‘El fútbol es lo más importante de lo menos importante’, dice una máxima popular.
En el Perú este deporte es un claro reflejo de nuestra sociedad.
El 15 de noviembre de 2017 ocurrió lo que los peruanos llamábamos un milagro, la clasificación, después de 36 años, a un mundial de fútbol. Apenas terminó el partido caían las lágrimas, abundaban los abrazos, los corazones palpitaban a una mayor velocidad. Cantamos a voz en cuello el ‘Somos Libres’ y culminamos con el ‘Contigo Perú’. Lo que había conseguido este grupo de peruanos bajo la dirección del gran Ricardo Gareca y su muy calificado Comando Técnico, era una gesta heroica.
Cuando uno mira qué hubo detrás de esa clasificación descubre que existió una gestión profesional de alto nivel. La presidencia del máximo ente rector estaba comprometida a trabajar por el bien común, no por intereses particulares.
Desarrolló un plan estratégico llamado ‘Plan centenario 2022’, con objetivos a corto, mediano y largo plazo. Definió la misión en ‘Convertir al fútbol en un motor de cambio social’. Es decir, buscar que transformar nuestra sociedad a partir de promover un proyecto a nivel nacional para miles de niños y jóvenes a los que, desde pequeños, se les infundan los valores que intrínsecamente tiene el deporte.
La consecuencia sería que, de ese universo habría un mundo de posibles jugadores, para los clubes y posteriormente los mejores serían para los seleccionados nacionales. Ganaba toda la cadena de valor del fútbol, ganaba el país.
Para ello se implementó un plan de menores ambicioso que llegó a las 25 regiones del país. Fueron ‘visoreados’ más de 15,000 adolescentes de los lugares más recónditos. Empezaron a funcionar ‘centros de desarrollo’ en cada lugar, que luego se convertirían en ‘Centros de Alto Rendimiento’ descentralizados.
Para acompañar este plan el Perú fue el primer país en la región en implementar el sistema de licencias FIFA para la profesionalización los clubes. Básicamente con exigencias para implementar categorías de menores, contar con instalaciones correctamente acondicionadas y una recta administración para evitar caer en los desastres económicos de años anteriores. De esa manera los chicos llegarían a clubes con una estructura adecuada para recibirlos.
Había también que mejorar los torneos y la categorización. Para ello se crearon la Liga 1 y Liga 2 con modelos internacionales tomados de la Premier League y La Liga Española y asesorados por profesionales involucrados en ellas. Estas debían ser inicialmente controladas por la FPF, para que luego tengan autonomía de administración y comercialización. Ello generaría mayor valor e ingresos muy superiores y equitativos para los clubes.
Había también que cambiar el sistema de ascenso pues no existía otro país en el mundo que, del fútbol amateur, anárquico e improvisado, se pudiese llegar a la primera división en el mismo año.
Era importante también contar con una escuela para directores técnicos, renovada y con alianzas con instituciones del primer mundo. Así surgió FUTEC, que reemplazó a las nefastas escuelas de entrenadores anteriores que sirvieron como antros de corrupción, sin importar la calidad de la enseñanza que se impartía.
Otro de los puntos centrales era la mejora de la infraestructura deportiva. Empezando por los campos de entrenamiento de los seleccionados nacionales, que desde hace décadas operan en una limitada Videna. Para ello se hizo un convenio a 40 años en un terreno óptimo para desarrollar 5 canchas y una de entrenamiento para arqueros, única en el Perú. Se trabajó con especialistas de primer nivel viajando por los principales países de fútbol para plantear una arquitectura de carácter mundial. Pensada en el presente y el futuro.
Además se hizo convenios con gobiernos regionales para utilizar las instalaciones de los colegios en las tardes y así optimizar la infraestructura y recursos.
Se elaboró también un plan para el desarrollo del fútbol femenino, futsal y fútbol playa y así ampliar el horizonte y la propuesta para el país.
Todo esto se hizo con una importante inversión y recursos de la Federación Peruana de Fútbol. Y para ello se lograron cuadruplicar los ingresos en todos los rubros. Sponsors, indumentaria, derechos de transmisión y recaudación de fondos internacionales.
Lo principal era la integridad y transparencia. Había que generar confianza en los anunciantes y recuperar la reputación de una institución tan venida a menos que era rechazada por el 96% de peruanos y que nos había relegado a los últimos lugares de la región.
Perú fue el primer país en firmar con FIFA Integrity, se creó el área de integridad, con un oficial autónomo, se contrató a las principales empresas auditoras del mundo como Price Waterhouse (PwC), KPMG, Ernst & Young (EY). Se realizaron concursos internacionales totalmente transparentes y auditados. NADA BAJO LA MESA. RECALCAMOS TODO LIMPIO Y TRANSPARENTE.
