‘Las turbas no son el pueblo’ sentenciaba en un video el periodista César Hildebrandt la semana pasada. Y remataba su mensaje diciendo: ‘si ellas deciden nuestro destino nos habremos extinguido como sociedad que pretende ser civilizada’.
Empezamos un nuevo año y contra todos los pronósticos, en el ultimo trimestre del año que terminaba, el escenario político tuvo un inesperado y dramático giro.
Este primero de enero asumió la Municipalidad Metropolitana de Lima el empresario Rafael López Aliaga representante de la derecha conservadora. Desacreditado por un sector de la prensa y resistido por una parte de la población, lo cierto es que, tan solo en un año, el flamante burgomaestre duplicó su votación en la ciudad limeña capitalizando a los electores que el año anterior había obtenido Avanza País y así se convirtió en Alcalde.
Es percibido como un radical y dizque representante de una fantasmal Derecha Bruta y Achorada, término inventado por un periodista peruano para estigmatizar a todo lo que no ‘progresista’ y de esa manera seguir polarizando al país en un enfrentamiento de izquierdas y derechas que hacía décadas no existía.
El perfil que pretende darle a la comuna limeña es más bien de corte empresarial, buscando atraer inversiones y promover un shock de obras para modernizar la ciudad y convertirla en una potencia, por lo menos regional. En su discurso acentúa la importancia de generar un impacto social en los más necesitados.
Esto por supuesto incomoda a todos los sectores progres, caviares y de izquierda, que tratarán de poner todas las trabas en el camino para que no logre su cometido. Desde esta trinchera deseamos que tenga el mayor de los éxitos.
Lo que sí fue una auténtica sorpresa, digna de nuestro ‘kafkiano’ e improvisado aparato político, fue la caída del inefable Pedro Castillo. Pocas veces en la historia peruana hemos tenido un gobernante con tanto descrédito.
Desde su inicio quedó claro que no tenía capacidad de gestión, ni de convocatoria, ni la más mínima idea de lo que tenía que hacer. Su llegada fue accidental. Pero un accidente que reflejaba algo. Ese, a mi modesto entender es el gran reto que, como país, tenemos que descifrar.
Al poco tiempo de haber asumido quedaron al descubierto todos sus actos que solo apuntaban a levantarse en peso al Estado, en el menor tiempo posible, ya que si algo sabía este sujeto es que no duraría los cinco años para los que fue electo.
Como corolario de su nefasto paso por ‘Palacio’ la primera semana de diciembre dio su ‘Magistral Discurso’ en el cual, temblando como niño cuando sabe que le espera una reprimenda por sus padres, le decía al país y al mundo: ‘soy tan poderoso que, a partir de ahora, yo controlo a todos los poderes de esta Nación’ y en tan solo treinta minutos estaba detenido y acusado de todo lo que nos podamos imaginar.
Se acabó la farsa del ‘prosor’ y asumió su ‘vice’, que también tiene sus ‘anticuchos’, pero que, al costado del otro, parecía una gran estadista.
Ninguno de los que protegían al impostor estaba preparado para semejante trastada. Activaron a sus huestes tratando de utilizar los últimos recursos estatales para movilizar a sus activistas, pero todo fue tan caótico que tuvieron que dar una ‘tregua navideña’ para organizarse.
Y, como si se tratase del inicio del año escolar, anunciaron su retorno a las protestas para el 4 de enero. De esta manera dejaban en claro que no era una asonada que salía de las entrañas del pueblo, sino que alguien, o muchas organizaciones, estaban tras las revueltas.
Lo que ha venido a continuación es una dura realidad de décadas: un grupo de peruanos que no quiere que el país salga adelante. No busca soluciones, sino confrontaciones. Quiere que fracase el gobierno de la Boluarte. No puede permitir que avancemos.
Existen razones más que suficientes para que, casi la quinta parte de la población, crea que el país no funciona. O no tiene, o es muy precario su acceso a salud y educación. No cuenta con agua, ni energía eléctrica. No existe infraestructura adecuada, ni vías de acceso. Esta situación, en un país que ha crecido sostenidamente por veinte años, es inaudito.
Por eso debemos preguntarnos ¿cuál es la causa que no se hayan encontrado soluciones a estas situaciones reales, con el dinero generado en dos décadas? ¿Son realmente la derecha y el empresariado los responsables?
Pues, a juzgar de los hechos, desde mi modesto entender, los grandes responsables han sido las autoridades regionales y locales, que no han sido incapaces de gastar los recursos asignados y se han robado, hay que decirlo con todas sus letras, robado, todo lo que han podido.
El gran enemigo del Perú ha sido y sigue siendo la corrupción. No importa el color, ni la tendencia ideológica. Si somos más acuciosos, casi en su totalidad, los que han manejado los gobiernos regionales son gente de ‘izquierda’, que se dicen salidos y representantes del ‘pueblo’. Ellos son los grandes culpables. Muchos de ellos presos desde hace años.
No hay que eximir de responsabilidad tampoco al Gobierno Central, ni al empresariado, que no han estado atentos a lo que pasaba al interior y que también, en muchos casos, han sido cómplices de una corrupción inadmisible.
Y así empezamos este nuevo año. Con Evo Morales, el Foro de Sao Paulo, la minería informal (ilegal), el narcotráfico y muchas organizaciones cuestionadas y pseudo democráticas como el IDL, tratando de tumbarse como sea al gobierno y al Congreso. Pidiendo adelanto de elecciones de inmediato, nueva constitución y la liberación del pillo de Perú Libre. No piensan en el país, sino en sus intereses particulares.
Hay que esclarecer la triste muerte de 40 peruanos, que seguramente ni se enteraron quien gatillaba su destino y el de sus familias. Desde mi lectura, los sicarios no han sido las fuerzas armadas, pero las investigaciones serán las que determinen la verdad ya que es imperativo conocer qué pasó realmente.
Que la sangre de esos compatriotas no sea en vano. Que termine esta destrucción irracional, que, a la larga, a quien más perjudica es al ‘pueblo’. Que dejen trabajar a quien quiera y no los obliguen, ni amedrenten a sumarse a estas protestas. Que aprendamos que solo en paz podemos encontrar respuestas y soluciones.
Así hemos empezado el 2023.
Tan solo 3 meses atrás, no nos imaginamos este panorama.
Pero estamos en Perú y tenemos la tarea de madurar como país.
Hay dos nuevas autoridades. Que tengan la sabiduría y templanza para cumplir con su misión. Uno con el objetivo de llevar a nuestra capital hacia su V Centenario y la otra para que en su gobierno de transición puedan darse las condiciones para elegir mejor a nuestros gobernantes.
Que Dios bendiga a nuestra patria y encontremos la ansiada pacificación para el desarrollo y beneficio de todos los peruanos.
Guillermo Ackermann Menacho. Desde hace más de cuatro décadas me desempeño como gestor en el campo de las comunicaciones, marketing y responsabilidad social, tanto en empresas del mundo corporativo, instituciones con fines sociales, medios de comunicación, radios, televisión, digitales, así como en la producción de contenidos audiovisuales, publicidad, documentales, videos institucionales y diversos programas. He sido productor ejecutivo de material producido en 24 países. Desde mi juventud he participado en diversas iniciativas sociales, deportivas y religiosas, como promotor y voluntario. Soy un convencido que este mundo se puede cambiar si cada uno pone su granito de arena y, en lo que hago, trato de poner el mío.
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