un mensaje estaba llegando de una trinchera a otra. Esa noche se declaraba una tregua. No era un orden venida desde las autoridades, eran los propios combatientes que decidieron que el soldado que estaba al frente, era como él. Necesitaban darle un abrazo, decirle Feliz Navidad. Afloró en ellos lo más humano de su humanidad.
Y así se dio el Milagro de Navidad, se iluminó la ‘Noche de Paz’. Por unas horas no importó el color del uniforme, ni el idioma, ni la bandera, ni siquiera el territorio. Decenas de familias a miles de kilómetros nunca imaginaban que sus hijos, quienes ya en ese momento podrían haber perdido la vida, se estaban fundiendo en un abrazo fraterno con otro ser humano semejante a él.
Pero ¿cuál es esa fuerza?, que fue capaz de parar una guerra. ¿Qué significa la Navidad?. ¿Qué quiere decir ese anuncio: ‘Os ha nacido un Salvador, el Mesías el Señor?. ¿Quién es Jesús?. ¿Por qué se afirma que ‘no hay Navidad sin Jesús’ o simplemente que ‘Navidad es Jesús?.
Basta con buscar en Google, o en cualquier buscador, y encontrar que Navidad es el término con el que se denomina al Nacimiento de Jesucristo. No hay otro significado, ni interpretación.
Por tanto todo lo que se mueve en torno a esta fiesta, parte y llega al mismo punto la Natividad o Nacimiento de Jesús.
Los adornos, los árboles, los colores rojo y verde, dorado o plateado, las coronas, los regalos, los intercambios, las reuniones familiares, los viajes, las cenas, los villancicos, los personajes como Papa Noel, sus duendes, sus renos, todo, absolutamente todo hace sentido si es que nos remite a ese Misterio llamado el Nacimiento, representado en un pesebre.
Un pareja que hace más de dos mil años, buscaba una posada para que ella una joven llamada María pudiera dar a luz a su bebé. Nadie sabía lo que ellos, que estaba llegando el esperado de los tiempos.
Solo una estrella brillante alumbraba y dirigía su luz hacia Belén. Ese astro guiaba a los pastores y a los reyes, a los animales y a toda la naturaleza.
Y eso simplemente es lo que celebramos cada año. Pero, ¿por qué ese nacimiento cambió incluso el curso de la historia?. ¿Por qué incluso el mundo pasó a ser antes de Cristo y después de Cristo?. ¿Qué revolución se dio en ese momento?
Pues para mí es la Revolución del Amor. Era Dios mismo que llegaba a la tierra para dejarnos un camino a seguir. Para decirnos que todo es posible si es que hacemos el bien, y buscamos el bien común. Si es que nos entregamos al otro, con autenticidad. Si perdonamos los errores del otro y reconocemos los propios y nos proponemos enmendar. Si logramos acercarnos al que está triste, o desvalido. Si alimentamos, vestimos o acompañamos al más necesitado. Si escuchamos al que está solo, y buscamos ayuda cuando nos sentimos incomprendidos.
Esta Revolución es también un encuentro espiritual, con uno mismo y con nuestro creador. A nuestro estilo, como lo sintamos. Hagamos un alto. Recemos, unámonos en una oración, es muy necesario. Que Jesús nazca esta Navidad en nuestros hogares, como el centro de la celebración.
Hace pocos días asistí a una obra de teatro ‘Noche de Paz’ inspirada en este conmovedor relato de la Primera Guerra Mundial. A cargo de esta puesta en escena estuvo La Asociación Cultural ‘Esperanta’, conformada por un grupo de artistas que buscan construir en el mundo una cultura de esperanza.
Este mensaje de Paz, nos dice a cada uno de nosotros que la paz está a nuestro alcance, y que depende de nosotros. Hoy es un poderoso mensaje para nuestro país que urge pacificarse para salir adelante.
Que la Luz del Niño Dios nos ilumine.
Feliz Navidad.
Guillermo Ackermann Menacho. Desde hace más de cuatro décadas me desempeño como gestor en el campo de las comunicaciones, marketing y responsabilidad social, tanto en empresas del mundo corporativo, instituciones con fines sociales, medios de comunicación, radios, televisión, digitales, así como en la producción de contenidos audiovisuales, publicidad, documentales, videos institucionales y diversos programas. He sido productor ejecutivo de material producido en 24 países. Desde mi juventud he participado en diversas iniciativas sociales, deportivas y religiosas, como promotor y voluntario. Soy un convencido que este mundo se puede cambiar si cada uno pone su granito de arena y, en lo que hago, trato de poner el mío.
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