Esto permitió que decenas de empresarios y ejecutivos del mundo corporativo se sumaran al proyecto a través de Comisiones Independientes Ad honorem. Comité consultivo, legal, licencias, auditoría y ética, comunicaciones, entre otras. Fuimos también la única Federación en el mundo en firmar un convenio con UNICEF por nuestro plan de menores. Solo el FC Barcelona en España lo había logrado.
Las principales marcas comenzaron a rentabilizar mejor su inversión, dándole valor y activando sus productos.
Todo esta gestión le dio a la selección absoluta, la locomotora de todo, las condiciones para que trabajen con tranquilidad con miras a sus objetivos. Se les habilitó un gimnasio y un centro médico renovados, de un nivel óptimo y se creó un área de ciencias aplicadas al deporte, con departamento psicológico, de nutrición, medicina deportiva y preparación física. Esto permitió que tengan buenas concentraciones con miras a su participación en competencias.
Los resultados deportivos se dieron: terceros en la Copa América de Chile, quintos, sobre 16 equipos, en la Copa América Centenario y Clasificados al Mundial de Rusia. La selección peruana llegó al puesto 10 en el ranking mundial. Históricamente tuvo una racha de 15 partidos invictos, nunca antes logrado por un seleccionado nacional, con triunfos memorables y contundentes como frente a Croacia, futura selección subcampeona del mundo. Se ganó por primera vez de visita en Ecuador y Paraguay. Se venció a todos los seleccionados sudamericanos salvo Argentina (empate).
En el plano internacional volvimos a ser escuchados y respaldados por los entes rectores como Conmebol y FIFA. Se hizo escuchar nuestra voz por organismos como el TAS y otros tribunales. Incluso hasta los árbitros que usualmente abusaban de nosotros volvieron a ver a Perú como un país al que se le respeta.
El país entero estuvo comprometido. Volvimos a cantar juntos el Himno Nacional, nos pusimos con orgullo la camiseta blanquirroja y fuimos reconocidos como la Mejor Hinchada del Mundo. La reputación de la Federación en 2018 llegó a 85% positiva y Ricardo Gareca tuvo el 95% de aprobación.
Terminada la gestión 2015 – 2018 este mismo grupo llegó a la final de la Copa América 2019 siendo subcampeones frente al local Brasil y estuvo muy cerca de clasificar al Mundial de Qatar.
Pero lamentablemente como dice la canción de Willie Colón, interpretada por Héctor Lavoe: ‘Todo tiene su final, nada dura para siempre’.
Fortuitamente a principios de 2019 accedió al poder un oscuro personaje que estuvo ligado al desastre de gestión de las décadas previas, en los que prácticamente todo fue negativo. El era la cabeza visible de los departamentales que han tenido secuestrado al fútbol por casi 30 años.
Ya como presidente en actividad fue condenado por la Conmebol al hallársele responsable de liderar una red de reventa de entradas de los partidos de la selección nacional. Aquel fallo fue benigno y muy cuestionable. Por un tema similar, el ex-secretario general de la FIFA, es decir el número 2 de la entidad, fue suspendido por 12 años. Es inexplicable como este personaje pasa el test de integridad del ente sudamericano.
Así empezó una sucesión de desastres y destrucción de todo lo avanzado. El primero de ellos la desarticulación del plan de menores, con lo que automáticamente abortaron el futuro del fútbol peruano.
Luego fue el abandono del nuevo centro de selecciones, dejando morir el grass de las 6 canchas y entrando en un proceso legal para dejar sin efecto el convenio.
La implementación del sistema de licencias pasó a ser un saludo a la bandera y la Federación se convirtió en un sospechoso e ilegal prestamista de algunos clubes escogidos. Sobretodo los que ascendían en los últimos años, con algún tipo de ayuda extra futbolística.
El fracaso de la no clasificación al mundial de Qatar tuvo mucha responsabilidad dirigencial. La primera el haber aceptado que se juegue en una sola fecha, y encima de visitantes ya que Australia conocía muy bien esa cancha, pues era su sexto partido en ella. Luego, el absurdo partido previo en Barcelona, por supuesto con intermediarios de por medio.
El bendito avión parrandero, con peluqueros, cevicheros, dirigentes con esposas y diversos acompañantes que generaron un ambiente relajado, no apropiado para un momento tan serio como lo es un partido definitorio para ir a un mundial, máxima aspiración de cualquier país.
