Columnas Manuel Escorza

El olvido del viento

Desde las profundidades de los Andes peruanos, el corazón del nuestro país humea. Humea el olvido, el desprecio, la desesperanza, la rabia, el hartazgo de una población a la que se le deja ser, pero a la que no se le atiende ni se le asiste en sus necesidades básicas.

Gobierno tras gobierno, gestión tras gestión, década tras década, la historia es la misma: hay un país paralelo que no tiene agua, apoyo para impulsar su economía, protección para el frío, salud y educación.

No sólo se da ese abandono en los Andes. Ocurre también en la selva. Aunque parezca increíble, esa región no está integrada a la red nacional de energía. Se le ha dejado así por años de años, y por lo mismo la electricidad se genera ahí con combustible, casi de manera chicha. Las torres de electricidad no llegan hasta allí. Suena absurdo, pero es así. En materia de energía ha sido olvidada por un sin número de gobiernos. En la selva hay pueblos que tienen energía dos horas al día o que simplemente no la tienen. ¿Puede desarrollarse así un país?

El Estado nos dice que muchos pueblos del Perú cuentan con agua, pero en realidad no gozan de agua potable. Simplemente se sirven de agua de río recanalizada.

Lima en esto no se queda atrás. Hay más de un millón de personas que no tienen agua en la capital.  Agua para tomar, para cocinar, para bañarse, para subsistir. ¿Hay otro país de América latina que tenga más de un millón de personas sin acceso al agua en su capital?

Todo esto ocurre por la desatención e ineficiencia del Estado, porque en el Perú existe un Estado formal que no sincroniza con las necesidades de la realidad, porque el desprecio, el racismo, la desatención priman tanto como el rechazo a nuestra propia gente, la exclusión y la falta de otredad.

No existe, pues, una política de desarrollo funcional estatal planificada. Tampoco personas especializadas en pensarlo y manejarlo. El Perú, desde esa perspectiva, es un país mal pensado, inentendido, una entelequia, un país ocupado por el oportunismo político, un territorio con una institucionalidad mitad verdad y mitad mentira. Pero en ambos casos incompleta en su  institucionalidad.

Los grandes temas nunca han sido planteados en conjunto y con visión de futuro. Han sido evadidos por comodidad, por olvido, por practicidad gubernamental. Desde esta perspectiva, ¿Qué nos sorprende que la gente salga a tomar carreteras y a generar bloqueos? Decir que todos los pobladores están siendo manipulados es subestimar la rabia de una población que se siente marginada y excluida. Excluida por las esferas de poder, marginada en la toma de decisiones presupuestales, olvidada por un centralismo que ellos rechazan y con el que obviamente no se identifican.

La gente pide cerrar el Congreso. Y el Congreso responde blindando a un congresista borracho, mentiroso y violador. ¿Puede haber en el actual contexto un mensaje más torpe que ese? La gente pide nuevas elecciones y una Asamblea Constituyente, sin haber leído la actual constitución, y sin preguntarse cuales serían las consecuencias de unas nuevas y apresuradas elecciones. Pueden pedir muchas cosas más, pero en todos los casos el mensaje es el mismo y hay que saber leerlo: la gente pide cambios, cambios, cambios. Casi a cómo dé lugar, pero cambios.

La corrupción tiene mucho que ver en esto. La corrupción del gobierno central, y también la corrupción regional. La corrupción e incapacidad de esa entelequia regional que creó el Ejecutivo, porque en los gobiernos regionales hoy en día se gobierna con torpeza, sin preparación y con corrupción.

Obviamente todo esto genera las condiciones para el aprovechamiento y la manipulación. Mucha de la gente que protesta está dirigida y manipulada. Se dice que hay infiltrados. Pero eso se dijo hace más de uno año, y el gobierno anterior y el actual no hicieron nada. ¿Entonces qué nos sorprende de qué estén actuando agentes extranjeros si esto les fue permitido? Hay también terroristas, pero eso lo sabemos todos desde hace mucho tiempo. Inteligencia del Estado lo advirtió. Pero el Ejecutivo no supo hacer nada. ¿Qué nos sorprende de qué estén perpetrado acciones terroristas? Hay también vandalismo, que es muy distinto a una legitima protesta. Y ese vandalismo ataca y destruye, obstaculiza, incendia, mata. Se trata de un vandalismo planeado y organizado. Y obviamente tiene que ser controlado y castigado. Eso es inadmisible en cualquier sociedad del mundo.

Mientras el país no atienda las necesidades del Perú milenario, esta situación, a su manera, seguirá creciendo. La protesta podrá entrar en  latencia 10 años, pero volverá una y otra vez, llena de rabia, frustración, y reciclada en su discurso.

El problema es la falta de Estado, el desprecio, la omisión presupuestal, la incapacidad de la clase dirigente para atender aspectos básicos que en otro país serían una tarea elemental.

¿Vamos a esperar que la mal llamada “gente de los cerros”, uno de estos días tome Lima y destruya la Atarjea porque el Estado no supo darle agua y atención? ¿Qué esperan los gobiernos de turno para atender necesidades tan básicas como elementales?

Esto es, ante todo, un problema de omisión, de olvido, de abandono, de pésimas gestiones, de desprecio político, de inmediatismo gubernamental, de falta de perspectiva, de corrupción, es decir de incapacidad de un Estado que existe porque tiene un presupuesto, pero no necesariamente porque tiene vocación de Estado.

Mientras tanto, el país humea. Y se desangra. Se podrá meter a la cárcel a los delincuentes responsables de estos disturbios, a los terroristas que han asusado a la población, a las personas que atentaron contra el patrimonio y obstaculizaron las vías, el turismo, la tranquilidad y la buena fe.

Pero no se puede aprisionar la desesperanza, la frustración, el olvido, la falta de atención, el dolor, el desprecio. Y esto último, tarde o temprano, volverá a aparecer, como de hecho ha venido ocurriendo.

Mientras esta problemática no sea abordada y atendida, al final de cuentas, todo seguirá igual. El país humea y lo que se aprecia es el olvido del viento.

Manuel Escorza Hoyle
Abogado y psicoterapeuta

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