Lo siguiente fue el fraude en la renovación por 4 años más de Ricardo Gareca, a quien engañaron alevosamente con la clara intención de deshacerse de él, con la complicidad del hasta entonces director deportivo, quien se hacía pasar como el garante de la renovación. El argumento económico que dieron era una mentira pues lo que generaba la presencia de Gareca y su equipo era mucho más que suficiente para asegurarlo por un proceso más. En realidad siempre hubo intereses subalternos que alguna vez se conocerán y quienes estuvieron involucrados.
Acto seguido la pantomima de la falsa renuncia, del director deportivo, que dio una conferencia de prensa anunciando que podría regresar de inmediato si se lo pidieran, cosa que se dio, al día siguiente, con un cargo diferente, para hacer, o mejor dicho, no hacer, lo mismo.
Con una inusual velocidad contrataron al nuevo Director Técnico, quien, ¡qué casualidad! curiosamente ya tenía sus maletas listas para llegar al Perú y días después anunciar que su sobrino asumiría la Dirección Técnica de la Sub 20. Esa historia culminó hace pocos días, con otro rotundo fracaso, que nos dejó últimos con cero puntos en el sudamericano. Culpa de la pandemia dijeron. Verdad que solo hubo pandemia en Perú.
En el camino se adjudicó, sin concurso alguno, la indumentaria para los seleccionados nacionales por los 4 siguientes años. Los mismo ha sucedido, con una total falta de transparencia con el otorgamiento de los derechos de transmisión para el siguiente mundial 2026.
Qué coincidencia nuevamente concedidos a un intermediario, sin que nadie sepa nada sobre ese acuerdo y sin que a nadie le dé asco.
Y la cereza del postre está siendo este trucho proceso de adjudicación de los derechos de la Liga 1, tan oscuro y perjudicial para los clubes que puede hacer colapsar todo el sistema. El campeonato está detenido, sin visos de solución. En cualquier ruta que se tome ya perdieron todos.
Como no podía ser de otra manera ahora con un intermediario fantasma de por medio. Una empresa de corta existencia que no tiene respaldo financiero, ni otorga ninguna garantía. Y encima ofrece hasta la mitad que el otro postor al que no le dieron oportunidad, de presentar oferta. No se están respetando los contratos firmados, ni las cláusulas de derecho de preferencia. Es un escándalo mayúsculo. Es el FPFgate.
Esta disputa pareciera tener su origen en la propia Conmebol y podría estar vinculada al generoso castigo que le dieron al personaje en cuestión.
Para entender mejor, resalto la participación de intermediarios en cada proceso, pues, ésta asegura que no haya un estricto control de los recursos y que todo se convierta en una repartija con dineros que se quedarán en el camino, con el lamentable perjuicio para el fútbol peruano y el beneficio de varios sombríos personajes que deberían desaparecer de por vida del fútbol por aprovechadores, incapaces, ociosos y corruptos.
Pero no se ilusionen al igual que Castillo este caradura no renunciará y seguirá manejando a sus cómplices y vividores buscando perpetuarse en el poder. Pero esto durará hasta que cometa un error grueso que genere que por dignidad la Asamblea de Bases le dé una patada donde se merece y desaparezca.
Pierdan cuidado que su ambición y voracidad lo hará cometer ese error cuando se sienta arrinconado por algún fiscal decente que acoja una de las decenas de denuncias en su contra, que tiene tanto como directivo, como en sus periodos de alcalde de un empobrecido pueblo norteño. Cualquier parecido con la realidad nacional… no es casualidad.
Y cuando éste caiga, el ídolo de barro enquistado en la FPF tendrá que responder por su cobarde silencio de estos 4 años en los que calló y no hizo nada por todo lo que se destruyó. Con esto ha demostrado que era un falso valor que poco le importaba el desarrollo del fútbol, que lo mejor que hace es manejar a un nutrido grupo de periodistas para cuidar su imagen, incluso cuando acuñó su histórica y nefasta frase: ‘La ética y la moral son subjetivas’.
Pero estamos seguros que, como nuestro país, el fútbol renacerá y retomará las sendas de triunfo y de alegrías para el Perú.
¡Arriba Perú!
Guillermo Ackermann Menacho. Desde hace más de cuatro décadas me desempeño como gestor en el campo de las comunicaciones, marketing y responsabilidad social, tanto en empresas del mundo corporativo, instituciones con fines sociales, medios de comunicación, radios, televisión, digitales, así como en la producción de contenidos audiovisuales, publicidad, documentales, videos institucionales y diversos programas. He sido productor ejecutivo de material producido en 24 países. Desde mi juventud he participado en diversas iniciativas sociales, deportivas y religiosas, como promotor y voluntario. Soy un convencido que este mundo se puede cambiar si cada uno pone su granito de arena y, en lo que hago, trato de poner el mío.
0 comments on “Destrucción total”